MISMA TIERRA, EL MISMO CIELO
Revisando mis papeles me he encontrado con un artículo que escribí hace algunos años sobre el día que mañana celebramos.
En él dejaba clara mi postura sobre los nacionalismos: nunca me he sentido identificada con ninguno, decía entonces que me consideraba ciudadana del mundo, hoy diría que me siento ciudadana interplanetaria.
Aún así reconocía el importante papel que psicológica y socialmente aporta la pertenencia a un determinado grupo, familiar, social, nacional… ya que nos da seguridad y la suficiente fortaleza para desde él partir a buscar nuestra propia identidad.
Me congratulaba también, eran otros tiempos, de cómo nuestra tierra había cambiado de serlo de emigrantes a recibir mano de obra externa. Entonces decía que éramos un ejemplo en cuanto a nuestra capacidad de acogida y de hacer sentir como en casa a los inmigrantes que por aquel entonces llegaban.
Claro, que como decía antes, eran otros tiempos. Apenas empezó la maldita y prefabricada crisis que quiere despojarnos de todo, nos quitó también esa maravillosa solidaridad que yo con tanta alegría cantaba en estas páginas.
De repente el emigrante se convirtió en el enemigo a abatir, si no teníamos trabajo era porque nos lo habían quitado ellos, si los pisos habían subido era porque ellos los habían comprado sin control, si la sanidad se había arruinado era también porque ellos la utilizaban y así hasta llegar a demonizar a los más débiles de la pirámide social… Tampoco en eso hemos sido muy originales, suele pasar siempre.
Creo que en el proceso en el que estamos sumidos hay ciertos conceptos que debemos superar. Los nacionalismos sirven hoy en día para utilizarlos como armas arrojadizas y seguir enfrentándonos, cuando precisamente debíamos estar más unidos que nunca.
Siguen siendo los políticos (y utilizo esta palabra como adjetivo despectivo y no como sustantivo) quienes nos enfrentan a unos contra otros, que si son los catalanes los culpables, que si los españoles, que si los vascos… Dentro de poco la guerra será entre Villatripas de Arriba y Villatripas de Abajo.
Transcendámonos a nosotros mismos, seamos adultos, no nos dejemos manipular más ni por nacionalismos, ni por siglas ni por ninguno de esos mecanismos llenos de mentiras que solo nos quieren dividir para controlarnos mejor.
Me encantaría que mañana lo que se celebrase fuese el día de la Humanidad, que hubiésemos entendido que lo importante nos afecta a todos por igual y que lo que nos separa solo nos daña.
Ocupamos la misma tierra bajo el mismo cielo y en ninguno de estos dos conceptos caben las divisiones ni los nacionalismos.