EFEMÉRIDES DE FIN DE SEMANA

Antonio Gómez Romera

Domingo, 20 de agosto de 2023

EN EL LXXXVII ANIVERSARIO DE LA MUERTE DE FEDERICO GARCÍA LORCA

Federico García Lorca, foto de Chim (David Seymour).

Tal día como hoy, domingo, 20 de agosto, festividad de San Bernardo, trigésimo tercera semana de 2023, hace 87 años (1936), en la madrugada, es asesinado, fusilado, Federico García Lorca, a los 38 años de edad. El trágico verano de 1936, Federico piensa pasarlo en el campo. Se traslada de Madrid a Granada en julio y allí le sorprende el inicio de la Guerra Civil.

Sobre Federico

Mi fuente, para escribir éste articulito, en memoria y recuerdo de Federico, ha sido el libro “Los últimos días de García Lorca”, de Eduardo Molina Fajardo, 1914 – 1979 (Plaza & Janés Editores, enero 1983), un libro inacabado y que la familia de Eduardo publicó tras su fallecimiento. En la “Introducción”, Ángeles González, viuda de Eduardo, nos dice: “Eduardo Molina empezó a investigar en los temas lorquianos allá por la década de 1.960. Le unieron a Lorca sentires comunes. Sobre todo un amor inmenso a la patria chica, a la Granada sensorial y atractiva. A esto unió todo su afán investigador, que fija la mirada en el pequeño detalle y va elaborando minuciosamente un tapiz de realidades históricas, escondidas a los ojos de muchos”. Y fue tan grande, el afán que Eduardo puso en su cometido que la familia, pienso que, muy acertadamente, da inicio al libro con éste sentido poema de Eduardo:

“Tú sólo, ensangrentado,

Tú solo, frío, profeta, enterrado bajo la

arena, bajo la noche fría.

Tú sólo, en la llanura… ¡todo tan mezquino,

tan repulsivo!, que he tenido, ahora -son las

cuatro treinta de la madrugada-, he tenido que

levantarme y empezar a escribir para quedarme

más tranquilo”.

Federico García Lorca en Toledo.

Y, en el prólogo, titulado “El juego de la muerte en Lorca”, me han gustado éstas palabras de Juan Ramón Jiménez Mantecón (1881 – 1958): “… es la muerte que por su obra y su vida le esperaba, la muerte que él, niño, no sé cómo ni por qué, se fabricó, la muerte que él estilizó como un romance”. Me ha llamado mucho la atención una información recopilada por Eduardo en el Archivo del Ayuntamiento de Granada (Libro compresivo. Campillo, 1919. Legajo 2208) que textualmente, dice así: “Federico García Lorca, hijo de Federico y de Vicenta, natural de Fuente Vaqueros,… fue incluido en el alistamiento del año 1919, en la sección de recluta 3ª, distrito municipal de Campillo, perteneciente a la Caja de recluta de Motril, habiendo obtenido en el sorteo el número 63. Nació el 5 de Junio de 1898, de profesión u oficio, estudiante, sí sabe leer y escribir, su religión C.A.R., su estado soltero, estatura 1,702 milímetros, su perímetro torácico 86 centímetros. Sus señas: pelo negro, cejas al pelo, ojos melados, nariz regular, barba poblada, boca regular, color sano, frente regular, aire marcial, producción buena; señas particulares no… Granada, 17 de Marzo de 1919”.

En la hoja de reconocimiento médico, el mozo “alega padecer de las piernas y del pecho”, y en el reconocimiento presenta “síntomas leves de esclerosis espinal”, por todo lo cual, es considerado “inútil total” para el servicio militar.

Ana María Dalí y Doménech (1908 – 1989), en su libro “Salvador Dalí, visto por su hermana” (Editorial Juventud, 1953), nos deja sus impresiones personales sobre Federico:“… Fuera de su ambiente, que era recitar, tocar la guitarra o el piano y hablar de cosas que le interesaban, su rostro, duro y preocupado, tenía una expresión inteligente, rebosante de vitalidad, pero no eran muy atractivos ni su figura, poco esbelta y cuadrada, ni sus movimientos, más bien pesados. Sin embargo, apenas se encontraba en su ambiente, adquiría movimiento y todo él parecía de una elegancia perfecta. La boca y los ojos armonizados de modo tan admirable que no se podía permanecer insensible al gran atractivo que se desprendía de su persona. Las palabras fluían, entonces, agudas y penetrantes, y la entonación de su voz, más bien ronca, era de una belleza única. Todo quedaba transformado a su alrededor. Efectivamente, su presencia embellecía cuanto le rodeaba, como el cisne embellece el lago en que, al deslizarse, se refleja”

Monumento a Federico en Madrid Plaza de Santa Ana.

