Autor: Antonio Gómez Romera
Domingo, 12 de febrero de 2023
EN EL CENTÉSIMO ANIVERSARIO DEL NACIMIENTO DEL GENIAL DIRECTOR CINEMATOGRÁFICO, FRANCO ZEFFIRELLI
Hoy, domingo, 12 de febrero, festividad de Santa Eulalia, niña mártir de 12 años muerta por proclamar su fe en Jesucristo y patrona de Barcelona junto a la Virgen de la Merced, sexta semana del año 2.023, se cumple un siglo(lunes, 1.923) del nacimiento en las afueras de Florencia (Italia) del director de cine, diseñador y productor de óperas, teatro, cine y televisión, Franco Zeffirelli, Embajador de la Cultura Italiana. En el año de 2.006, Zeffirelli reconocía personalmente que ‘No soy director de cine. Soy un director que usa diferentes instrumentos para expresar sus sueños y sus historias para hacer que las personas sueñen”.
Aunque su verdadero nombre es Gianfranco Corsi, el genial director ha pasado a la historia del cine con el pseudónimo artístico de “Franco Zeffirelli”; es el «Miguel Ángel de las artes escénicas» y triunfa, tanto en el cine como en sus montajes para el teatro y la ópera e, incluso, como creador del vestuario. Es el autor de algunas de las películas más representativas del cine italiano del último cuarto del siglo XX y su obra aporta al Séptimo Arte una visión esteticista, barroca y decadente, aunque no exenta de humanidad y ternura. En el Teatro Metropolitan de Nueva York, 800 espectáculos llevan su firma.
Sobre su arte, el periodista, dramaturgo, y productor de televisión, radio y teatro, Pablo Mascareño, recordaba en el artículo publicado bajo el título de “Callas y Luchino Visconti”, editado en el periódico La Nación de fecha 15 de abril de 2.020, que Zeffirelli que era “Controvertido, polémico. Provocador desde el Arte. Para muchos, repulsivo. Para otros, lo más cercano a la genialidad estética. Se involucró en política siguiendo a Silvio Berlusconi, algo que no cayó bien entre los que admiraban materiales como la versión incólume de “Romeo y Julieta” o algunas de las óperas llevadas a la pantalla grande como “Otello” o “La Traviata”. Solo él. A su modo. Gianfranco Corsi Zeffirelli hizo lo que quiso. Y, en general, le salió bien. Enamorado del Arte, que no es otra cosa que estar enamorado de la vida. Enamorado del ser humano y la sublimación estética que hace de su alma. Aunque, hombre al fin, terrenal y ampuloso, no se privó de amar. Fue un tipo de pasiones inconmensurables, definidas por el atractivo de los cuerpos, pero también por la seducción de la inteligencia. Pocos amores, pero intensos.”
Notas sobre Zeffirelli
Su madre, Adelaide Garosi, una diseñadora de modas apasionada de la música clásica quiso darle al niño el nombre de «Zeffiretti» (brisa pequeña), en honor a un aria de “Idomeneo”, rey de Creta, ópera en 3 actos obra del genial Wolfgang Amadeus Mózart (1.756 – 1.791), pero el funcionario del Registro Civil de Florencia se equivocó y escribió Zeffirelli. Gianfranco tiene una infancia triste, marcada por la tragedia, el desarraigo y la falta de referentes familiares que le hubieran ayudado a encaminar su educación y formación, tanto académica como sentimental.
Su madre lo concibe en una relación adúltera con el comerciante de lanas y sedas Ottorino Corsi. Ambos están casados con otras personas. Y, embarazada de Gianfranco, asiste al entierro de su marido, de profesión abogado, todo un escándalo para la época. Crece durante sus primeros años al lado de su madre, que muere prematuramente (1.929), víctima de la tuberculosis cuando el pequeño Gianfranco cuenta sólo 6 años de edad. Se marcha a vivir con el primo de su padre, Lide, y crece sintiendo siempre en su persona la lacra social de ser un “hijo bastardo” bajo el amparo de la comunidad de intelectuales ingleses conocida como los «Scorpioni», que se reúnen en el «Gran Caffè Doney», en la florentina Vía Tornabuoni. Gianfranco está al cuidado de unas primas solteronas que son sus tutoras durante su minoría de edad y una criada británica (Mary O’Neill), que le muestran y enseñan el idioma inglés y su amor por la obra de William Shakespeare (1.564 – 1.616). Interesado en su juventud por el Arte y la Arquitectura, Gianfranco, el muchacho del pelo rubio y los ojos azules, estudia en la «Accademia di Belle Arti» y después en la Universidad de su ciudad natal, donde llega a licenciarse en ambas materias (1.941). Durante la II Guerra Mundial Gianfranco lucha en la guerrilla partisana comunista y se une como intérprete a los soldados británicos del Primer Regimiento Escocés. Después de la guerra y tras ver la película «Enrique V» (1.944) de Laurence Olivier (1.907 – 1.989) se reincorpora a la Universidad de Florencia, pero ahora se interesa más en el teatro, el mundo del cine y los medios de comunicación; y así, tras un breve período como colaborador en «Radio Firenze» (1.946) situada en la Vía de Pucci, 2, debuta en el cine en calidad de actor interpretando el papel secundario de Fillippo Garrone en «L’onorevole Angelina» (La diputada Angelina, 1.947), del director romano Luigi Zampa (1.905 – 1.991).
