Antonio Gómez Romera
Domingo, 4 de junio de 2023
En el LXXXIII aniversario de la “operación dinamo” para la evacuación de las tropas aliadas en las costas de Dunkerque
Tal día como hoy, domingo, 4 de junio, festividad de las Santas Noemí y Ruth
(antepasadas de José, esposo de la Virgen María), vigésimo segunda semana del año
2.023, hace 83 años (martes, 1.940), a las 14 horas, 45 minutos, el almirante británico
Bertram Home Ramsay (Hampton Court, Inglaterra, 1.883 – Breskens, Zelanda, Países
Bajos, 1.945) comunica a todas sus embarcaciones que ha finalizado la “Operación
Dinamo”.
El almirante francés Jean-Marie Charles Abrial (Réalmont, 1.879 – Dourgne, 1.962), que desde hace 10 días está al mando de la ciudad portuaria de Dunkerque, ha dado su aprobación. Cuando, de madrugada, Ramsay ha desembarcado en Dover, le ha
preguntado: “¿Volveremos a empezar ésta noche?”. La respuesta de Abrial, ha sido: “sería inútil”.
¿De qué trata la “Operación Dinamo” que ha terminado en la noche del 4 al 5 de junio? Simplemente, de la evacuación por mar, de las tropas de la “BEF” (Fuerza Expedicionaria Británica), además de las francesas, belgas y polacas que los alemanes han logrado cercar en un corredor frente al mar, de unos 97 km de largo y de entre 24 y 40 km de ancho.
La mayoría de las fuerzas británicas están alrededor de Lille, a 64 km de Dunkerque, y las fuerzas francesas más hacia el sur. Desde el 23 de mayo, han estado sometidas a un diluvio de fuego. Están atrapadas, entre la espada y la pared, o cómo dicen los británicos, “between the devil and the deep blue sea”, es decir, “entre el diablo y el profundo mar azul”. Sólo un milagro puede salvarles y, el milagro, ocurre. A las 12:30, del viernes 24 de mayo, los tanques y divisiones motorizadas de las 121 divisiones alemanas, que han penetrado por Holanda y Bélgica arrollándolo todo a su paso en la “guerra relámpago” (“Blitzkrieg”) que ha cogido desprevenidos a los ejércitos aliados reciben orden de detener el avance a tan sólo 25 kilómetros de la costa, hasta nueva orden.
El general Günther von Kluge (Posen, Imperio alemán, actual Polonia, 1.882 – Metz, Francia, 1.944), al mando del IV Ejército alemán, ha solicitado permiso para darle un respiro a las tropas, antes de atacar Dunkerque y el general Gerd von Rundstedt (Aschersleben, Sajonia – Anhalt, 1.875 – Hannover, Baja Sajonia, 1.953), Mariscal de Campo, está de acuerdo. Y Hermann Goering (Rosenheim, 1.893 – Nuremberg, 1.946) Jefe de la Luftwaffe, ha convencido al “Führer” Adolf Hitler (Braunau am Inn, Alta Austria, 1.889 – Berlín, 1.945) de que sus aviones bastan para evitar que los aliados evacuen a sus tropas de Dunkerque por vía marítima.
El general John Vereker Gort (Londres, 1.886 – 1.946), Comandante en Jefe de la Fuerza Expedicionaria Británica (FEB), es quien idea la “Operación Dínamo” para evacuar sus tropas al Reino Unido. Para llevarla a cabo, se van a utilizar centenares de embarcaciones británicas y francesas, desde navíos de la “Royal Navy”, hasta paquebotes, pesqueros, barcas, gabarras, lanchas y yates de recreo. La prensa británica bautiza ésta operación militar y civil, como “El Espíritu de Dunkerque”.
El puerto de Dunkerque ha sido devastado por los ataques aéreos de los stukas de la Luftwaffe, pero el capitán William George Tennant (Upton-upon-Severn, Inglaterra, 1.890 – Worcester, Inglaterra, 1.963), Oficial Naval Superior en tierra y supervisor de la evacuación, decide utilizar las playas para las embarcaciones pequeñas y el espigón Este, de 1,3 kilómetros de largo, para atracar los barcos.
Entre 40 y 50 kilómetros, en línea recta, separan las playas francesas de Dunkerque de las costas británicas. Se establecen 3 rutas para la evacuación de Dunkerque, con destino a Dover. La más corta, la ruta Z, de 72 km, cuenta con el peligro de estar muy expuesta al bombardeo de las baterías costeras alemanas. La ruta X, de 102 km, evita la costa y los ataques de artillería, pero afronta el peligro de las minas submarinas, por lo que los buques dragaminas van en avanzadilla. La tercera ruta, la Y, de 161 km, es la más larga y sus mayores peligros son los buques enemigos, los submarinos y la Luftwaffe.
