Domingo A. López Fernández
Fotos: EL FARO
Juan Carlos Medina, pastoreño del alma, exalta a la Reina Madre del barrio
A modo de solemne preámbulo a los tradicionales cultos que la Real e Ilustre Hermandad de la Divina Pastora va a dedicar a su titular desde el domingo, en la tarde del sábado, 8 de octubre, hermanos de hermandad, devotos y vecinos del barrio se daban cita en la iglesia de Capuchinos para asistir al pregón de exaltación que todos los años se ofrece en su honor. El pregón se convierte, pues en el arranque de una semana intensa en la que el nombre y la devoción a la Divina Pastora va a ser ensalzado en las correspondientes homilías de todos y cada uno de los sacerdotes que han sido invitados por la hermandad para estar presentes en su septenario. Hay que hacer notar, igualmente, que desde el año de 2019 no se ha podido impartir ningún otro pregón por causa de la pandemia, siendo su último pregonero el motrileño Antonio Pérez Reinoso.
El pregón de exaltación a la Divina Pastora del año 2022 ha tenido lugar a la conclusión de la santa misa que ha presidido el párroco y consiliario de la hermandad, D. Antonio Rodríguez Hervás. Minutos después daba comienzo el acto en sí, accediendo al ambón Eloy Ibar, hermano mayor de la hermandad, que ha agradecido la asistencia de los fieles presentes, “pastoreños todos de corazón” y, muy especialmente, a la alcaldesa de la ciudad, Luisa Mª García Chamorro y a los miembros del equipo de gobierno que le han acompañado. Como muy bien ha recordado, «hoy es un gran día; estamos a las puertas de ver a nuestra Madre “La Divina Pastora” recorriendo este gran barrio. Es el día del preludio, y hoy Ella será pregonada y recibirá por parte de la persona encargada de ello todo su cariño, sus mejores recuerdos y sus mejores palabras”.
De seguida ha dado paso al presentador del pregonero, José Santiago Martín, persona a la que unen fuertes lazos de amistad y es conocido director del programa radiofónico “A golpe de llamador”. Como fiel y sentido pastoreño que es, sus primeras palabras han sido dirigidas a su Madre celestial, a la que ha alabado con tiernas palabras a modo de cántico: “salve Pastora querida/cuya caridad te mueve/dejando noventa y nueve/y buscas la oveja perdida/salve fuente de la vida/salve bellísima aurora/porque en la última hora/el sumo rey/de toda humana grey/te constituyó Pastora”. Entrando de lleno en su labor, definía al pregonero, Juan Carlos Medina, como una incondicional persona y amigo. Se alejó en su discurso del Carlos Medina cofrade, labor en la que dijo es muy conocido, para centrarse en el Carlos Medina como persona. Según avanzó, le conoció en un foro cofrade, en el que expresó ideas no coincidentes que le valió una cierta reprimenda, de ahí que como bien dijo, nuestra amistad se forjó hace veinte años “con un insulto que el tiempo lo ha convertido en diversa anécdota “. Finalmente expresó a los presentes que se sentía muy afortunado porque fuese él a quien “han elegido para el pregón de mi querida Hermandad, de mi Madre, La Virgen de la Pastora, y más en su aniversario de llegada hace 275 años ¡casi ná! Que feliz me siento que seas tú el qué, en esta noche pastoreña nos guíes con tus versos cofrades hacía un risco verde que corona la Excelsa Señora de la Divina Pastora. Es de sobra que lo vas hacer desde el corazón, pues tu corazón empezó a latir en las calles de este, tu barrio, nuestro barrio”.
El presentador daba paso al pregonero con un intenso abrazo de hermano junto al altar para cederle la tribuna en la que ensalzar a la Reina Madre de Capuchinos. Como todo buen pregón, su inicio parte de unos versos que salen del alma y que recuerdan sus imágenes de infante en el barrio que le vio nacer. Así quiso recordar a la calle del Cementerio que “era viento de veleta, /era mi norte y mi sur, /era mi patria pequeña”. Y con ella sus tradiciones, antiguas vecinas y vecinos, a las que aludió con sus nombres y antiguos apodos. Y como no, a ese señero mes de octubre, en el que “éramos nervios templados. /Guardábamos las bengalas/como un tesoro dorado/para alumbrar a la flor/que con pamela y cayado/decía “Que Dios te guarde”/desde el jardín de su paso”. Finalmente, concluía su sentido preámbulo con toda una exaltación salida desde el mismo alma: “Mi barrio guarda la luz/de recuerdos encarnados. /Mi barrio de Capuchinos, /en el alma tatuado, /es un trocito de cielo/que quiso Dios regalarnos/para que viva su madre/cuidando de su rebaño”.
Juan Carlos Medina inició su pregón en sí con un enaltecimiento, el que deriva de la eternidad de la Divina Pastora. Ella es, como bien dijo, un “latido heredado de nuestros padres y que dejamos en herencia a nuestros hijos, y estos a los hijos de nuestros hijos; solo así se pueden explicar esos 275 años de culto en la ciudad que no tienen principio ni fin, porque su eterna misión de pastoreo no tiene cabida en el tiempo”.
