HISTORIAS DE EL VARADERO DE MOTRIL: ROSA, UNA MUJER CON CORAJE QUE DESDE NIÑA SE ENFRENTÓ A LAS DIFICULTADES DE LA VIDA

Autor: Juan Antonio Gutiérrez Montes

‘El Niño La Nati’

ROSA, UNA MUJER CON CORAJE QUE DESDE NIÑA SE ENFRENTÓ A LAS DIFICULTADES DE LA VIDA, PRIMERO PARA PODER SOBREVIVIR POR SÍ SOLA, Y DESPUÉS, PARA SACAR ADELANTE A SU FAMILIA

Rosa, protagonista de este relato (EL FARO)

Rosa nació en Linares (Jaén) el día 3 de mayo de 1912, hija de Soledad García García y de Francisco Jiménez  del Toro, de profesión Capataz Minero. Rosa al nacer ya se encontró sola pues su madre murió al darle a luz a ella, aunque tenía a su padre, su abuela materna se la llevó para criarla al pueblo de Cádiar (Granada) dónde ella vivía. Rosa fue a la escuela hasta los doce años pero debido a la muerte de su padre en un derrumbe de la mina, se tuvo que meter a trabajar con una familia que veraneaba en Cádiar que se la llevaron a Madrid, después de pasar unos años en Madrid, la familia para la que trabajaba se trasladó a Asturias donde les cogió la Guerra Civil, esta familia fue fusilada y Rosa al demostrar que era asistenta de hogar, fue movilizada como planchadora para el ejército, donde sufrió un accidente al pillarse una mano con la plancha, quedando medio inválida, debido a este accidente con un poco dinero que le prestaron se trasladó sola a Granada al abrigo de unos familiares pues sus abuelos habían muerto y se encontraba de nuevo sola en la vida. De Granada se marchó a Motril donde fue a buscar trabajo a las casetas del mercado de la Plaza San Agustín. Allí conoció a Francisco Navarro Almansa (también conocido por Frasquito el del Estiércol) el que más tarde sería su marido.

Cuando Rosa tenía a sus dos hijos, José y Carmen, aún pequeños, por circunstancias de la vida su marido se tuvo que ir para Almería al quedarse sola, echó a andar con sus pequeños para Almería; tardó seis días en andar el camino, ella y sus niños pasaron penalidades. Rosa un día que ya no tenía fuerzas para andar y tirar de sus niños, debido al hambre que tenía, comió algarrobas verdes de un árbol, lo que le llevó a ponerse muy enferma, estuvo a punto de morir, pero gracias a los cuidados que le proporcionaron una familia de un cortijo, Rosa se recuperó y siguió el camino con sus dos hijos.

Cuándo llegó a Almería se encontró que su marido había sido trasladado a Granada y sin acobardarse echó a andar para Granada donde vivió una temporada para después regresar a Motril ya en compañía de sus hijos y su marido que tenía dos casetas de frutas y verduras en la Plaza de San Agustín de Motril. Estando Rosa trabajado en su caseta se le metió fuego a la choza de la Playa del Cable donde vivía, estando sus cuatro niños dentro, pero gracias a su Vecina  Mercedes (La Papallela) los niños se salvaron; Mercedes aunque sufrió quemaduras les salvó la vida a los cuatro chiquillos, después del incendio de la choza Rosa y su familia estuvieron viviendo en una cuadra hasta que se pudieron hacer una choza nueva donde además de tener su vivienda también monto su nuevo puesto de frutas y verduras, con el que fue criando a sus hijos pues ya no le ayudaba su marido y tuvo que dejar los puestos de Motril.

También, en una ocasión, Rosa estuvo a punto de perder un hijo pequeño ya que intentaron quitárselo, cuando una noche escucharon ladrar a una perra se dio cuenta que le faltaba su hijo José, enseguida sus vecinos empezaron a buscar por todos lados hasta que se encontraron al chiquillo en El Camino de la Vía (Carretera de la Celulosa), dónde lo había abandonado la persona que intentó llevárselo, Rosa y su familia también sufrieron como todos sus vecinos de Las Chozas aquellos terribles temporales de mar con las inundaciones de La Playa del Cable cuando tenían que abandonar sus chozas con el agua a la cintura, incluso de noche y sin luz eléctrica. La choza de Rosa también era un punto de reunión del barrio pues al saber Rosa leer y escribir el Cartero le dejaba las cartas de muchos vecinos para que se las leyera también algunos pescadores acudían por las noches para  comprar  fruta o verdura, algunas veces los pescadores escondían el Chanquete en la choza de Rosa para librarse de las multas de La Guardia Civil sin recibir Rosa nada a cambio. Rosa para abastecer su negocio tenía que subir todas las madrugadas a la Alhóndiga de Motril y lo hacía andando por el oscuro y solitario Camino de la Mar, unas veces lo hacía en compañía de tenderas del Varadero, como La Virtudes y La Carmela La Lechera, y otras sola.

Una madrugada que Rosa iba sola por El Camino de la Mar se le acercó un hombre que iba subido en una bicicleta, Rosa confiada se paró con él y este hombre la golpeó, y la tiró al suelo para robarle el poco dinero que llevaba para comprar la fruta y la verdura, a consecuencia de esto sus hijos mayores no la dejaron que anduviera más El Camino de la Mar. Rosa con todo el dolor de su corazón tuvo que dejar su pequeño negocio con el que tanto luchó durante tantos años para poder criar a sus hijos.

Rosa, ya mayor, tuvo que empezar a luchar de nuevo pues no quería ser una carga para sus hijos y se colocó a trabajar limpiando casas y escaleras para poder vivir y sacar su jubilación. Un día se encontraron a Rosa en su choza en estado de coma, creyendo que había fallecido llamaron al médico que al ver que estaba en coma la mandó al hospital de Granada donde estuvo ingresada siete meses padeciendo una enfermedad muy grave.

En el año 1972 cuando el barrio de Las Chozas donde Rosa vivía fue derribado, a Rosa y a su familia le entregaron un piso en las viviendas Sociales (Los Pisillos) que se construyeron en Barrio del Varadero de Motril, una vivienda nueva y confortable que Rosa disfrutó después de haber estado medía vida viviendo en una choza, cuando Rosa a consecuencia de su edad ya no podía valerse por sí sola recibió todo tipo de cuidados por parte de su familia en especial de sus hijas y su hijo José que nunca la abandonaron ni la dejaron sola hasta el día 8 de noviembre del 1999, fecha en la que a las nueve de la mañana falleció. Estaba en la casa de su hija Ascensión, que era la que en esos días la estaba cuidando. Rosa no sufrió para morirse y se fue de este mundo en los brazos de su hija.

Rosa no dejó propiedades después de toda una vida de trabajo, sacrificios y penalidades pues también vio fallecer a tres de sus hijos, pero Rosa crio y educó bien a sus hijos en unos tiempos difíciles. Rosa fue pobre, sí, pero ayudó a otros pobres y dejó un grato recuerdo entre sus vecinos y las gentes que la conocieron.

Rosa, los que fueron tus vecinos del barrio de Las Chozas y de El Varadero siempre te recordarán.

*Dedicado a la Memoria de Rosa, y a las mujeres que lucharon y luchan para sacar sus familias adelante.

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