Y Miguel Cerón Rubio (1874 – 1970), amigo personal de Federico, nos dice sobre él: “Era moreno, cetrino, campechano, casi campesino algunas veces. De estatura mediana, con aires de gitano intelectual. Con el pecho abombado y las piernas inseguras. Casi siempre estrepitosamente alegre, algunas veces taciturno, siempre con ganas de bromas, que unas veces caían bien y otras no tanto. No demasiado culto, pero de una intuición que dejaba asombrado. El pelo algo revuelto y unos ojos profundos”.

Sobre su muerte

Federico reside en Madrid en la calle Alcalá, 102. Y el lunes, 13 de julio de 1936, en un ferrocarril que viaja de noche, parte hacia Granada. El periódico granadino “El Defensor de Granada”, recoge en la portada del diario, correspondiente al miércoles, 15 de julio, la noticia: “Se encuentra en Granada, desde ayer, el poeta granadino don Federico García Lorca. El ilustre autor de “Bodas de sangre” se propone pasar una breve temporada con sus familiares”.

Y Federico escribe en una carta a Melchor Fernández Almagro: “Estoy en la Huerta de San Vicente, una preciosidad de árboles y agua clara, con Granada enfrente de mi balcón, tendida a lo lejos con una hermosura jamás igualada”.

Fuente Vaqueros – Escultura de Federico.

Ha vuelto, tras su indecisión,  a Granada, a la tranquilidad de su casa, al amparo de su familia, por la que siempre se ha sentido mimado y protegido. Hace una vida normal, alternando con sus amigos y visitando los cafés y tertulias granadinas.

Su amigo personal, Miguel Cerón Rubio, dice en una entrevista a Eduardo: “En el último viaje de Federico lo vi en la plataforma del “Imperial”. Al verme saltó y me dio un abrazo y me dijo muy contento que don Fernando (de los Ríos) le había proporcionado una beca para ir a Rusia. Al poco, comenzó el Alzamiento. Federico sentía enorme simpatía por Rusia, pero no políticamente, sino por su música y por su literatura. Era en aquel tiempo cuando algunas muchachas salían pidiendo por las calles y las terrazas de los cafés para el Socorro Rojo”.

El domingo, 9 de agosto, intentando esconderse, llega a la Huerta de San Vicente, Alfredo Rodríguez Orgaz (1907 – 1994), joven arquitecto madrileño, de ideas políticas radical socialistas, que estuvo en tiempos de la República, entre 1931 y 1934, prestando servicios en el Ayuntamiento de Granada. Ante la alarmante presencia de un grupo armado de voluntarios que se dirige hacia la Huerta, Alfredo le pide a Federico que escape con él, campo a través, hacia Alhama de Granada, pero Federico no abandona la Huerta; los voluntarios buscan al encargado de la finca, el casero Gabriel Perea Ruiz, que vive allí con su madre, Isabel Ruíz Ibáñez, y sus hermanas Ana y Carmen, con objeto de conocer el paradero de sus hermanos Andrés, Antonio y José, acusados de haber dado muerte a José y Daniel Linares, en Asquerosa. Y Federico, recibe también los malos tratos de los voluntarios, que lo empujan, lo tiran al suelo y lo golpean con la culata de los fusiles. Federico, abandona la Huerta de San Vicente, apremiado por la necesidad de una seguridad que ya no tiene en su casa y le pide al poeta Luís Rosales Camacho (1910 – 1992), al que conoce desde 1.930, que le dé alojamiento en su casa, donde se marcha, con la misma ropa que lleva puesta y una maleta, en un taxi “Nash”, de 7 plazas, azul marino, matrícula 1.345 de Sevilla, conducido por Francisco Murillo Gámiz, “El niño de Loja”. A las 11 y pico de una noche de agosto, posiblemente del día 10, llega a la calle Angulo, número 1. La casa familiar de los Rosales es prácticamente la sede de la Falange en Granada, ya que los hermanos militan en ella, y algunos, con importantes cargos. La familia Rosales Camacho aloja a Federico en el segundo piso, donde vive la tía Luisa, hermana mayor de Esperanza, la madre de Luís, y ocupa el dormitorio que fue antiguo cuarto de solteras de las hermanas, Caridad y Maravillas. Federico pasa el tiempo tocando el piano, leyendo y escribiendo, y se integra perfectamente en la familia que le ha dado acogida.

Granada, Avda. Constitución Estatua de Federico.

