EN GRANADA SE ENTIERRA MUY BIEN

En Granada se entierra muy bien

Agustín Martínez -Periodista-

Cuando aún no se habían cumplido cinco días desde su dimisión como secretario general PSOE, tras conocerse los resultados de las elecciones al Parlamento Europeo, celebradas en España el 25 de mayo de 2014, Alfredo Pérez Rubalcaba fue cuestionado por cómo se sentía tras recibir cientos de expresiones de cariño y reconocimiento a su labor, al margen de los resultados que habían precipitado su decisión, lo que le llevó a pronunciar una de sus más reconocidas citas, mientras la expresión gestual de su rostro adoptaba el tic más socarrón que podía, para decir que, lo que sucede, es que “en España enterramos muy bien”.

Visto lo visto en los últimos días tras el fallecimiento del doctor Jesús Candel, más conocido por su alias de Spiriman, en Granada parece que también se entierra muy bien, a tenor de las peticiones de honores y distinciones para el finado, entre las que solo falta la solicitud del premio Nobel de Medicina.

Lamento profundamente su muerte, como la de cualquier ser humano y quiero desde aquí trasladar mis condolencias a sus familiares, sin embargo no puedo compartir, ni de lejos, la hagiografía y ascenso a los altares, que muchos de sus seguidores quieren hacer del personaje tras su muerte.

Es comprensible que quienes sucumbieron a sus métodos y formas en vida, aumenten su abducción tras su muerte y estén a un chupito de pedir su beatificación, eso sí una vez que se le haya dado su nombre al Hospital del PTS, se cambie en el nombre de Puerta Real por el de Jesús Candel, se le nombre doctor Honoris Causa por la Universidad de Granada, Hijo Predilecto de Andalucía y Alcalde perpetuo de la ciudad.

Y no queridos lectores. Sin entrar a cuestionar sus «méritos» en la polémica desfusión hospitalaria de Granada -eso daría para varias columnas-, a mi juicio el personaje de Spiriman no merece ningún honor, ni distinción. Y no no lo merece porque toda su actuación pública estuvo basada en el insulto, la demagogia, la manipulación, el sectarismo y la polarización más insoportable. Por no hablar de la politización encubierta en favor de la derecha y de la absoluta opacidad sobre las millonarias donaciones recibidas de gentes de buena fe.

Verán ustedes, yo no quiero vivir en una calle que lleve el nombre del tipo que llamó «puto criminal» e «hijo de puta», al presidente del Gobierno; tampoco quiero transitar por una plaza que lleve el nombre de quien pidió a la ciudadanía que «escupiera a los médicos», o que cuando en España morían mil personas al día por COVID, asegurara que era «un virus de pacotilla… un pollonavirus que no deja de ser un resfriado», incitando a los jóvenes a saltarse el confinamiento; no me gustaría ir a un hospital que llevara el nombre de quien afirmaba que «El que se quiere curar de cáncer se cura y el que no, se muere»; tampoco quisiera que quien fue condenado a pagar 6.400 euros, por llamar “hija de puta” a la presidenta de la Junta de Andalucía a través de sus redes sociales, a 5.000 euros por llamar “putona” a una compañera de trabajo, a 4.000 euros por llamar “hijo de puta” al fiscal jefe provincial y a 30.000 euros por llamar «lameculos de su jefe» a la nefróloga Magdalena Palomares, fuera distinguido con ningún título honorífico por la ciudad en la que vivo. Me resultan penosas las lágrimas de cocodrilo de los medios de comunicación que han olvidado rápidamente que a quien ahora se ensalza sin límite, es el mismo que llamo «maricón» a un periodista, además de despellejar a todo aquel que no le bailaba el agua.

Pero lo que sin duda me parece más inexplicable es que el alcalde de Granada, el socialista Francisco Cuenca, a quien Spiriman llamó públicamente «tonto y sinvergüenza», entre otras lindezas, vaya a plantear a la comisión municipal de honores y distinciones, que evalúe la posibilidad de concederle una de las distinciones que contempla el reglamento.

No sé en qué momento el Alcalde ha pensado que esto podía ser una buena idea, cuando en realidad se ha metido en un avispero en el que no tiene nada que ganar y sí mucho que perder, porque poner alfombra roja para conceder una distinción honorífica del ayuntamiento que presides, a quien ha insultado, acosado y machacado a tus compañeros y a quien ha hecho perder las elecciones andaluzas a tu partido, demuestra una falta de nivel político alarmante y una ausencia de compañerismo impropia de un líder.

Si Paco Cuenca ha adoptado esa suicida decisión para intentar contentar a los seguidores de Candel, demuestra conocer muy poco los comportamientos de las sectas. Solo con el anuncio de esa decisión ya le han doblado el brazo. Si el Alcalde ha anunciado la posibilidad con la calculadora electoral en la cabeza, es que no conoce a la ciudad que gobierna, porque ni uno solo de los seguidores de Spiriman le votarían en las próximas elecciones, ni aunque le nombrara Alcalde Honorario y hermano de Fray Leopoldo.

Pero es que además con esa decisión Cuenca ha levantado ronchas entre sus compañeros de partido, desde las más altas instancias, hasta el último militante. Me cuentan que el cabreo de Juan Espadas es importante, porque además se ha enterado del asunto por la prensa, mientras que los militantes no se explican el desfase de su alcalde, rindiendo honores a una de las figuras que más daño

ha hecho al socialismo en los últimos años y que ahora, como dicen que hizo el Cid con las huestes sarracenas, puede volver a ganarle otra batalla a los socialistas después de muerto.

Esta ciudad no puede rendir honores a quien se caracterizó por las malas formas, el insulto, la humillación, la crispación, las voces y el odio… recordar que el fiscal antiodio de la Fiscalía General del Estado califico a Spiriman de «Hater», o lo que es lo mismo «odiador». No se puede, querido Paco, distinguir a quien ha hecho tanto daño a tantas personas, a la sanidad pública andaluza, a la convivencia y a la democracia. No se debería, querido alcalde ensalzar a quien en Granada, y Andalucía, fue el impulsor de un movimiento populista similar al trumpista americano, al brasileño, o al movimiento italiano que acaba de llegar al gobierno. Aquí solo consiguieron doblarle el pulso a Susana Díaz y echarla del gobierno andaluz. A ella y al socialismo. Es lo que buscaban. La sanidad era una herramienta… Como diría una de sus «víctimas», Juan Pérez, hablo de Spiriman, del personaje, no de Jesús Candel.

Para terminar, como brillantemente ha escrito Pepe Morales, «Es políticamente correcto el encomio de la persona, aun cuando no haya sido meritoria del más mínimo de los respetos, pero es políticamente obligada la denuncia pública del personaje, cuyas palabras y obras han dañado el bien común y la convivencia.

Frente a la hiperbólica y gregaria actitud del rebaño ante el óbito de su mesías doloso y adorado, urge arrojar luz sobre todas sus facetas para intentar tener una visión general sobre el personaje, que en este caso arrojaría muchas más sombras que luces.

Descanse en paz la persona Candel, al fin libre del odio, la mentira, el populismo, el insulto, la militancia… del personaje Spiriman».

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