EFEMÉRIDES DE FIN DE SEMANA

Domingo, 27 de noviembre de 2022

Antonio Gómez Romera

EFEMÉRIDES DE FIN DE SEMANA, EN EL 47 ANIVERSARIO DE LA PROCLAMACIÓN DE D. JUAN CARLOS I COMO REY DE ESPAÑA

Coronación ceremonial en la Boda de don Juan Carlos I doña Sofía.

Hoy se cumplen 47 años (jueves, 1975), de la proclamación de don Juan Carlos I (Roma, 5 enero 1938) como Rey de España. Su coronación, tiene lugar durante la Misa del Espíritu Santo en la Iglesia de los Jerónimos (Madrid) y la homilía la realiza el Cardenal don Vicente Enrique y Tarancón (Burriana, Castellón, 14 mayo 1907 – Valencia, 28 noviembre 1994). Siete días antes, a las 5:25 hrs del jueves, 20 de noviembre, el Ministro de Información y Turismo, León Herrera Esteban (Jaén, 4 julio 1922 – Madrid, 24 septiembre 2003), anuncia por la radio el fallecimiento del Jefe del Estado, don Francisco Franco Bahamonde (Ferrol, La Coruña, 4 diciembre 1892 – Madrid, 20 noviembre 1975).

Proclamación Real – Foto de grupo en la escalinata de Los Jerónimos.

El Príncipe Juan Carlos era, desde el 22 de julio de 1969, sucesor a título de Rey, por designación del Jefe del Estado (Ley 62/1.969 – BOE n° 175, de 23 julio). Por eso, el viernes, 19 de julio de 1974, cuando su primera enfermedad, Franco transmite, de modo provisional, las funciones de la Jefatura del Estado al Príncipe, en un oficio que el Ministro de la Presidencia, Antonio Carro Martínez (Lugo, 3 mayo 1923 – Madrid, 10 abril 2020), redacta delante del jefe de la Casa Civil, Fernando Fuertes de Villavicencio (Trubia, Asturias, 8 enero 1901 – Madrid, 18 noviembre 1996) y del yerno de Franco, Cristóbal Martínez-Bordiú y Ortega (Mancha Real, Jaén, 1 agosto 1922 – Madrid, 4 febrero 1998), X marqués de Villaverde. Es exaltado al trono con una ceremonia de unción llamada “Misa de Espíritu Santo”, el equivalente a una coronación, celebrada en la histórica Iglesia de San Jerónimo el Real de Madrid. Incluso, la meteorología acompaña el trascendental tránsito político: del gris plomizo que cubre el cielo durante el entierro de Franco, se pasa al sol, que se abre para saludar a reyes e invitados en la ceremonia de los Jerónimos. Ese solemne acto institucional permite la venida a España del Presidente de la República Francesa, Valery Giscard D’Estaing (Coblenza, 2 febrero 1926 – Authon, 2 diciembre 2020) y del Presidente de la República Federal Alemana, Walter Scheel (Solingen, 8 julio 1919 – Bad Krozingen, 24 agosto 2016). El Rey cuenta con los buenos auspicios de quienes cuentan en Europa, y la Monarquía puede ser una salida funcional al bloqueo político europeo realizado durante la Dictadura de Franco.

Proclamación Real – Homilía del cardenal Tarancón.

El cardenal Tarancón, dice en su homilía, que “la Iglesia se siente comprometida con la nueva situación y que no regateará su estima, su oración ni su colaboración al Rey”. El cardenal, secundado y ayudado en todos sus movimientos por un discreto y eficaz José María Martín Patino (Lumbrales, Salamanca, 30 marzo 1925 – Madrid, 29 marzo 2015), sabe que tiene algún margen mayor que el que tuvo el Rey días antes con Franco todavía “corpore insepulto”, y por eso, pide al Rey “que lo sea de todos los españoles, que promueva un reino de justicia en el que quepan todos sin discriminaciones, que ninguna forma de opresión esclavice a nadie y que acoja las diferencias y, respetándolas, las ponga todas al servicio de la comunidad (…) Dios bendiga esta hora en que comienza vuestro Reinado. Ojalá, un día, cuando Dios y las generaciones futuras de nuestro pueblo, que nos juzgarán a todos, enjuicien esta hora, puedan también bendecir los frutos de la tarea que hoy comenzáis y comenzamos”.

