Autor: Antonio Gómez Romera
Domingo, 25 de junio de 2023
EN EL CXLVII ANIVERSARIO DE LA BATALLA DE LITTLE BIG HORN Y LA DERROTA DEL 7º DE CABALLERIA DEL GENERAL CUSTER
Tal día como hoy, domingo, 25 de junio, festividad de San Guillermo Abad, vigésimo quinta semana de 2.023, hace 147 años (domingo, 1.876), tiene lugar en Little Big Horn (Montana – EE.UU.) una batalla que supone una victoria y una derrota. Victoria, porque se trata del mayor triunfo de los nativos de las Grandes Llanuras sobre el Ejército de los Estados Unidos. Derrota, porque desencadena sobre los vencedores, la coalición de lakotas y cheyenes de Toro Sentado y Caballo Loco, la ira del “Gran Padre”: el presidente Ulysses S. Grant (Point Pleasant, Ohio, 1.822 – Wilton, Nueva York, 1.885), ya que se niegan a trasladarse a una reserva y desean seguir viviendo en libertad.
Antecedentes
En 1.830, el 7º presidente de los EEUU, Andrew Jackson (Waxhaw, Carolina del Norte; 1.767 – Nashville, Tennessee; 1.845) ha decretado la deportación forzosa de las tribus indias al oeste del río Mississippi, dejando los territorios situados al este, como exclusivamente poblados por blancos, tras la adquisición de la Luisiana, comprada a Francia en 1.803. El gobierno norteamericano considera que dispone de suficiente territorio para la colonización y desarrollo del país, que ha alcanzado la independencia de Inglaterra, apenas 30 años antes. Al oeste del Mississippi, queda la tierra de frontera, en la que, por lo general, solo se adentran tramperos que comercian con los indios adquiriendo las pieles de castor que luego venden en el este. Pero, las previsiones se quedan cortas y la guerra con México (1.846 – 1.848) va a alterar completamente este escenario. En una auténtica acción de latrocinio legalizado por la fuerza de las armas, los norteamericanos despojan a los mexicanos de más de medio país, haciéndose con más de dos millones de km2 de nuevos territorios (Arizona, California, Nuevo México, Nevada), además de incorporar a la Unión el nuevo estado de Texas, que ha sido independiente desde su separación de México en 1.838 hasta 1.846.
El estallido de la “fiebre el oro” en California en 1.848 es el detonante de una masiva migración hacia el nuevo territorio situado en la costa del Océano Pacífico y la repoblación de California se convierte muy pronto en un objetivo estratégico prioritario. Entre el Mississippi y la costa californiana se extiende un inmenso territorio de millones de kilómetros cuadrados que se convierte en zona de paso hacia el Oeste, y en la cual se van produciendo sucesivos asentamientos blancos que muy pronto entran en conflicto con los originarios pobladores indios: tribus nómadas que dependen de la caza del búfalo. Este proceso se trunca temporalmente debido a la Guerra Civil (1.861 – 1.865), pero se retoma con renovada fuerza tras el final del conflicto, dando lugar a lo que se conoce como las “Guerras indias”.
En el Norte, tras la guerra de Nube Roja (1.866 – 1868), el más importante de los jefes sioux, conocida también como la guerra del río Powder, los indios consiguen mantener todavía extensos territorios en Montana, Dakota y Wyoming, tras el Tratado de Fort Laramie. Pero el Tratado, como todos los firmados por los indios con el gobierno norteamericano, es papel mojado. La ocupación blanca sigue su curso y los indios se ven progresivamente despojados de sus territorios de siempre. El exterminio de los búfalos les priva, a su vez, de la que ha sido su fuente principal de sustento.
En 1.874 se anuncia el descubrimiento de yacimientos de oro en Black Hills, las Colinas Negras, territorio sagrado para los indios (“Paha Sapa”), muy abundante en caza y que les pertenece todavía en virtud de los acuerdos firmados con el gobierno norteamericano: nadie puede cruzarla, ni establecerse en ella sin permiso de los indios. Pero, la invasión de buscadores de oro es masiva, y los conflictos con los indios también. Violando sus propias promesas y tratados, el gobierno decide enviar al ejército para proteger a los colonos blancos de las «agresiones» de los pieles rojas, y con la nada disimulada intención de despojar a los indios de los territorios que todavía les quedan.
Durante el invierno de 1.875, importantes fuerzas del Ejército de la Unión avanzan hacia “Paha Sapa” para imponer a los indios la voluntad de los blancos. Los sioux y los cheyennes, además de otras tribus menores, deciden unirse para hacer frente a este ultraje y librar el último combate por su supervivencia. Es en este contexto, donde se produce el episodio de la batalla de Little Big Horn.
Movimientos previos a la Batalla
George A. Custer (1.839 – 1.876) es un militar norteamericano que ha luchado en la Guerra Civil alcanzando el grado de general de brigada. Tras la desmovilización después de la Guerra Civil, decide seguir en el ejército con el grado de teniente coronel y es destinado a los territorios en conflicto con los indios, al mando del 7º Regimiento de Caballería. Al estallar la guerra de Black Hills, el gobierno organiza una expedición de castigo contra los indios, con tres columnas que avanzan por distintas rutas hacia Montana, con la intención de exterminarlos. Una de estas columnas es la de Custer y su 7º de Caballería. Las otras dos, al mando del brigadier Alfred Terry (1.827 – 1.890) y el coronel John Gibbon (1.827 – 1.896), respectivamente, tienen problemas en su avance y la operación se aplaza.
