LA NAVIDAD DE NUESTROS SUEÑOS
Hoy la cosa va de sueños…
El acontecer de nuestra vida está cargado de preguntas, de incertidumbres y de serias dudas, hasta el punto de que, a veces, se nos hace difícil tomar decisiones complicadas.
Algo de esto le pasó al pueblo de Judá cuando su rey Ajaz, no sabía qué hacer para sobrevivir frente al poder del gran Imperio de Asiria y recibió de parte de Dios, por medio del profeta Isaías, el mensaje de que la fuerza y la salvación de los pueblos no está en hacer alianzas con los poderosos de turno.
La fuerza y la salvación del pueblo no está en los Imperios de este mundo que son todos violentos y tiranizan y machacan a los pobres.
La verdadera salvación del pueblo de Judá y la de todos los pueblos, está en sus mismas entrañas…
Ahí la ha puesto Dios: en el vientre de una mujer sencilla del pueblo cuyo hijo será para siempre:
«Dios con nosotros» o «Enmanuel».
Todo lo cual se cumplió en María, la chica enamorada y laboriosa, buena vecina, siempre atenta y solidaria… y comprometida con José para crear con él una familia…
José era un modesto artesano, experto picapedrero y un «manitas» para cualquier clase de arreglo… Hacía de todo: lo mismo picaba en la cantera, que se enganchaba a la cuadrilla para ganar un jornal en los campos, o hacía cualquier otra chapuza… Era un trabajador incansable… y sobre todo, una buena persona… incapaz de hacerle daño a nadie…
Por eso, ante el embarazo inesperado de María, pensó desaparecer calladamente… sin hacer ruido…
José estaba angustiado…
Y fue precisamente en los sueños donde Dios le ayudó a aclararse y a resolver su gran dilema.
También hoy, en lo más profundo de nuestra noche, Dios nos quiere hablar desde el silencio de nuestros sueños para decirnos:
– que no nos sometamos por miedo al dominio de los poderosos y nos acerquemos más a los pobres para escuchar los gritos de los que no tienen voz,
– que no estemos muy pendientes, ni admiremos a los que triunfan y nos comprometamos con la causa de los que malviven en las periferias,
– que no tengamos miedo de acoger la vida nueva que empuja y necesita abrirse paso…
O lo que es lo mismo: que no tengamos miedo a acoger, a través de nuestros sueños, el misterio de la NAVIDAD, el misterio de Dios.