Domingo, 16 de agosto, primeras horas de la tarde. Un “Oakland” matrícula GR 2.185 se detiene cerca del nº 1 de la calle Angulo. Ramón Ruiz Alonso (1903 – 1982), ex diputado de la CEDA, Confederación Española de Derechas Autónomas, Juan Luís Trescastro Medina (1877 – 1954), terrateniente de Santa Fe y abogado derechista, y Federico Martín Lagos, falangista, van a detener a Federico. Un poco antes, se han acercado al Cuartel de San Jerónimo, para que Miguel Rosales Camacho ( – 1976) les acompañe. Este último relató personalmente como transcurrió aquel momento: “Sé que tenéis a Federico García Lorca en vuestra casa y tengo orden de detención para llevarlo al Gobierno Civil. No he querido acercarme a tu casa sin avisarte, y, por tanto, acompáñame”. “Federico estaba en el patio, en pijama. Mi madre nos dio un vaso grande de café con leche a Ruíz Alonso y a mí. Trescastro y los otros dos se quedaron en la puerta sin entrar. Trescastro era familiar lejano nuestro…”.

Por su parte, Ramón Ruiz Alonso dice: “Tiene que acompañarme al Gobierno Civil, pero es sólo para que haga unas declaraciones”. Federico se despide de la familia que tan cariñosamente le ha acogido y, junto a MiguelRosales, se dirige al coche que le lleva al Gobierno Civil. Al llegar allí, Miguel Rosales hablacon el teniente coronel de la Guardia Civil, Nicolás Velasco Simarro, que asume larepresentación del Gobernador Civil, José Valdés Guzmán, en ausencia de éste y refiere: “Tengo interés en que a éste hombre, no se le maltrate”.

De allí, caída la noche, es trasladado en coche, a La Colonia de Víznar, un viejo molino que funciona como centro de detención y corredor de la muerte para quienes van a ser fusilados sin juicio ni procedimiento penal. El “modus operandi” para fusilar, comenzaba con una llamada telefónica del Gobierno Civil, a través de la línea 61, donde anunciaban que iban para arriba X trajes o X mantas, para que los arreglasen. Esa era la contraseña.

Colofón

Un informe plagado de errores, redactado por la 3ª Brigada Regional de Investigación Social de la Jefatura Superior de Policía de Granada y fechado en 1965, casi 30 años después del fallecimiento de Federico, detalla su detención y posterior ejecución. El documento lleva por asunto “Antecedentes del poeta Federico García Lorca”. El documento, de dos folios, afirma que Lorca era “un masón perteneciente a la Logia Alhambra, en la que adoptó el nombre simbólico de Homero, desconociéndose el grado que alcanzó en la misma”. Además, explica que “estaba tildado de prácticas de homosexualismo, aberración que llegó a ser vox populi, pero lo cierto es que no hay antecedentes de ningún caso concreto”. También fue “conceptuado como socialista” por su vinculación a Fernando de los Ríos y otros “gerifaltes de igual signo político”, intercedieron por él ante el comandante de Intervenciones Militares, que era también Gobernador Civil de Granada. El informe fue publicado el 23 de abril de 2015 y éste documento es el primero en el que el régimen de Franco reconoce que Federico fue «pasado por las armas», ya que antes sólo figuraba como «desaparecido».

Fuente Vaqueros – graffiti de El nIño de las pinturas sobre Federico.

Laura García Lorca, sobrina de Federico, dijo tras la publicación: “Desde el punto de vista histórico es importante que exista un documento interno del régimen de Franco reconociendo que fue un crimen político. La difusión de la documentación interna de la dictadura sobre el crimen de Víznar entierra definitivamente versiones “peregrinas” que circularon sobre el fusilamiento como que obedecía a “rencillas familiares” o “pasiones homosexuales”. La policía reconoce lo que ya sabíamos: que fue un crimen político, motivado porque le consideraban, y por ese orden, socialista, amigo de Fernando de los Ríos, masón y homosexual”.

El escritor e investigador Gabriel Pozo Felguera (Villamanrique, Ciudad Real, 1959), autor del libro “Lorca, el último paseo” (2009), asegura que tres falangistas y un policía de la guardia del comandante Valdés, dejaron escritas unas coordenadas exactas y un croquis de la ubicación de la fosa de Federico, situada en el extremo occidental del campo de instrucción de la tropa, a escasos metros del olivar y en perpendicular al cortijo de Las Pepinas. Este sitio se ubica en la curva frente al cortijo, entre el campo de fútbol abandonado y el olivar, bajo una capa de escombros de dos metros que fue vertida allí hace ahora quince años.

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