Los versos compuestos en su corazón se hicieron presentes en su verbo para recordar la llegada de la Divina Pastora a Motril un 24 de abril de hace 275 años, su traslado a Motril en procesión, su recalo en el convento de las Madres Nazarenas hasta su definitiva entronización en la iglesia de los Capuchinos. Igualmente se hizo eco de la guerra fratricida “que en ti fraguara una herida que más aún te entroniza” y a la que hoy en día contempla como vencedora. “No hay quien te venza Pastora/No pudo contigo el fuego,/no pudo contigo el ciego/odio del no pasarán…/ Y a pesar de los pesares,/de tu historia acontecida,/eres Reina protegida/y eres madre protectora”.
En tierno dialogo el pregonero dirigió su mirada a la Madre del Hijo de Dios para decirle que “aquí me tienes como hijo pródigo exiliado”, pues me has mandado llamar y ante ti no me puedo negar. Trajo aquí asimismo, los fuertes lazos de amistad que le ligan a su presentador, José Santiago, con el que mantiene su misma sintonía, el gran amor a su Madre Celestial.
Los versos del alma, volvieron a engrandecer a la patrona del barrio, con una interminable esencia de halagos, lisonjas y embelecos, porque el pregonero quería hacer resaltar que regresaba a su lado al abrigo del pasado y a curar sus heridas a las que era su estación de partida, aunque en verdad nunca se fue.
Su mensaje pastoreño se centraba ahora en tres aspectos de gran calado en su persona. El primero en la eternidad de la Pastora en los abuelos. El sentimiento de la pérdida de un familiar muy cercano hizo mella ahora en su verbo, que quedó quebrado en su dicción por momentos y que fue granjeado por el público presente con un sonoro aplauso. Fue un mensaje introspectivo en el que quiso recalcar que la partida de un ser querido deja una huella imborrable. En verdad, dijo que “los creíamos eternos, que derrotaban el tiempo con la misma facilidad con la que derrotaron las envestidas de la vida. Y eternos son…solo que esa eternidad se muda a la dulce sonrisa que se nos escapa al recordarlos con la añoranza de quien va haciendo muescas a los años. Y La Divina Pastora, no es ajena al doloroso e inevitable tránsito”.
En segundo lugar el del mensaje de eternidad en las madres, que fue adornado con la detallada historia de la advocación pastoreña y su llegada a la ciudad de manos de la orden capuchina. Como bien recordó, la guerra civil impuso su ley a fuego, siendo en el año de 1943 cuando surgió de sus cenizas consagrando la iglesia que da cobijo a la Madre de Dios. Y esta soberana Reina vive, sin lugar a dudas en cada corazón de nuestras madres.
El pregonero aludía finalmente a la eternidad de la Pastora en los hijos. Vino a decir que “todo sufrimiento cicatriza rápidamente en una madre cuando la felicidad y el bienestar de los hijos es sutura para sus heridas”. Y en el olvido queda todo sufrimiento cuando el tiempo, que también sana cualquier herida, da paso a la fraternidad de su rebaño. Como bien dijo “Que mal pagado está el sufrir de una madre, pero con que poquito se siente recompensada. No hay mayor recompensa ni felicidad que la que sostiene la sonrisa de un hijo. Ella no hace distinción entre buenos y malos. Ella, nos quiere y nos sufre a todos por igual porque todos somos iguales ante sus ojos y ante los ojos de Dios mismo. Y ella es Pastora y Reina de todos nosotros”.
El epílogo del pregón fue todo un canto de excelencia a la Reina Madre a la que ensalzó como “Eterna flor de Motril/que en el pecho yo acuartelo/Siempre cercana, a mi vera,/eres flor de primavera/ en todos los octubres/Madre que todo lo cubre/de la gracia más certera./Eres suspiro de vida/y toda una vida entera./Eres tú la pregonera/de la fe que me atesora./Eres la madre que implora/a Dios que todo lo puede/y ante el que siempre intercede”. Y finalizaba su discurso con un “Eres la más bella obra/de Domingo Sánchez Mesa,/la más dulce recompensa/para el barrio que te adora/eres agua del sediento/y eres pan para el hambriento./De mis lamentos el paño/por eso hoy te acompaño/y ante el mismo Dios te digo,/-Pongo al barrio por testigo-/que, por siempre, como ahora,/no hay más Señora que Tú…/Pastora”.
Con el consabido “He dicho” concluía el pregonero su intervención, a la vez que los fieles presentes, puestos en pie, le ofrecían un cálido y extendido aplauso que fue granjeado con los consabidos vítores a la Divina Pastora, la Reina de Capuchinos, la Madre del Hijo de Dios. El protocolo fijado por la junta de gobierno de la Hermandad desplegó al momento el reconocimiento público al presentador, José Santiago, así como al pregonero, al que le fue entregado un cuadro representativo del logotipo conmemorativo del 275 aniversario de la llegada de la imagen a Motril.