El 22 de junio de 1.876, el general Terry encomienda una misión al 7º de Caballería del coronel Custer, quien parte al día siguiente con suministros para quince días. Sus órdenes son localizar a los indios hostiles, situarse al sur de ellos y empujarlos hacia el norte por el valle del Bighorn o del Little Bighorn. En la confluencia de ambos, desde el día 26, van a estar apostadas las tropas de Terry, y encajonados entre las dos fuerzas y el caudaloso río Bighorn, los escurridizos indios hostiles no van a escapar sin sufrir un escarmiento y dejar en manos del ejército parte de sus familias, pertenencias y caballos, lo que les va a obligar a someterse y marchar a las reservas.
La batalla de Little Big Horn
Ésta tiene lugar el domingo, 25 de junio de 1.876, junto al río Little Big Horn. La expedición del coronel Custer forma parte, como avanzadilla, de otra mayor con el objetivo de aplastar a los 3.000 guerreros lakotas, cheyennes y arapahoes de Toro Sentado y Caballo Loco, puestos en pie de guerra después de la enésima vulneración de los tratados que protegen sus tierras. Pero, cuando el impetuoso coronel descubre el campamento indio, cree que en aquel lugar no puede haber más de 900 indios que serían fácilmente derrotados ante un ataque sorpresa y, temiendo que fueran a levantar el campamento, desobedece las órdenes de avisar y esperar al grueso de las tropas y decide atacar. Deja un contingente vigilando los carros de suministros y divide sus fuerzas en tres columnas de ataque, pensando que los guerreros están de caza y puede tomar como rehenes a los que quedan defendiendo el campamento. Pero, donde Custer ha contado a unos 900 guerreros realmente hay entre 1.200 y 2.000, unas fuerzas que superan a las suyas en una proporción de diez a uno, tras dividir las columnas.
El mayor Marcus Reno (1.834 – 1.889) ataca, con la primera sección, por el sureste pero es repelido por los nativos y durante el contraataque tiene que retirarse, reagrupándose con las fuerzas del capitán Frederick Benteen (1.834 – 1.898), que está al frente de la segunda sección, al norte. Caballo Loco lleva a sus tropas hasta esa posición y hostiga a los soldados, hasta que Custer decide lanzar un ataque frontal contra el campamento desde el noroeste. Caballo Loco mantiene a parte de sus fuerzas conteniendo a Benteen y Reno y dirige a las demás contra Custer, recibiendo ayuda de los refuerzos de Toro Sentado. Custer, da un rodeo para atacar el campamento indio por el otro lado, pero miles de indios le salen al paso, envolviendo y aniquilando al 7º de Caballería, en el lugar conocido como Greasy Grass.
La batalla dura menos de una hora y los estadounidenses pierden a la mitad de sus soldados. Casi todos los oficiales que participan en la batalla acaban muertos y los nativos se ensañan con los supervivientes, persiguiendo y acabando con todo aquel que cae en sus manos. La columna de “Cabellos Largos”, como los nativos llaman a Custer, es aniquilada, 268 almas, y se dice que solo sobrevivió un caballo llamado “Comanche”. Las bajas de Caballo Loco, suponen apenas un 10% del total de sus tropas.
La batalla de Little Bighorn, mitificada como ninguna otra en la historia estadounidense, constituye el canto del cisne de los sioux lakotas, el más poderoso de los pueblos indios de las Grandes Llanuras.
Colofón
Como supo lúcidamente anticipar el político e historiador francés, Alexis de Tocqueville (Paris, 1.805 – Cannes, 1.859) casi medio siglo antes en su obra «La democracia en América», el destino de los indios estaba escrito de antemano, y Little Big Horn fue, sólo una anécdota que propagandísticamente se elevó a la categoría de leyenda. La actuación del gobierno norteamericano se atuvo en todo momento al espíritu y a la letra de la famosa frase del general estadounidense Philip Sheridan (1.831 – 1.888): «el único indio bueno, es el indio muerto». Pero los indios no estaban en condiciones de aprovechar su victoria, y lo que se vendió como una salvaje masacre de soldados blancos, difundida ampliamente por la prensa norteamericana, reforzó el apoyo de la opinión pública a las campañas de exterminio de los «salvajes» indios, que se reforzaron a partir de entonces. Toro Sentado se refugió en el Canadá, y Caballo Loco fue asesinado, tras rendirse. Por su parte, la figura de Custer se elevó a la categoría de «Héroe Nacional», dando lugar a una pródiga mitografía que Hollywood trató de forma variada según los momentos porque estuviera pasando la propia sociedad norteamericana. Así, en “Murieron con las botas puestas” (‘They died with their boots on’, de Raoul Walch, 1.941), protagonizada por Errol Flynn y Olivia de Havilland), Custer es el militar de una pieza y el prototipo idealizado norteamericano. La película se estrenó unas semanas antes del ataque japonés a Pearl Harbor y de la entrada de los EEUU en la II Guerra Mundial.
El enfoque es ya algo distinto en “La última aventura” (‘Custer in the West’, de Robert Siodmak, 1.967), con Robert Shaw en el papel de Custer. Aquí la guerra es simplemente amoral, y Custer una suerte de superhombre al que le gusta combatir a los indios y que se auto-inmola conscientemente cuando comprende que los avances técnicos acaban con el heroísmo y exterminarán a los indios indefectiblemente y que la guerra se acabará porque se quedará sin enemigos a los que combatir.
Finalmente en “Pequeño Gran Hombre” (‘Little Big Man’, de Arthur Penn, 1.970), protagonizada por Dustin Hoffman, Custer es un sádico enfermizo, un genocida. Lo que estaba detrás de la crítica era la guerra del Vietnam.