Domingo A. López Fernández/EL FARO
Fotografías: Daniel López Rodríguez
EN EL FARO, ECOS DE NUESTRA SEMANA SANTA: Tres cofradías y una procesión en la madrugada hacen presente la muerte de Cristo en la villa
Salobreña vive todos los viernes santos de una manera muy especial. Es día festivo y, como tal, la villa contempla en sus calles un movimiento singular de personas venidas de fuera para disfrutar de un breve puente festivo. Las playas así lo manifiestan, al igual que bares y restaurantes, que mantienen completamente llenas sus terrazas desde hace días. El viernes santo siempre ha sido solemne por la festividad, a pesar de que se rememore la muerte de Cristo, pero no deja de mostrar ese ambiente vacacional y de ocio, aunque solo sea por unas cortas jornadas. Fiel a la liturgia, las iglesias de la villa y sus anejos no celebran misa en el día, sino la pasión del señor en la tarde, concluyendo los oficios en la iglesia de la Caleta con el rezo de un Santo Vía Crucis.
El Viernes Santo, tres cofradías tienen prevista su salida penitencial por las calles en un mismo cortejo, sacro cortejo, desde luego. Se trata de las cofradías del Santo Sepulcro, María Santísima de los Dolores y la de San Juan Evangelista, que tras un largo recorrido verifican su encierro en la iglesia patronal minutos antes de las 0:00 del ya sábado santo. Es, desde luego, un momento sublime, que tiene su continuación con otra procesión de la Virgen de los Dolores, despojada ahora de todas sus joyas y vestimenta, para ataviarla totalmente de luto y tomar la advocación de María Santísima en su Soledad.
Con puntualidad, la solemne procesión del Viernes Santo inicia su salida penitencial tras organizarse el cortejo en la plaza de la iglesia siguiendo la disposición establecida por las tres mencionadas corporaciones de pasión. Con orden se ven salir los tres pasos que la integran, el de la Sagrada Urna de Cristo, la imagen de San Juan y la de la Virgen de los Dolores. La salida del trono de esta última tiene la compleja operación del paso por la puerta lateral de la iglesia, lo que obliga a desmontar su palio y bajar hasta casi el pavimentos los varales para salvar la altura del dintel del arco medieval que le sustenta.
Ya en la calle, abre la marcha la cofradía del Santo Sepulcro, que dispone en su cabeza la cruz parroquial flanqueada por dos ciriales, a los que siguen dos filas de hermanos de luz, figurando en su centro el estandarte de Cristo Yacente confeccionado en terciopelo de color negro que ostenta la efigie de su titular pintada al óleo. Tras ellos, dos hermanas revestidas de mantilla portan sobre sendos cojines de terciopelo negro los emblemas pasionistas de la corona de espinas y los tres clavos, ya que Cristo ha sido bajado de la cruz y su cuerpo figura depositado en la sagrada urna. A continuación, el cuerpo de acólitos con incensarios da paso al trono del Santo Sepulcro, que muestra sobre su canastilla el majestuoso sepulcro que confeccionara el escultor Domingo Sánchez Mesa en los primeros años de posguerra. El encargo le llega de manos de la vecina Dolores González Valenzuela, que por expreso deseo quiere ofrendarlo a la memoria de su hija, Blanca Díez González, su esposo, y el hijo de ambos, Salvador Armada Díez, fallecido en la guerra civil. El escultor también restaura la antigua imagen del Yacente que fue adquirida en Granada en el año 1819 y que pudo ser salvada de su destrucción en el año de l937. Por lo que respecta a la sagrada urna puede decirse que es un auténtico portento salido de la gubia del artista granadino. Está realizada en madera noble de color caoba que ha sido donada por la vecina Dolores González de su propio mobiliario. La urna de Cristo presenta en el basamento una preciosista decoración en plata con símbolos propios de la pasión, entre ellos el escudo frontal con la cruz desnuda y el sudario colgando de sus brazos, el rostro de Cristo sobre el lienzo, el gallo, los clavos de Cristo y el martillo y las tenazas, entre otros. Todo su exterior está cubierto de finos cristales biselados que dejan ver la imagen de Cristo postrado, quedando separados sus marcos por medio de cuidadas columnitas que son dobles en sus ángulos y simples en los laterales. Tras el paso de Cristo, cierra la sección del Santo Sepulcro la Banda de Música de Salobreña, que ha interpretado durante todo su recorrido sentidas marchas de corte lento y carácter fúnebre tal y como demanda el cuerpo de Cristo muerto y depositado en la urna. Se hace preciso destacar la salida penitencial a los sones de “El Señor de Sevilla”, marcha muy apropiada por el sentido de duelo que hace remarcar su interpretación. Igualmente, a su paso por tribuna oficial, se ha podido escuchar “A la memoria de mi madre”, original del antiguo director de la Banda, D. Enrique Pareja Bosch. Y ya a petición del capataz del paso, José Miguel Alonso, la marcha “Amarguras”. Ya a la entrada a la plaza del museo se dejaba oír la marcha “Jerusalén”, de tonos más movidos, pero emocionante en sus ritmos. Y siguiendo a esta, “Sepultus Est”, original de Alberto Vílchez, “Jetsemani” y “Hossanna in Excelsis”, con lo que se iniciaba la entrada en la plaza de la iglesia a los sones de “La Madrugá”. Finalmente, como no podía ser de otra manera, “La Muerte no es el final”, lenta en su interpretación, pero sentida en su ritmo y melodía y que es muy del gusto del público asistente. Excelente actuación ésta de la banda que dirige el maestro Jorge García Quirantes, que da cuenta de su buen hacer y el rango atesorado con los años en la que es la interpretación musical y procesionista de la comarca.
