Tal día como hoy, hace 124 años, nacía en Fuentevaqueros, Federico García Lorca, un genio irrepetible, asesinado con solo 38 años. Hoy, en EL FARO, recuperamos el artículo de opinión que realizaba el pasado año 2021 en este diario, el periodista, Agustín Martínez, recordando su muerte y cómo veía su impronta literaria y humana, y el tratamiento que Granada da a su genial poeta, para evaluar si ¿algo ha cambiado?
Artículo de opinión
Ochenta y cinco años se cumplieron en la madrugada de ayer (19-agosto-1936), del asesinato de uno de los mayores genios que ha dado esta ciudad y este país. 38 años tenía cuando las balas del odio, la envidia y la mediocridad, segaron la vida de quien fuera capaz de deslumbrar a genios como Dalí, Buñuel, Manuel Ángeles Ortiz, Rafael Alberti, Manuel de Falla, Luis Cernuda, o Antonio Machado. Solo 38 años y ya había firmado obras capitales de las letras españolas, como Mariana Pineda, Yerma, Bodas de Sangre, Doña Rosita la Soltera, la Casa de Bernarda Alba, Romancero Gitano, el Maleficio de la Mariposa, o Poeta en Nueva York.
Pero Granada, «su» Granada, no le perdonó su brillantez y la mediocridad imperante en esta ciudad, junto a la envidia tan propia de esta tierra, prefirieron segar su vida a continuar «soportando» su éxito. Dicen que le mataron por rencillas familiares, por rojo, por masón y por maricón. Yo creo que acabaron con él por envidia, por no soportar su brillantez, su ingenio y su enorme lucidez. La peor burguesía de España segó de raíz la vida de su hijo más preclaro, sumergiendo de nuevo a esta ciudad en el pantano gris de la vulgaridad que tan familiar nos resulta.
A pesar de que la «buena sociedad» de esta tierra no perdona salirse del rebaño, la herencia de Federico sigue recogiéndose en Granada en los poemas de Javier Egea y García Montero, las novelas de Muñoz Molina, las pinturas de Juan Vida y Jesús Conde, los cantes de Enrique Morente y Juan Pinilla, los bailes de Eva «Yerbabuena» y Blanca Li, el rock de Miguel Ríos, las canciones de los 091, Lagartija Nick, Niños Mutantes, Lori Meyers, o La Guardia, la prodigiosa garganta de Mariola Cantarero, las viñetas de Paco Martín Morales, los reportajes periodísticos de Antonio Ramos. Talento, puro talento en un desierto de envidias y mediocridad. Así nos va.
Para vergüenza de propios y extraños la noche del miércoles, en la que se cumplían los 85 años del asesinato de Federico, Canal Sur, principal medio de comunicación público de Andalucía, pagado con nuestros impuestos, no variaba un ápice su «cutreprogramación» de folclóricas, tópicos y concursos casposos, mientras La 2 de TVE, emitía los primeros capítulos de la magistral serie de Bardem, imprescindible para quien quiera conocer cómo y por qué, la canalla fascista asesinó en Granada a su poeta más famoso y a más de cuatro mil personas, en los primeros días de aquel infame golpe de Estado. Para muestra bien vale un botón.
85 años después de aquella infamia, cualquier otra ciudad del mundo, hace tiempo que habría articulado en torno a semejante figura, toda una oferta cultural que la habría hecho imprescindible para cualquier viajero que quisiera acercarse a un personaje de su talla. En Granada no solo no ha sido así, sino que hemos sido incapaces de arrancar el Centro Lorca, llamado a catalizar su legado y convertirlo en lugar de peregrinaje de estudiosos y amantes de su obra repartidos por todo el mundo.
En Granada no tenemos un teatro con su nombre, ni una compañía estable de teatro que represente sus obras cada semana. Por no tener no tenemos ni los hitos urbanos que recuerden a los paseantes aquellos lugares frecuentados por Federico; ni su casa en la Acera del Casino, ni la tertulia del Rinconcillo en el restaurante Chikito, solo recordada por el granadinismo de su malogrado propietario, Luis Oruezabal; ni sus múltiples actuaciones en el venido a menos Centro Artístico; ni la estancia de sus últimas horas en la actual facultad de Derecho y entonces siniestro Gobierno Civil. Nada. Casi ni rastro. Lo que habla a las claras de la mala conciencia que esta ciudad arrastra por el asesinato de su hijo más universal.
El Centro Lorca, buque insignia para el estudio y difusión de la obra del poeta, cuyas obras tardaron casi una década en terminarse, no termina de despegar y no se ha convertido en el referente y agitador cultural que se esperaba. Ni por su programación, ni por su protagonismo. Ni siquiera supone un refuerzo de las aspiraciones de Granada para convertirse en capital cultural europea en 2031.
La capacidad que Granada tiene para envenenar casi cualquier idea de futuro, se refleja fielmente en este proyecto que ha acumulado tantos contratiempos, retrasos, sobrecostes y disputas internas, como para considerarlo ya un proyecto maldito sin temor a caer en la exageración, como lo demuestran los supuestos delitos de falsedad documental y desvío de fondos por parte del ex secretario de la fundación, Juan Tomás Martín, cuya supuesta «gestión desleal» dejó en las cuentas del centro un agujero millonario que diversas fuentes cifraron en 10 millones de euros, sumando pagos pendientes y gastos sin justificar.
Mientras los huesos de Lorca y más de tres mil granadinos continúan esparcidos por pozas y barrancos entre Viznar y Alfacar, los del máximo responsable de su asesinato, Gonzalo Queipo de Llano, «reposan» con todos los honores a los pies de la Virgen de la Macarena y para más burla, los herederos ideológicos de quienes dieron aquel golpe de Estado que acabó con la vida de Federico y de decenas de miles de españoles, reivindicaban ayer su memoria, con un vomitivo tuit de la cunera de Vox, Macarena Olona.
¿Saben ustedes lo peor? pues que no tengo nada claro que en esta ciudad y en este país no haya quienes no dudarían en repetir aquella barbarie. Para empezar ya hay quienes matan a golpes a jóvenes por «maricones». Lo mismo que a Federico, pero grabado y difundido por smartphone.