Let me be an antihero, please!!!
Cuando decidí, por tercera vez, dejar de fumar, le pedí a mi padre que me preguntara todos los días si había fumado (si, mi padre es un tipo que impone… y lo llevamos bien, gracias). Él me preguntó qué me había animado a tomar esa decisión y le expliqué que estaba harta y que había cogido todo lo que tenía por mi casa relacionado con el tabaco y lo había tirado a la basura.
“A cojones no se quita uno”, me dijo… ”se quita con esto” (y señaló a mi cabeza).
Me fastidió bastante aquel comentario, “¡joder!, Siempre animando… 😒”
Cuando volví a caer en el vicio (por culpa de él 😜) lo entendí….😬
Me sentía frustrada, estaba claro que yo era, con diferencia, la persona con menos fuerza de voluntad de la zona euro.
Pero entonces recordé aquella conversación y me di cuenta de algo….quizás la fuerza de voluntad no es ese “a cojones” que nos han vendido los que se inventaron que “la letra con sangre entra”, quizás no es esa especie de Kryptonita que emana de nuestro interior, que es inagotable y que es capaz de arrasar con todo atisbo de “fracaso existencial”, quizás, como dice mi amiga Mar Cabello, la de la pelu de Secretos del Agua de la Avd. de Salobreña…(me va a matar 😅) no sea necesario ir a “morir por Dios”, quizás las personas no somos máquinas de recursos ilimitados, quizás nos fallan las fuerzas cada dos por tres (seis) y está bien….y no pasa nada.
Pero entonces… ¿Cómo conseguimos nuestros objetivos?, ¿qué nos impulsa a lograrlos?……. Y es ahí cuando mi mente hizo la pregunta clave:
¿PARA QUÉ quieres dejarlo?….
¿Es tan importante para ti?, ¿Merece la pena el esfuerzo?
Fijaos que no me pregunté “por qué”, sino “para qué”. Normalmente las respuestas a los porqués nos mantienen enfocados en la “decadencia” del estado actual (ej. porque toso mucho, porque no me gusta como huele mi casa, porque me ahogo caminando etc..), sin embargo las respuestas a los para qué, nos catapultan directamente al estado deseado, y por lo tanto nos motivan (ej. para ganar energía, para ahorrar dinero, para ganar en independencia etc.)
El lenguaje es muy importante porque dependiendo de cómo lo utilicemos, activa unas emociones u otras…y por cierto, todos los políticos lo saben 😉.
La primera respuesta apareció entre interrogantes….¿para ganar salud? 🤔… la verdad es que por aquel entonces era bastante más joven, rebosaba salud y no había nada a la vista que me hiciera sospechar que la podría perder (i-lu-sa).
Desde luego, y aunque me diera algo de pudor reconocerlo, este no era el “para qué” que estaba buscando.
No perderé más tiempo aquí en explicar las motivaciones que me ayudaron a conseguirlo, más que nada porque no creo que sean de interés popular 🤪.
Me centraré más bien en resaltar la importancia de encontrar tu “para qué”. Los “para qués” hacen referencia a los valores. Los valores son nuestros motores, nuestras brújulas, le dan sentido a lo que hacemos, y por lo tanto a nuestras vidas. Cuando nuestros comportamientos van en línea con nuestros valores, nos sentimos satisfechos con nosotros mismos, independientemente de la dificultad de aquello que queramos conseguir e incluso independientemente del resultado que obtengamos. La certeza de que transitamos por el camino que cada cual considera correcto nos ayuda a seguir intentándolo, aunque tengamos momentos en los que no nos acompañe ni la fuerza, ni el ánimo.
Por su parte, la “fuerza de voluntad” no es ni más ni menos que un comportamiento que se entrena a lo largo de la vida y que consiste en hacer coincidir lo que digo que voy a hacer con lo que hago, incluso y sobre todo, cuando no me apetezca hacerlo, y esto, desde luego, es un muy buen punto de partida, sin embargo, es un gigante con pies de barro… puede durar un tiempo, pero en cuanto un par de planetas se alineen “malamente”, como no vaya acompañado de un valor que lo dirija, se agota fácilmente y llegan los fracasos y las frustraciones.
Es más, creer que la fuerza de voluntad es la clave para conseguir lo que me proponga, puede fácilmente sabotear la consecución de ello, ya que en el momento en que fallemos (que lo haremos), pensaremos que tanto esfuerzo no ha servido de nada o incluso que el problema es que carecemos de fuerza de voluntad, y esto nos meterá en una clase de indefensión: “como no tengo fuerza de voluntad, entonces no puedo conseguir X cosa”, o “por más que me esfuerzo, no consigo nada”. Este planteamiento hará que me desmotive y por lo tanto, que sea más probable que abandone.
Cuando le decimos a alguien que si no consigue algo es porque no está teniendo suficiente fuerza de voluntad, estamos siendo tremendamente injustos y polarizados, e incluso me atrevería a decir, que un poco crueles. No estamos teniendo en cuenta lo complejo del asunto, ¿o es que todavía alguien sigue creyendo que Nadal ha llegado a donde ha llegado por ser un ser superior con una fuerza de voluntad inquebrantable? ¿De verdad creéis que alguien sacrificaría tanto sin encontrarle un sentido a lo que hace, o sin las mínimas condiciones que lo hagan posible?
Y ya puestos, cómo lo mío es la psicología y no el tenis, aprovecho para recordar que lo que le falta a una persona, por ejemplo deprimida, no es precisamente fuerza de voluntad…de esa tiene mucha… desde que se deja caer de la cama… vaya… todo un día por delante de enormes esfuerzos.
Quizás lo que le falta a esa persona es volver a conectar con lo que para ella es importante, con sus valores, con lo que da sentido a su vida, y dar carpetazo de una vez por todas a aquello que la sacó de su camino, de su realización. Quizás lo que salvó a Viktor Frankl en el campo de concentración no fue su fuerza de voluntad, sino el propósito de hacer de aquel lugar de mierda, un lugar algo mejor para los demás.
En definitiva, quiero creer y creo, que conseguir lo que nos proponemos, tiene más que ver con tratarnos bien y “disfrutar” en el proceso, encontrándole sentido y poniéndonos objetivos paulatinos y amables, que con la colección de látigos… oiga… que así no se llega a ninguna parte… que ya no se lleva esa cultura rancia del esfuerzo mal entendido. He dicho.