Domingo A. López Fernández
El paso de misterio reconforta la fe del pueblo por las calles de la antigua villa morisca
Desde el punto de vista cofrade, el miércoles santo es día grande y reconocido en la villa de Salobreña, pues dos corporaciones penitenciales tienen prevista su salida procesional. La primera, la del Santísimo Cristo de la Humillación, ha verificado su salida a las 21:00 hrs desde la iglesia de San Juan, en la parte baja del pueblo. La segunda, con media hora de diferencia, lo hace desde la parroquial de la Virgen del Rosario. Ámbitos extremos, desde luego, pero unidos en la fe y la devoción que anida en ambos templos con sus respectivas imágenes sagradas para servir de cura de almas a los vecinos.
En el aspecto festivo, la villa brinda a los visitantes durante estos días el carácter de lugar de encuentro de numerosas personas que desean pasar unas cortas vacaciones en la que consta ya como su segunda residencia. Huyen estas familias de las grandes urbes buscando la tranquilidad y el sosiego que ofrece Salobreña, su excelente tiempo, su sol radiante y la bondad de sus aguas que, aunque frescas, animan a pasar unas horas en sus playas. Y esto, en la mañana, incluso en las primeras horas de tarde, pero a la noche toca disfrutar de la espiritualidad que confieren las estaciones de penitencia por las calles del pueblo, ya sea en la extensión de la parte nueva, con calles amplias y rectas, como en las del casco viejo, sinuosas y en cuesta. Da igual, pues la devoción y el fervor no pone freno al disfrute interior del alma cristiana, que contempla las efigies sagradas y vive y revive el pasaje de la pasión, ya sea con Cristo escarnecido y presentado al pueblo momentos antes de iniciar el camino al Monte Calvario, o con Jesús el Nazareno cargado con su cruz y en presencia de su Madre para iniciar su senda que le ha de llevar a morir en la cruz para redimir a los hombres.
Con la ya tenue luz del día, los alrededores de la iglesia de Nuestra Señora del Rosario constituyen un auténtico hervidero de vecinos y visitantes dispuestos a contemplar la salida penitencial de la cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno y María Santísima de la Esperanza. Desde luego, el tramo existente frente al pórtico de la iglesia es un lugar privilegiado donde no cabe un alma y, no digamos en la calle Torre, donde el pueblo se apretuja para disfrutar en primera plana del solemne paso del cortejo por la tribuna oficial. Paralelamente, los hermanos en penitencia y cuerpo de mantillas comienzan a concentrarse en el punto de encuentro facilitado por la cofradía, las puertas del Bar Pesetas, cuando las manecillas del reloj marcan las 20:30 hrs de la tarde, al objeto de formar el cortejo en la calle y repartir los enseres procesionales.
La junta de gobierno que preside Ángel Rufino sigue fiel a la tradición y ha dispuesto la marcha para las 21:30 hrs de la tarde. Se impone en este momento la práctica que solo unos pocos pueden disfrutar, los más cercanos a las puertas de la iglesia, pues comienza aquí la lectura de la sentencia a Nuestro Padre Jesús que todos los años protagoniza el “gladiador de Cristo”, el conocido hermano cofrade Joaquín Suárez Robles. Su fervor, su pasión y su devoción a las dos imágenes sagradas del día son más que evidentes y, al despuntar el día, ya lo dejaba públicamente de manifiesto, “que el Nazareno nos lleve por el buen camino y la Virgen nos proteja con su manto”. Con su peculiar talante y, más aún, en el cometido que tiene encomendado en este día, el “gladiador de Cristo” se acercaba al pórtico de la iglesia para golpear sus puertas y con el registro de su voz lanzar al aire su pregunta ¿Está ahí Jesús llamado por la plebe Cristo Nazareno? La respuesta no se deja esperar desde entro de la iglesia por parte del hermano mayor de la cofradía, Ángel Rufino, que con viva voz responde: ¡Sí, aquí se encuentra¡ La escena, cargada de sentimiento, hace que Joaquín Suarez se atribuya el papel de Poncio Pilato y sentencie a Jesús ¡pues que salga vestido de purpura y coronado de espinas con la propia cruz a los hombros hacia el pueblo, monte de justicia llamado Calvario¡ Con ello se da apertura a las puertas, aunque todavía queda un momento emotivo, el que protagoniza “el gladiador” al entregarle el martillo que llama la campana del paso y agradecerle su buen hacer en la corporación y animarle a que lo siga haciendo.
