POR UN AVE DE VERDAD
No sé si con tanto «ruido» nacional que nos llega con las astracanadas desde Castilla y León, el descalzaperros de la sedición y la malversación, o el Apocalipsis que un día sí y otro también nos anuncia Lady Madrid, les ha pasado desapercibida una noticia capital para el futuro de Granada, como es la apuesta realizada por el alcalde, respecto a la llegada soterrada del AVE a la ciudad y las nuevas conexiones ferroviarias.
Tras las alarmantes opciones barajadas en los últimos meses, con motivo del debate sobre el nuevo PGOU y la posibilidad de trasladar la estación a las afueras, el alcalde ha adoptado la posición por la que siempre ha luchado su partido, que no es otra que la de mantener la estación en su actual emplazamiento y que la llegada del tren a la ciudad se produzca soterrada.
Así lo confirmaba esta semana el primer edil en su comparecencia sobre el avance del nuevo Plan General, donde se barajó el debate de sacar la estación de su emplazamiento de Andaluces y llevarla hasta las proximidades de Hipercor, planteamiento que se encontró con la oposición frontal de numerosos sectores de la ciudad, a la que Francisco Cuenca ha sido sensible, retornando al planteamiento originario de su partido, de apostar por el soterramiento de las vías, eliminando la cicatriz que actualmente se abre en la Rosaleda y la Chana.
El Alcalde aseguraba que «una vez que conocemos que estaremos en el Corredor Mediterráneo, queremos saber ahora cuáles serán las inversiones y el ramal de integración en la ciudad».
Hasta donde sabemos, los proyectos ferroviarios necesitarían una inversión aproximada de 900 millones que permitirá integrar las vías de la línea procedente de Moreda y Bobadilla y diseñar el ramal de entrada hasta la estación, porque según Cuenca, «queremos la eliminación de las vías delante de los vecinos de La Chana, de Rosaleda y cerca de Pajaritos, y lo decimos con claridad y rotundidad».
Sacar la estación de su actual emplazamiento en la avenida de Andaluces, como se barajó en avance del nuevo PGOU, hubiera supuesto un retroceso imperdonable, en lo que al concepto de alta velocidad se refiere, porque llegar al centro de las ciudades es una de las grandes ventajas de los trenes y tenemos muchos ejemplos: Atocha, Sants, Santa Justa, Córdoba. Zaragoza, Murcia, etc. Trasladar la estación a la periferia y poner una lanzadera para conectar a los viajeros con el transporte urbano, hubiera desnaturalizado el propio concepto del AVE y habría supuesto un error del que esta ciudad difícilmente se recuperaría.
Ese traslado, ojalá que definitivamente frustrado, sería lo que le faltaba a Granada para que su infernal movilidad, acabara convirtiéndose en un sudoku con autobuses en la zona norte, tren en un lado, metro en otro y aeropuerto en el más allá.
Llevar la estación de tren fuera del cinturón de la circunvalación -como cordón que soporta y dificulta el crecimiento urbano hacia la vega, concebido en los años 90 en Granada- y acercarla a ese frágil espacio, con las tensiones urbanísticas que esto comportaría, hubiera conllevado un riesgo especulativo de incalculables proporciones.
Hace unos meses escribimos en estas mismas páginas nuestro deseo de que aquella amenaza de los redactores del PGOU, fuera solo «un globo sonda», por lo que suponía de apartarse y mucho, de lo que debe ser un planteamiento de una ciudad moderna, sostenible, sin coches, sin contaminación y porque difícilmente conseguiríamos hacer de Granada una ciudad atractiva para las empresas, con semejante maremágnum en su movilidad, concepto este que está más que asentado en las ciudades con mejor calidad de vida del mundo .
La solución que se esbozaba en el avance del PGOU, olvidaba también el trabajo que tanta gente ha hecho durante tantos años. Muchos equipos redactores de los planes generales de esta ciudad se hicieron un planteamiento disruptivo de la actual estación, pero todos llegaron a la misma conclusión: que Granada gana y la ciudadanía aún más, manteniendo la estación en su actual emplazamiento, considerando ese extremo como una posición irrenunciable. .
Lo de «justificar», como hicieron algunos, el traslado de la estación para acabar con la «cicatriz» que suponen las vías a su paso por la Chana, resultaba de una pusilanimidad política incalificable, porque esa «cicatriz» se evita con el soterramiento de las vías hasta su llegada a la estación de Andaluces, algo que siempre ha sido un compromiso del PSOE y que ya ha demostrado sus bondades en ciudades como Córdoba o Murcia, donde no solo se eliminó el problema, sino que se generaron nuevos espacios urbanos que han transformado esas ciudades, generando además plusvalías millonarias.
El AVE llegó a Córdoba soterrado, lo que ha supuesto la mayor transformación urbana de la ciudad en el último siglo. Las vías de ferrocarril -al igual que en Granada-, se habían convertido desde hacía décadas, en una muralla que rompía la continuidad entre el norte y el sur de la ciudad.
¿Por qué lo que se pudo hacer en Córdoba hace treinta años, no se puede hacer ahora en Granada? El soterramiento de 2,5 kilómetros en la ciudad califal, fue el inicio de un proyecto que rescató para el corazón urbano, un espacio de 423.000 metros cuadrados, viviendas, oficinas, lugares de ocio, además de un amplio aparcamiento subterráneo que ha dado respuesta a los problemas que existían en esta zona de la capital cordobesa. Al igual que ahora en Murcia, su ciudadanía, sus agentes sociales y los partidos políticos, fueron una piña en su lucha para conseguir aquel soterramiento, algo que debería reproducirse en Granada, para exigir del Gobierno los compromisos contraídos con esta ciudad para la llegada subterránea de la alta velocidad.
Veintidós años después de que el entonces todopoderoso vicepresidente del Gobierno y ministro de Fomento, Francisco Álvarez Cascos, presentara el Plan de Infraestructura 2000-2007, en el que se incluía la llegada del AVE a Granada, lo que nuestra ciudad ha “conseguido” son más de dos décadas de obras y cuatro años sin tren, para adecuar un tramo de 126 kilómetros de una línea ¿AVE? entre Antequera y Granada, que es la más lenta del país, con tramos de vía del siglo XIX; una estación impropia de una ciudad como la nuestra; escasísimas frecuencias de trenes y precios abusivos. Si rematamos la «faena» con el abandono del soterramiento, habremos convertido, una vez más, una enorme oportunidad en la nada con sifón.
Paco Cuenca ha levantado la bandera del soterramiento y, aunque ya hayamos perdido demasiado tiempo, debería tener detrás suya a toda Granada, empezando por los partidos políticos, que antes de las elecciones municipales, deberían adherirse inequívocamente a esa propuesta, siguiendo por los agentes sociales y continuando por toda la ciudadanía, cuyas movilizaciones ya han demostrado en Murcia, que son capaces de torcer los planes de cualquier Gobierno.
Que el AVE llegue a Granada soterrado, que lo haga a través de la nueva variante de Loja en un tiempo que pueda competir con el coche y con el número de frecuencias que exige una ciudad de primer nivel turístico internacional, es una obligación de esta ciudad y de toda su ciudadanía, porque en ello, como hemos visto con la sede de la agencia de la Inteligencia Artificial, nos va el futuro.