Domingo, 16 de octubre de 2022
Antonio Gómez Romera
EN EL FARO, EFEMÉRIDES DE FIN DE SEMANA: SETENTA Y OCHO AÑOS DEL ESTRENO DE LA PELÍCULA “EUGENIA DE MONTIJO”, DIRIGIDA POR EL MOTRILEÑO JOSÉ LÓPEZ RUBIO
Hoy se cumplen 78 años (lunes, 1944) del estreno de la película “Eugenia de Montijo”, dirigida por el motrileño José López Rubio y protagonizada por la joven actriz Amparo Rivelles (1925-2013). Narra la vida sentimental de Eugenia de Montijo (1826- 1920): su desengaño con el XV duque de Alba (Jacobo Fitz-James Stuart, 1821-1881), y sus amores y matrimonio con el emperador francés Napoleón III (1808-1873).
Sobre el Director
José López Rubio (Motril, Granada, 13 diciembre 1903-Madrid, 2 marzo 1996) es hijo de Joaquín López Atienza, alcalde de Motril entre 1902 y 1904, que intervino en el intento de construcción del ferrocarril secundario de Granada-Motril, y de Magdalena Rubio Díaz. Tiene un hermano, Francisco (Motril, 1895-Madrid, 1965), que será guionista y dibujante de historietas, humorista gráfico, locutor radiofónico y escenógrafo. Pocos meses después de nacer en Motril, es llevado a Granada (Junio de 1904), donde transcurre su infancia. Forma parte de la llamada “Otra Generación del 27”, los considerados creadores del humor contemporáneo y los que afilaron la comedia española, inspirándose en las vanguardias que llegaban de Europa.
Sobre su biografía, el periodista y escritor Andrés Cárdenas (Bailén, Jaén, 1954), recopiló unas sencillas líneas en las que hace destacar “esa ironía que gastaba, se había aprendido su nombre completo de memoria: José Joaquín Francisco Cesáreo Caraciolo Isaac de Santa Lucía y de la Santísima Trinidad López Rubio. Lo solía decir con una sonrisa burlona en su rostro. A los 15 años ya hacía sus pinitos periodísticos en Cuenca, a donde su padre, Joaquín López Atienza, había sido trasladado como Gobernador Civil. Ya en Madrid, conoció a Enrique Jardiel Poncela, Gómez de la Serna y Edgar Neville, lo que permitió que surgiera un grupo de jóvenes creadores que tuvieran el humor como ingrediente principal en sus obras. Colaboró en varias revistas ilustradas, sobre todo en “Gutiérrez” y en “Buen Humor”, que durante un tiempo tuvo a bien editar. Escribió algunos cuentos para «Los lunes de El Imparcial” que luego reunió en su primer libro, “Cuentos inverosímiles”. Recibió el premio ABC de autores noveles por su comedia «De la noche a la mañana» (1928), en colaboración con Eduardo Ugarte. La obra fue traducida a varios idiomas. En 1930 le surge la posibilidad de irse a trabajar a Hollywood. Y allí se va de la mano de Edgar Neville. Tenía 26 años y cuando se lo comunicó a su familia, el padre le dijo: «¡Qué tonterías dices, niño!». Pero su decisión era inapelable. En California estuvo viviendo ocho años. La poderosa industria cinematográfica norteamericana se topó con un obstáculo: el idioma de las primeras películas habladas. Las producciones estadounidenses se proyectaban en su versión original o con unos subtítulos primitivos que no gustaban en España ni en Iberoamérica, donde el porcentaje de analfabetos o de personas que leían con dificultad seguía siendo muy alto en aquella época. La reacción no se hizo esperar en Hollywood: si el idioma es el problema, se rodará en tantas lenguas como sea posible. La industria norteamericana comenzó a buscar hispanohablantes para la traducción e interpretación de sus guiones, y encontraron una generación de escritores jóvenes, agudos y dispuestos a descubrir California. Y para allá se fueron Neville, Jardiel Poncela, Tono, Ugarte y López Rubio, entre otros. El motrileño fue contratado por la Metro Goldwyn Mayer como adaptador, dialoguista y traductor de las versiones españolas. Luego estuvo contratado por la Fox. Allí trabajó además como guionista; fue amigo de Charles Chaplin y trató a Stan Laurel, Oliver Hardy y Buster Keaton (…) En 1935 se marcha a hacer un viaje por Italia y Francia. Vuelve a España un poco antes de iniciarse la Guerra Civil y decide regresar a Estados Unidos. Pasó el resto de la Guerra Civil en México y Cuba, siempre trabajando como guionista. Rechazó la idea de vivir en el exilio por lo que al acabar la guerra volvió a España, donde esta vez sí pudo llevar a cabo el proyecto que tuvo que cancelar años antes, «La malquerida», de Jacinto Benavente”.
Florencio Natilla Rengel, padre carmelita (Fray «Matías del Niño Jesús», 1918- 2008) Prior del Monasterio del Desierto de San José de las Batuecas (Salamanca), escribió sobre la «vida oculta monástica» que llevaba José cada vez que los visitaba, y lo hizo tres veces al año, en Semana Santa, Verano y Navidad, durante los últimos 23 años de su vida: «Era admirable, ver a un sujeto de tal categoría, tan pulcro, de modales tan finos, de palabras tan amables, llevar la vida austera y el silencio total del Desierto (…) vivía como un ermitaño más, en una modesta celda y haciendo las más humildes y cotidianas faenas domésticas. Se levantaba a las seis de la mañana, calzaba las sandalias carmelitas, asistía a todos los actos religiosos, rezaba con la cabeza pegada al suelo, barría, fregaba y ayunaba igual que los demás».