El 28 de mayo, embarcan los primeros evacuados, mientras 7 Divisiones francesas resisten, palmo a palmo, en los 80 kilómetros del frente. La buena idea del capitán Tennant, un hombre de mente fría y grandes dotes organizativas, aumenta sustancialmente el número de soldados que pueden ser embarcados cada día y el 31 de mayo, más de 68.000 hombres son embarcados. La mayoría llegan a Gran Bretaña, sanos y salvos, aunque, a menudo, algún barco es hundido bajo el fuego de los aviones alemanes y sus ocupantes tienen que escalar la borda de otra embarcación. Algunos soldados han de ser transbordados hasta en tres ocasiones, antes de llegar a las costas del Reino Unido. La operación, ideada en principio para evacuar a 50.000 soldados en 5 días, ha superado las expectativas. En la madrugada del 5 de junio, han sido evacuados 338.872 soldados, de los cuales, 123.095 son belgas y franceses.
Ocho barcos – hospital han recogido a los heridos. Uno de ellos es hundido por la artillería alemana, pese a llevar el emblema de la Cruz Roja. Las fuerzas aéreas alemanas han hundido 235 buques, más de la quinta parte de los que han participado en la operación, entre ellos 6 destructores británicos y 3 franceses.
Antes de abandonar por 5 años el Canal de la Mancha, la marina francesa presta un último servicio a los británicos. El “Pollux”, siembra de minas los canales que han quedado libres, con lo que los hace impracticables para el enemigo. El 4 de junio, a las 3:30 A. M, el último barco parte en dirección al Reino Unido. El resto de las tropas británicas que quedan en Dunkerque se rinden a los alemanes, mientras que las tropas francesas intentan abrirse paso hacia el sur, pero finalmente tienen que rendirse.
A las 10:20 A. M. del 4 de junio, los alemanes izan la esvástica sobre los muelles de Dunkerque. El ejército británico abandona en las playas francesas suficientes pertrechos como para equipar a unas 8 o 10 divisiones: depósitos de municiones, 880 cañones de campaña, 310 cañones de gran calibre, 500 cañones antiaéreos, 850 cañones antitanque, 11.000 ametralladoras, 700 tanques, 20.000 motocicletas y 45.000 automóviles y camiones. La brillantez de la evacuación de los soldados, conocida como “El Milagro de Dunkerque”, no puede ocultar el hecho de que los británicos han sufrido una terrible derrota y que la propia Gran Bretaña está en grave peligro.
Colofón
Muchos de los evacuados necesitaron tratamiento psiquiátrico, tras vivir una de las experiencias más terroríficas de la guerra: la posibilidad de morir en cualquier momento, la claustrofobia de saber que no hay salida posible y la presencia de un enemigo invisible. Algunos documentos oficiales reflejan los problemas de ansiedad entre aquellos que llegaron a Dover, pero también entre los marineros que tuvieron que emprender varios viajes de rescate a ese infierno por mar y aire.
Ese mismo día, el 4 de junio, Winston Churchil, Primer ministro británico desde el pasado día 10 de mayo, se dirige al pueblo británico a través de la BBC y pronuncia su discurso, conocido popularmente como “Lucharemos en las playas”, que dice así: “Tengo la confianza plena de que si todos cumplen con su deber, si no se descuida nada, y si se hace todo lo mejor posible, tal como se está haciendo, demostraremos una vez más que somos capaces de defender nuestra isla, de soportar la tormenta de guerra, y de sobrevivir a la amenaza de la tiranía, si es necesario durante años, si es necesario solos. En cualquier caso, eso es lo que trataremos de hacer. Ésta es la determinación del Gobierno de Su Majestad, cada uno de sus miembros. Ésa es la voluntad del Parlamento y de la nación. El Imperio Británico y la República Francesa, unidos entre sí en su causa y en su necesidad, defenderán hasta la muerte su tierra natal, ayudándose mutuamente como buenos camaradas en la medida de sus fuerzas. A pesar de que grandes extensiones de Europa y muchos Estados antiguos y famosos han caído o pueden caer en manos de la Gestapo y de todo el odioso aparato del gobierno nazi, nosotros no flaquearemos ni fracasaremos. Seguiremos hasta el final. Lucharemos en Francia, lucharemos en los mares y océanos, lucharemos con creciente confianza y fuerza creciente en el aire, defenderemos nuestra isla, sea cual sea el coste. Lucharemos en las playas, lucharemos en los campos de desembarco, lucharemos en los campos y en las calles, lucharemos en las colinas; nunca nos rendiremos. Y si -aunque no lo creo ni por un momento- esta isla o una gran parte de ella fuera subyugada y sometida al hambre, entonces nuestro Imperio de ultramar, armado y custodiado por la flota británica, asumiría la lucha, hasta que, cuando Dios lo considere oportuno, el Nuevo Mundo, con todo su poder y fortaleza, salga al rescate y la liberación del Viejo”.
El 5 de junio, Adolf Hitler, dice en un discurso: “¡Dunkerque ha caído! 40.000 soldados ingleses y franceses son todo lo que queda de los que habían sido grandes ejércitos. Hemos capturado cantidades inconmensurables de material. La mayor batalla de la historia del mundo ha terminado”. Sí, la realidad se había impuesto, pero la guerra…, no había terminado.