En el lado del Evangelio, junto a los Reyes y sentados en unos escabeles tapizados en terciopelo rojo, sus tres hijos acaparan en bastantes momentos la atención de los asistentes y de las cámaras de televisión: Don Felipe (Madrid, 30 enero 1968 – Heredero de la Corona desde la proclamación de su padre y hoy Rey Felipe VI), que hace gala de su seria compostura, a pesar de tener sólo 7 años de edad, y las Infantas Doña Elena (Madrid, 20 diciembre 1963) de 11, y Doña Cristina (Madrid, 13 junio 1965) de 10.

A 1.300 kilómetros de distancia, Don Juan de Borbón (Real Sitio de San Ildefonso, Segovia, 20 junio 1913 – Pamplona, 1 abril 1993, padre del Rey y Jefe de la Casa Real Española) sigue emocionado desde París y a través de la televisión los acontecimientos que se viven en España. El Rey Juan Carlos I y la Reina Sofía (Psykhikó, Grecia, 2 noviembre 1938) salen del templo bajo palio. En la puerta, ante las escalinatas, desfilan las fuerzas que han rendido honores y los invitados siguen a los Reyes a Palacio, donde se ofrece un almuerzo.

Foto de la Misa de Coronación en Los Jerónimos.

Los fastos organizados para la ocasión quedan para los anales de la Historia por tanta pompa, boato y oropel. Hay un gran desfile militar que acompaña y escolta al coche negro descapotable, en el que Don Juan Carlos y Doña Sofía hacen el recorrido por el centro de Madrid hasta el Palacio Real. Mientras, a su paso, son aclamados por una ciudadanía que parece entusiasmada con la restauración en España de la Monarquía… ¡viva el Rey!… pero el entusiasmo hacia el Rey sobrevendrá años después cuando se juegue y se gane la Corona, cuando empiece a verse clara la importancia del papel que ha jugado en la recuperación de las libertades y como motor del cambio.

«Que salgan, que salgan«. El reloj está a punto de marcar la 1 de la tarde y la multitud que se ha reunido en la Plaza de Oriente pide que los Reyes salgan al balcón del Palacio. En apenas 2 horas y media, hasta 6 veces tienen que asomarse Sus Majestades, Don Juan Carlos y Doña Sofía, para saludar al numeroso público congregado con motivo de la ceremonia, ante la presencia de las delegaciones extranjeras. Cinco días antes, Don Juan Carlos ha sido proclamado Rey de España y, tal y como afirma en su primer mensaje dirigido a los españoles, aquel día comienza «una nueva etapa de la Historia de España».

Después, tiene lugar en la Plaza de la Armería del Palacio de Oriente la primera revista militar del nuevo Rey de España. Hasta entonces, y al menos durante el último siglo y medio, salvo algún corto período de tiempo, la Historia de nuestro país ha sido la Historia de media España contra la otra media. Aquel día, Don Juan Carlos habla de un futuro distinto al afirmar, con toda rotundidad, que quiere ser el Rey de todos los españoles, por encima de las diferencias y de los partidos políticos. La Corona ofrece un horizonte de concordia y reconciliación a una España que ha abandonado el subdesarrollo, pero que afronta su futuro con una mezcla de esperanza y temor.