Durante sus estudios de Arquitectura, Gianfranco descubre su inclinación por las artes plásticas y la decoración y une esta afición a su interés por el mundo del espectáculo. Empieza a trabajar como decorador y escenógrafo en el «Teatro della Pergola». Allí, además de aprender numerosos trucos de escenografía que le van a ser de gran utilidad en el futuro, conoce en 1.946 al gran cineasta Luchino Visconti (1.906 – 1.976), a cuyo equipo, la Compañía Morelli – Stoppa, pronto se incorpora en condición de Ayudante de Dirección. Este período de formación al lado de Visconti, al que asiste en los rodajes de algunas películas suyas como “La tierra tiembla” («La tierra trema», 1.948), “Bellísima” («Bellissima», 1.951) y «Senso» (1.954), influye de forma decisiva en la forja del estilo que luego va a caracterizar a Gianfranco en su faceta de Director.
Tiempo después decide concentrarse en el diseño del escenario. Su primer trabajo importante en este campo es la producción de «L’Italiana in Algeri» (1.952 – 1.953), un drama de 2 actos de Gioachino Rossini (Pésaro, Estados Pontificios, 1.792 – Passy, París, 1.868), estrenado en La Scala de Milán. Con esta formación, durante el primer lustro de la década de 1.950, Gianfranco se independiza y empieza a trabajar como escenógrafo, decorador, diseñador de vestuario y director de óperas. Durante muchos años va a compaginar estas actividades, sobre todo la que le vincula estrechamente con el mundo operístico, con su dedicación a la dirección cinematográfica. Triunfa, por aquel tiempo, con la puesta en escena de la ópera “Lulù” de Alban Berg (Viena, 1.885 – 1.935). Curiosamente, Gianfranco se horrorizó al descubrir a Visconti entre el público dirigiendo un coro de abucheos. Este incidente fue parte de la larga y dolorosa ruptura entre los dos. Es muy aplaudido también por sus trabajos como ayudante de dirección de algunos cineastas de la talla de Michelangelo Antonioni (1.912 – 2.007), Vittorio De Sica (1.901 – 1.974) y Roberto Rossellini (1.906 – 1.976).
En el Metropolitan de Nueva York, se cruza por primera vez con la soprano de ascendencia griega, María Callas (Nueva York, 1.923 – París, 1.977). Según refirió, «La conocí cuando estaba gorda y desgarbada. Un año después había perdido 30 kilos y se había convertido en una mujer de insuperable fascinación». María Callas es la única mujer de quien se ha enamorado, según reconoce en su polémica “Autobiografía» que publica en el año de 2.006, cuando cuenta 83 años de edad, y en la que aprovecha para cargar contra Aristóteles Onassis. En su particular venganza, Zeffirelli retrata al armador griego como un hombre manipulador que incluso intentó mantener una relación homosexual con él, mientras en público presumía de su relación junto a la cantante lírica.
Pero si María Callas es la única mujer de su vida, su gran amor lo vive con el cineasta Luchino Visconti. Su encuentro con el director milanés durante unas pruebas para ser actor en las que es rechazado por su fuerte acento toscano le abre las puertas del cine. Visconti decide convertirlo en su Ayudante de Dirección después de descubrir su talento en unos dibujos que guarda en una carpeta. Juntos inician una apasionada relación laboral y sentimental. Gianfranco se instala en la residencia de Visconti, que le introduce en la “dolce vita” romana y le presenta a Coco Chanel (Saumur, Francia, 1.883 – París, 1.971) o Salvador Dalí (Figueras, 1.904 – 1.989). Cuenta en su “Autobiografía” que «Para mí, Luchino era el modelo de todo lo que cuenta de verdad».La relación sentimental acaba cuando después de un robo en la casa, Visconti hace declarar a Gianfranco ante la Policía junto al personal de servicio. El resto de su vida y su obra es ya parte de la Historia Contemporánea.
Colofón
Gianfranco Zeffirelli fallece el sábado, 15 de junio de 2.019 en Roma, en su casa de Vía Appia Antica, a los 96 años de edad. La catedral de Santa María del Fiore de Florencia reúne, tres días después, el martes, 18 de junio, a cerca de un millar de personas que rinden un homenaje al genial maestro del cine italiano, despedido con un largo aplauso acompañado por las notas de “Dolce sentire”, melodía de su película sobre San Francisco de Asís, “Hermano sol, hermana luna” (1.971).