Antonio Gómez Romera
Domingo, 19 de febrero de 2023
EN EL SÉPTIMO ANIVERSARIO DEL FALLECIMIENTO DEL ESCRITOR Y PENSADOR ITALIANO UMBERTO ECO
Hoy, domingo, 19 de febrero, festividad de San Álvaro de Córdoba (siglo XV – confesor y director espiritual de la reina Catalina de Lancaster, esposa de Enrique III de Castilla), séptima semana del año 2.023, se cumplen 7 años (viernes, 2.016) del fallecimiento del escritor y pensador italiano Umberto Eco, a los 84 años de edad. La prensa diaria italiana publica que Umberto ha fallecido en su casa de Milán, víctima de un cáncer de páncreas, alrededor de las 21:30 horas (20:30 GMT). Umberto en su testamento, pide que no se celebren homenajes ni se organicen celebraciones en su memoria durante, al menos, diez años.
Sobre su muerte, el periodista Pablo Ordaz, publica el artículo titulado “Muere Umberto Eco, el sabio que llegó al público”, en la edición de El País de fecha22 febrero 2.016 en el que cuenta como “A la mañana siguiente de conocerse la noticia, los alumnos de Eco se acercaron a la plaza Castello para, silenciosamente, dejar rosas blancas bajo la casa de un maestro que, como escribe Juan Cruz, “era un sabio que conocía todas las cosas simulando que las ignoraba para seguir aprendiendo”. Esa es la clave. Umberto Eco nunca atropelló a nadie con su infinita sabiduría. De ahí que, de todos los artículos laudatorios que publica la prensa italiana, tal vez el que menos chirría con el carácter de Il Professore sea el del periodista Gianni Rotta en La Stampa de Turín: “Filósofo, padre de la semiótica, escritor, profesor universitario, periodista, experto en libros antiguos: en cada una de sus almas Umberto Eco era una estrella internacional, pero con sus estudiantes, lectores, colegas, jamás Eco exhibió la pose snob que tal vez otros escritores sí habrían adoptado de haber publicado best sellers como El nombre de la rosa o El péndulo de Foucault. Umberto Eco reía, se informaba de las novedades y —encendiendo un cigarro— contaba la última broma antes de presentar una nueva teoría lingüística”. Ese, y muchos otros, era el intelectual que ahora despide Italia”.
Martes, 23 de febrero, 4 y media de la tarde. Milán. El funeral se celebra en el Castillo Sforzesco, hoy sede de una pinacoteca y de varios museos, con la participación de su mujer, Renate Range (1.935), profesora de arte alemana con la que se casó en septiembre de 1.962, sus hijos, Stefano y Carlotta y sus nietos Emanuele, Pietro y Anita. También los ministros de Bienes Culturales y de Educación, así como representantes del mundo de la cultura, de la política y sus lectores.
Es un acto laico y breve a petición de la familia, al que no todos pueden entrar. Hace de maestro de ceremonias el periodista y traductor Mario Andréose (Venecia, 1.934) amigo y viejo editor de Umberto. Hay espacio sólo para 800 personas, y cientos de ellas esperan en fila durante horas para darle su último adiós, pero tienen que quedarse fuera por falta de espacio. Tienen que conformarse con participar en el gran aplauso que recibe el féretro a su llegada.
El momento más emotivo del funeral sucede cuando habla su nieto de 15 años, Emmanuele, hijo de Stefano, a quien Umberto le ha dedicado una carta llamada «Querido nieto, estudia de memoria», publicada en el periódico italiano «L’Espresso» en 2.014. Éstas son sus palabras: «Querido abuelo, siempre me preguntaron qué sentía al ser el nieto de un hombre tan grande. Y no sabía explicarlo. Hoy quisiera hacer una lista, ya que las listas te gustaban, de las cosas que hacíamos juntos. Gracias por todas las historias que me contaste, por las palabras cruzadas que compartimos, por los libros que me regalaste, por los viajes que hicimos, por todo lo que me transmitiste. Nunca supe dar respuesta a qué se siente al tener un abuelo así, pero hoy al pensar en todo eso puedo decir que tenerte de abuelo me llenó de orgullo. Gracias nonno.»
Un aplauso entusiasta estalla entre la multitud. Muchos sacan su pañuelo y lloran. Una marea humana se aprieta detrás de vallas colocadas por los organizadores del funeral. La mayoría son gente anónima, como Vincenzo D’Angelo, barbero jubilado de la Piazza Napoli, que declara a “La Nación”, que nunca ha leído un libro de Umberto, aunque sí ha visto la película de su best seller, “El nombre de la rosa”. «Tomaba el café en el mismo bar de la Via Dante al que voy yo. Era un grande, un maestro, nos hizo sentir a los italianos orgullosos en todo el mundo y quise venir a decirle gracias.»
Con las notas de «La follia», «La locura», Sonata para Violín en Do menor, Op. 5, Nº12, del músico barroco Arcangelo Corelli (1.653 – 1.713), Italia da su último adiós al escritor y semiólogo Umberto Eco. El féretro, de sencilla madera clara, está cubierto por flores del campo, blancas y amarillas. Al lado se ha colocado la toga del “Alma Mater” de la Universidad de Bolonia, donde Umberto Eco fue profesor durante cuatro décadas. Poco más de una hora dura el homenaje en el que rectores, editores, escritores, compañeros de juventud y alumnos lo han definido como «maestro» y «amigo».
El funeral a Umberto Eco concluye con la «bendición de un creyente a un no creyente» por parte de Salomone (Moni) Ovadia, actor, dramaturgo, escritor, compositor y cantante, descendiente de familia judía sefardita. «Que Dios te bendiga, sobre todo por no creyente», ha dicho Ovadia, porque «Dios soporta a los creyentes, pero prefiere decididamente a los ateos». Homenaje celestial también el que le ha dedicado el director y actor Roberto Benigni, presente en el funeral: «Una pena que se haya ido, porque personas como él hacen falta en la tierra. En el cielo ya hay muchas personas bellas, aquí quedan cada vez menos». Tras el funeral, el cuerpo de Eco fue incinerado.
Colofón
Ocho meses después de su muerte, la casa editorial Lumen publica el trabajo final de Umberto: “De la estupidez a la locura”, una muestra de su legado con una colección de sus artículos y opiniones durante 15 años de trabajo. Poco antes de morir, seleccionó personalmente entre sus escritos a la prensa aquellos que quería para sus “crónicas del futuro que nos espera”, como se subtitula el libro. Lumen se encargó de recopilar los artículos y ensamblar su obra póstuma, donde se percibe la nostalgia del pasado perdido, la relevancia de la cultura en la sociedad, la influencia de los medios de comunicación, el poder de nuevas tecnologías y, por supuesto, los temas de mayor interés para Eco: la crítica al poder y el consumismo “que nos deja llenos de objetos y vacíos de ideas”. Los ensayos están ordenados siguiendo un criterio temático, entre los que se encuentran los medios de masas, la muerte, el odio, la educación, la religión. En ellos se pasean también hombres y mujeres reconocidos internacionalmente como Silvio Berlusconi o el Papa Francisco, junto a los personajes de ficción más queridos por Eco (James Bond realiza varias apariciones junto a los protagonistas de cómics predilectos del escritor). “De la locura a la estupidez” ejemplifica lo que el escritor alguna vez dijo: “Aquellas cosas que no podemos teorizar, debemos narrarlas”. Su visión crítica e intelectual de las circunstancias y el futuro de la raza humana se plasman en las páginas de un libro que sirven como una continuación de lo que fue su obra, su pensamiento y también, su ser.