Sábado, 29 de noviembre de 1975, entra en vigor el Indulto Real, aprobado por el Decreto 2.940/1975, de 25 de noviembre, por el que se concede indulto general con motivo de la proclamación de Su Majestad don Juan Carlos de Borbón como Rey de España; publicado en el BOE nº 284 de 26 de Noviembre, y que, textualmente dice: “A propuesta de los Ministros de Justicia, del Ejército, de Marina y del Aire, y previa deliberación del Consejo de Ministros en su reunión del día veinticinco de noviembre de mil novecientos setenta y cinco, deseo comenzar mi reinado haciendo uso de la prerrogativa de Gracia que me confiere el artículo sexto de la Ley Orgánica del Estado. Enaltecer la Justicia –que es el fundamento del Orden y la Libertad– con el ejercicio de la Clemencia, ha sido una constante en la línea de nuestras mejores tradiciones históricas y religiosas. La instauración en Mi persona de la Monarquía Española ha de significar, una reafirmación de los propósitos de convivencia solidaria y pacífica entre todos los españoles. La promulgación de este indulto general constituye asimismo un homenaje a la memoria de la egregia figura del Generalísimo Franco (q. e. G. e), artífice del progresivo desarrollo en la Paz de que ha disfrutado España en las últimas cuatro décadas, durante las cuales otorgó once indultos generales e innumerables indultos particulares. Deseo y espero que los españoles a quienes hago beneficiarios de esta decisión real se incorporen, con el mejor espíritu de servicio a la Patria, a esta convocatoria a la concordia nacional para consolidar el principal objetivo de la Monarquía: el bien irrenunciable de la Paz”. En total, serán excarcelados 5.655 presos, entre ellos Marcelino Camacho y los condenados por el proceso 1.001.

Los Reyes saludando tras la proclamación.

Colofón

Siguiendo las reglas dinásticas de la monarquía española, la sucesión en la corona a título de Rey debería haber recaído en su padre, D. Juan de Borbón y Battenberg, Conde de Barcelona, heredero de los derechos dinásticos del Rey D. Alfonso XIII (Madrid, 17 mayo 1886 – Roma, 28 febrero 1941). Sin embargo, el salto en la línea de sucesión y el nombramiento como sucesor, que fue aceptado por el príncipe D. Juan Carlos, crea un conflicto interno en la Casa Real de Borbón. El sábado, 14 de mayo de 1977, Don Juan de Borbón firma en el Palacio de la Zarzuela, en una sencilla ceremonia familiar, la renuncia a sus derechos dinásticos históricos y a la Jefatura de la Casa Real en la persona de su hijo, Don Juan Carlos. Con esta renuncia se reanuda la dinastía histórica y de esta forma, tras la proclamación de Juan Carlos I como Rey de España, Felipe se convierte en Heredero de la Corona y asume el título de Príncipe de Asturias el martes, 1 de noviembre de 1977. Pronto, la Corona demuestra con hechos sus palabras y el Rey se va despojando de los «poderes heredados«, con el fin de dejar de gobernar y convertirse en un Rey constitucional.

El miércoles, 15 de junio de 1977 se celebran las primeras elecciones libres y, una vez devuelta al pueblo la soberanía nacional, el primer objetivo es dotar a los ciudadanos de una Constitución en la que todos los españoles se sientan integrados. El texto de la Constitución, aprobado en Referéndum el miércoles, 6 de diciembre de 1978, es sancionado por el Rey durante la solemne sesión conjunta del Congreso de los Diputados y del Senado, celebrada en el Palacio de las Cortes, el miércoles, 27 de diciembre de 1978.

En su discurso ante las Cortes, Don Juan Carlos pronuncia unas palabras que todavía conservan toda su vigencia: «Si los españoles sin excepción, sabemos sacrificar lo que sea preciso de nuestras opiniones para armonizarlas con las de los otros; si acertamos a combinar el ejercicio de nuestros derechos con los derechos que a los demás corresponde ejercer; si postergamos nuestros egoísmos y personalismos a la consecución del bien común, conseguiremos desterrar para siempre las divergencias irreconciliables, el rencor, el odio y la violencia, y lograremos una España unida en sus deseos de paz y de armonía».

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