Manuel Domínguez García
-Historiador y Cronista Oficial de la ciudad de Motril-
LA TORRE DE TRAFALRAMAL EN EL MOTRIL DE LA EDAD MODERNA. UNA ATALAYA DESPARECIDA
La defensa del litoral del reino de Granada desde la conquista por los Reyes Católicos es un elemento primordial de la política militar española hasta la segunda mitad del siglo XVIII. La costa granadina se convirtió en la frontera marítima de un África hostil y este territorio va sufrir una fuerte conflictividad relacionada con los innumerables ataques de piratas berberiscos, armadas turcas y corsarios de diversos países y debiéndose sobre todo a la proximidad de las bases africanas berberiscas de Argel, Salé, Orán, Tánger, Mazalquivir, Peñón de Vélez de la Gomera y otras.
Nuestra costa se convirtió en un territorio de guerra permanente, pudiéndose afirmar que Motril y la costa granadina van a salir muy perjudicados en todos los aspectos de la actividad humana a lo largo de más de trescientos años, ya que la inseguridad reinante en nuestro territorio y el vivir en precario va acondicionar y poner importantes trabas al desarrollo de su poblamiento y de sus potencialidades económicas.
La inseguridad de vivir en la villa de Motril, siempre temerosa de las razias o aceifas de los piratas, no debió ser un polo de atracción de población exterior, dificultó el desarrollo con cierta regularidad de la extensión de las tierras de cultivo, ya que en los terrenos más próximos al mar se prohibió en bastantes ocasiones el cultivo cañero para que las cañas no sirviesen de refugio a los enemigos ni de obstáculo a los defensores y, por último, imposibilitó el desarrollo del comercio marítimo en proporción adecuada a la producción azucarera de la zona. El fondeadero del Varadero era muy inseguro y frecuentemente las naves surtas en él se van a ver sometidas a asaltos de piratas y corsarios.
Ante esta situación de inseguridad, de peligro constante, de guerra sin cuartel; a la zona de Motril no le quedó más remedio que defenderse o desaparecer, lo que le lleva a convertirse en la vanguardia de la frontera africana, sobre un mar que poco a poco se eriza de torres y atalayas.
Es posible que en época musulmana, además de la alcazaba del Cerro, existiesen algunas torres costeras como es el caso de la torre de Trafalcasis en las inmediaciones del cabo Sacratif y la de Trafalramal próxima a la desembocadura del Guadalfeo en su orilla de levante. Estas fortificaciones debieron ser derribadas en 1499 ante el peligro de un levantamiento mudéjar.
A partir de 1513 el conde de Tendilla, capitán general de la Costa de reino de Granada, inicia un reforzamiento de las defensas costeras, edificando nuevas atalayas y reconstruyendo las antiguas, intentando con ello evitar el factor sorpresa de los ataques piráticos. En ese año se estaba levantando de nuevo la torre de Trafalcasis y el rey había ordenado a Pedro de Salcedo, a petición del Concejo motrileño, que construyese de nuevo la torre en el sitio de las “pesquerías”. Esta torre que sería conocida en el nombre de la torre de la Mar o de Trafalramal, en realidad no se terminó de levantar definitivamente hasta 1521. Carlos V en 1528 concede licencia al Concejo de la villa para levantar otra torre en el sitio del Varadero que no va a estar terminada hasta 1545.
La torre de Trafalramal, cuyo significado es Punta de las Arenas, estaría situada, como decíamos, próxima a la desembocadura del rio Guadalfeo al final del camino de Pescadores, una muy buena zona para hacer aguada los barcos y una de las vías más importantes de acceso hacia el interior, en una zona de charcas y pantanos de difícil tránsito a no ser por el citado camino que llevaría, por un lado, hasta el camino de Patria que daría acceso a Motril y, siguiendo el curso del rio, hasta Lobres y Pataura.
Había que proteger este paso ante un posible ataque enemigo, pero por la situación de la torre es posible que su obra estuviese sometida a las continuas avenidas de rio y a los embates del mar y prácticamente para 1567 debía estar en ruinas y sin guarnición.
En 1571 visitan la costa el capitán Antonio de Berrio acompañado del ingeniero militar Luis Machuca, considerando ambos que en Trafalramal era necesario construir una torre para los guardias y así impedir que los enemigos saquearan la vega y las vecinas poblaciones. Indicaban que el sitio idóneo era un lugar próximo a una higuera donde había sido asesinado el morisco Arroba.
La obra es encargada al maestro albañil Pedro Bonilla que la termina en 1575 con un costo total de 650 ducados. Para fines de ese año, una visita militar dice que la torre de Trafalramal está acabada de construir.
A partir de esta fecha la torre de Trafalramal es muy poco citada en la documentación de la época, adquiriendo mucha más importancia para la defensa costera motrileña la del Varadero, En 1643 ya estaba de nuevo en ruinas y era casi imposible reconstruirla, por lo que seguramente fue abandonada a su suerte.
En 1739 en la visita del mariscal de campo marqués de Valdecañas, se le llama la torre perdida y se dice que la arruinó el mar. Sus restos aún se citan en la Carta Geográfica de la Provincia de Granada del ingeniero militar Josef Espelius en 1763. Después de eso, nada. Lo poco que quedase de la torre desparecería por alguna avenida del rio, por alguna tormenta o porque sus piedras se desmontaron para poner en cultivo el solar que ocupó. Con ello desparecería de la memoria de los motrileños una de las torres-atalayas más antiguas de nuestro litoral, incluso el nombre musulmán del pago donde estaba situada, Trafalramal, fue sustituido por el de Casa de Contreras.