Sigue al Santo Sepulcro la cruz guía de San Juan Evangelista, acompañada de dos filas de penitentes con los colores propios de la corporación, habito de color blanco y botonadura y capirote de color verde, disponiéndose en su centro el estandarte confeccionado en terciopelo con la imagen titular pintada en su óvalo central. También se integran en el cortejo algunas costaleras en luto riguroso con cirios encendidos y varias jóvenes en traje de mantilla portando una de ellas la corona de la Virgen sobre un cojín. El cuerpo de acólitos con ciriales e incensarios precede a las andas en madera dorada que sobrellevan la imagen de San Juan Evangelista, y que fiel a su indumentaria va vestido con túnica de color verde y estola de color rojo. San Juan es obra del escultor Domingo Sánchez Mesa, que la realiza en 1940 por encargo de D. Miguel Pineda Rodríguez y su mujer, Antonia López Esteva, para ser donada a la iglesia.
Tras San Juan, abre la marcha de la sección mariana la cruz guía escoltada por dos faroles de frente de procesión, a los que siguen las filas de penitentes revestidos de los colores propios de la corporación, hábito de color blanco y capa y antifaz de color negro. En su centro, el estandarte de la Virgen de los Dolores, bordado en oro, que muestra una fotografía de su titular. La representación oficial de todas las corporaciones pasionistas de la villa se muestra a continuación, para dar paso al trono de la Virgen, portado a varal malagueño. Sobre su canastilla, la imagen titular, obra también del escultor Domingo Sánchez Mesa, que ultima por encargo del vecino Antonio Díaz Molina para ser donada a la iglesia en el mes de marzo de 1940. La virgen procesiona bajo palio, si bien, tanto a su salida como en determinadas calles de su itinerario éste ha de ser desmontado para evitar su roce con balcones y ventanas. Finalmente, cierra la marcha la Asociación Mi Bemol de Itrabo que ha podido interpretar conocidas marchas procesionales de carácter sentido y muy mariano.
La procesión del Santo Entierro de Cristo verificaba su encierro minutos antes de las 0:00 horas. del Sábado Santo para dejar paso a la procesión de María Santísima en su Soledad. La Virgen de los Dolores es en estos momentos despojada de su corona, de sus vestiduras, bordados y joyas, para ser aderezada en luto riguroso y posesionada sobre unas simples andas de salida. Es portada por su propia cuadrilla de mujeres que visten también de luto riguroso, fajín y medalla corporativa. La procesión es seguida igualmente por numerosas mujeres, aunque al final del cortejo se suelen disponer algunos hombres en marcado carácter penitencial. Como característica, se hace destacar que la procesión mantiene un inquebrantable silencio y no se hace parar en ningún momento, aunque si suele ser mecida de lado a lado con porte señorial. Ultimado su recorrido, la procesión entraba en la iglesia a las 2:15 hrs de la madrugada, momento en el que quedaba clausurada esta última manifestación de fe y devoción mariana en la calle.
El itinerario dispuesto por las respectivas juntas de gobierno para las dos procesiones del día ha sido similar, partiendo desde la iglesia patronal para continuar por Plaza de la Iglesia, Torre, Gloria, Plaza del Pescado, Muralla, Puerta de la Villa, Real, Plaza del Museo, Bóveda, Martín Recuerda, Callejón Estación, Estación, Plaza de la Iglesia, y desde aquí proceder a su encierro a los sones de “La Muerte no es el final”.
Con ello se daban por concluidas las manifestaciones de fe en la villa en esta Semana Santa del año 2022, que ha estado caracterizada por el buen tiempo en general, salvo los primeros días en los que la amenaza de lluvia pudo haber causado algún imprevisto. Afortunadamente, todo transcurrió con normalidad, y para la historia queda esta brillante puesta en escena de las corporaciones penitenciales tras dos años continuados de suspensión obligada por causa de la pandemia.