Cercana la hora de su partida, el cortejo, ya formado, se extiende a lo largo de la calle Paseo de la Iglesia y se posiciona para la marcha. En minutos, el paso de misterio, portado en modalidad de varal malagueño, asoma a la calle a los sones de la “Marcha Real” que interpreta la Banda de Cornetas y Tambores “Jesús del Rescate” de Torredonjimeno (Jaén) que se encuentra junto a las escalinatas que dan acceso al templo. Abre su marcha la cruz de guía, con el emblema pasionista de la corona de espinas de plata sobre su cruceta, y que va escoltada por dos faroles de frente de procesión. Le siguen las dos filas de hermanos tocados con el hábito penitencial que es característico de la corporación y en el que se remarcan los colores propios, túnica de color morado y capillo y fajín de color rojo. Portan en sus manos una corta tirada de farolillos de cera blanca que son estreno para este año de 2023. El siguiente tramo viene marcado por el estandarte corporativo en el que figura la imagen de Jesús Nazareno sobre terciopelo de color morado, al que el año anterior se le añadió el exorno de dos capillas y dos ánimas benditas del purgatorio junto a los emblemas de la pasión. El estandarte da paso al estricto sentido penitencial que deja ver un hermano de la cofradía cargado con una pesada cruz al hombro.
El tramo de María Santísima de la Esperanza se inicia ahora con el estandarte de la sección, que es estreno de este año y que ha sido confeccionado en damasco de color verde, al que sigue el cuerpo de camareras de la Virgen. Tras él, como novedad, marcha una joven componente de la cofradía portando el sudario de la Santa Mujer Verónica en el que se deja ver el rostro del Nazareno que ha sido pintado por el cofrade Francisco Villaescusa. El sudario va escoltado por dos banderines que llevan impreso el acrónimo JHS, siglas que se identifican con el texto de “Jesús Hombre Salvador”. Sigue a ella el cuerpo de acólitos con incensarios que antecede al paso de misterio y que representa la escena del Santo Vía Crucis en la que Jesús se encuentra con su Madre en la calle de la Amargura. Sobre la canastilla, la impresionante imagen que tallara el escultor José Navas Parejo en los inicios de los años cuarenta, que viste para la ocasión una nueva túnica de terciopelo en algodón morado que ha sido bordada con la antigua técnica de bastidor. A su lado, la Virgen de la Esperanza, obra del escultor granadino Antonio Díaz Fernández, que va tocada con el característico manto de color verde con estrellas bordadas que le es propio y conocido popularmente como “Manto del pueblo” en honor a que dichas estrellas son donación de devotos del lugar. La Virgen estrena tocado de blonda y saya bordada, el puñal que luce sobre el pecho, realizado en orfebrería bañada en oro y el fajín que ha sido bordado por la hermana de hermandad Guadalupe Béjar. Destacar, igualmente, que ambas imágenes han sido vestidas por el artista motrileño Jesús Ortega Fernández.
Marcha el paso en el cortejo dirigido por su tradicional capataz, Ángel Rufino, asistido en labores de contraguía por Antonio López. Y, finalmente, cierra su marcha la Banda de Cornetas y Tambores “Jesús del Rescate” de Torredonjimeno (Jaén).
Fiel a su estilo, la corporación nazarena solicitaba puntualmente la venia en la calle Torre, justo a la espalda de la iglesia, verificándose su paso por la tribuna oficial a las 21:50 hrs, momento en el que el hermano mayor, provisto de su libro de reglas, ha solicitado la firma y el permiso del presidente de la Agrupación de Hermandades y Cofradías para efectuar su paso conforme a la hora fijada.
El itinerario dispuesto por la junta de gobierno de la cofradía para este año de 2023 es similar al de los precedentes, de forma que el cortejo ha partido desde la iglesia de Nuestra Señora del Rosario para continuar por el paseo de la Iglesia, Torre, Gloria, Plaza del Pescado, Muralla, Puerta de la Villa, Real y Plaza del Museo, donde el paso de Cristo ha sido bailado majestuosamente por los hermanos portadores. El cortejo ha seguido posteriormente por la calle Bóveda, Martin Recuerda, Callejón Estación, Estación, Plaza de la Iglesia y, desde aquí, proceder a su clausura en el templo, que se ha verificado a las 0:20 hrs del ya jueves santo. Momentos de gran espectacularidad han sido, sin duda, ese paso por la tribuna oficial, el transito del cortejo por la calle Real, en la que los vecinos han podido tocar con sus manos la corona de la Virgen y las potencias del Cristo. Igualmente, el canto de una saeta realizado a la altura del Bar Pesetas que le ha dedicado el cantaor Basilio Campoy Martín y las “petalas” acaecidas en la calle Bóveda, tanto a la entrada como a su salida, habiendo quedando en todo momento el paso de misterio muy arropado por los vecinos y visitantes de la villa.