Motril le concede la Medalla de Oro de la Ciudad (7 Agosto 1987) y allí tiene una calle dedicada y una biblioteca con su nombre, situada en la Rambla de Capuchinos, mientras que en Granada, «su» calle, une Reyes Católicos con el Zacatín. En el año 2003, el Ayuntamiento de Motril le dedica una semana de homenaje al cumplirse los 100 años de su nacimiento. Los actos incluyen una exposición titulada “El legado de López Rubio” y la presentación del cuento “La uva número trece”, editado por el Área de Cultura y que es dramatizado por el grupo Umbriel Teatro. También se proyectan dos de sus películas: “El crimen de Pepe Conde” y “Eugenia de Montijo”, de la que hoy hablamos.
Sobre la película
Se estrena en el “Cine Avenida”, en el nº 37 de la Gran Vía madrileña y esquina con la calle de Abada, ubicada al lado del Palacio de la Música, con una capacidad de 1632 localidades. Allí, en sus sótanos, se encontraba una de las salas de fiestas de las que pasaron a la historia: el “Pasapoga”, 1942-2004). Curiosamente, la palabra “Pasapoga”, viene de unir las sílabas de los apellidos de sus dueños, Patuel, Sánchez, Porres y García.
Es la octava película rodada por Amparo Rivelles, con sólo 19 años, y la primera en que es dirigida por José López Rubio: «Al volver a España me puse a dirigir. Era un gran contraste con Hollywood. Evidentemente aquí faltaban muchos elementos, pero, sobre todo, no había película virgen. Era dificilísimo de encontrar. Solo había de estraperlo en un bar junto al cine Callao. Enseguida me di cuenta de que solo podía hacer películas de guerra, de folclore andaluz o históricas. Hubiera querido hace cine de humor, pero no pude».
Sólo una parte de la película se rueda en Madrid: la fiesta que la condesa de Montijo ofrece en su palacio y durante la que se produce el desengaño amoroso de Eugenia respecto al duque de Alba. Eugenia había vivido en la madrileña calle del Sordo. La película tiene una duración de 87 minutos y la música está compuesta por Jesús García Leoz (1904-1953) y Joaquín Turina Pérez (1882-1949). La fotografía, corre a cargo de Enzo Riccione (B&W) y Carlos Pahissa. Es producida por C.E.A (Cinematografía Española y Americana-Ciudad Lineal-Arturo Soria, 350, Madrid) y Manuel del Castillo. El reparto de la película es el siguiente: Amparo Rivelles, como Eugenia de Montijo; Mariano Asquerino, como Luis Napoleón; Fernando Rey, como el Duque de Alba; Jesús Tordesillas, como Próspero Mérimée; María Roy, como Doña María Manuela; Guillermo Marín, como Jerónimo Bonaparte; Carmen Oliver Cobeña, como la Princesa Matilde; Nicolás Navarro, como el Conde de Morney; Mercedes L. Collado, como Paquita de Guzmán; María Victorero, como Pepa; Luis Peña, como Maupas; José Prada, como Persigny; María Cañete Peral; Aníbal Vela, como General Saint-Arnaud; Manuel Soto, como Fernando de Lesseps; Francisco Rodrigo, como Mocquard; Dionisia Lahera, como Lady Hamilton; Francisco Delgado Tena, como Bacciocchi; Joaquín Burgos y Ricardo Calvo, como Rey Jerónimo, entre otros. La película supone el debut en la pantalla, en un papel muy menor, del actor madrileño, Tony Leblanc (1.922 – 2.012). Tal como se recoge en el libro “La acción administrativa sobre el hecho cinematográfico durante el franquismo” -2.009-, de Raúl César Cancio Fernández (Madrid, 1970), “El anhelo falangista de recuperar las esencias patrias en los orígenes de la nación española, les llevó a un proceso de idealización del periodo de la reconquista y del legado imperial, como ejemplo de supremacía de lo español en el mundo, se manifestó en un género histórico impregnado de un pueril maniqueísmo, en donde se configuró una insólita galería de mujeres ilustres y heroicas, depositarias de la virtud y trasunto de la madre patria”.
El relato que propone José López Rubio en la película como guionista y director es como un cuento de hadas, con una franca simpatía hacia el personaje principal, Eugenia de Montijo. La ambientación es excelente y deslumbrante en algunas escenas, pues las imágenes nos muestran los fastos, el boato y la suntuosidad de la imperial corte francesa decimonónica. Se utiliza un sencillo lenguaje cinematográfico, de manera que la historia fluye con la naturalidad de una vocación lineal.
Colofón
En Madrid y en el despacho del subsecretario de Comercio, Política Arancelaria y Moneda, a las 11 horas del jueves, 4 de Octubre de 1945, reunido el jurado calificador del Concurso de Premios de la Producción Cinematográfica Nacional correspondiente a la temporada 1944-45, acuerda, por unanimidad, adjudicar los seis premios de 250.000 pesetas a las películas tituladas «Espronceda», producida por Nueva Films, S. A.; «El obstáculo», por Emisora Films; «El fantasma y doña Juanita», por C. I. F. E. S. A.; «Tierra sedienta», por Goya Films; «Domingo de Carnaval», por Edgar Naville y «Eugenia de Montijo», por C. E. A. y Manuel del Castillo.