Domingo, 17 de abril de 2022
103 AÑOS DEL NACIMIENTO DE LA CANTANTE CHAVELA VARGAS
Antonio Gómez Romera
Hoy, 17 de abril, se cumplen 103 años (1919) del nacimiento en San Joaquín de Flores (provincia de Heredia, Costa Rica) de la cantante María Isabel Anita Carmen de Jesús Vargas Lizano, conocida como “Chavela Vargas”, aunque también por los apodos de “La Dama del Poncho Rojo”, “La Chamana”, “La Vargas”, “La Voz áspera de la Ternura fuerte y armónica”, “La Dama del Tequila”, “La Voz de América Latina”, “La Cantante de las Simples Cosas”. Una figura indómita, mítica, transgresora y adelantada a su época, que nace mujer y se hace la más “macha». Que lo pierde todo, por el alcohol y en el dolor, pero que resurge, por su amor al arte y su apego a la vida. En su sobrenombre, ella misma llegó a expresar que era “Chavela, así con v y no con b, como lo escriben todas las otras Chabelas del mundo, para joder”.
“Notas Biográficas”
Isabel tiene una infancia difícil e infeliz, marcada por los conflictos familiares, las carencias afectivas y las enfermedades, ya que sufre poliomielitis y un virus en los ojos que casi la deja ciega. Sus padres, coronel Francisco Vargas y Herminia Lizano, se desentienden de ella después de divorciarse, dejándola al cuidado de unos tíos, Ascensión y Tomás y Juan, con los que trabajará en los cafetales y naranjales de la familia. Su padre, además de militar, es un hacendado dueño de plantaciones de café, alcohólico, liberal confeso y un mujeriego empedernido. Isabel tiene dos hermanos mayores: Álvaro y Rodrigo, y una menor: Ofelia. Sobre su persona ella misma reconoció que “Me tocó nacer en Costa Rica, pero la vida de verdad la encontraría en México (…) A mis abuelos no los conocí y a mis padres más de lo que hubiese querido. Tuve cuatro hermanos y puesto que he de decirlo casi todo, lo diré: mis padres no me querían (…) Cuando mis padres se divorciaron me fui con mis tíos que Dios los tenga en el infierno”.
Comienza a cantar a los ocho años (1927). De esta época recordaba que “Se dieron cuenta de que yo era homosexual desde muy niña. Lo que duele no es ser homosexual, sino que lo echen en cara como si fuera una peste”. Isabel, con diecisiete años (1936), vende unas gallinas, una vaca y consigue el dinero suficiente para subirse a un pequeño avión de hélice. Siete horas más tarde aterriza en Ciudad de México, con una mano delante y otra detrás. Como bien dice, “me estaba esperando ese ser desconocido que es el Arte…”, y va a adoptar a México como patria y aquí va a residir durante más de 7 décadas. Su primera oportunidad como cantante le llega después de que su prima le presenta a la amante de un coronel, quien la recomienda en la oficina de la Lotería Nacional, donde participa en un programa de radio, el medio de comunicación con mayor alcance en el México de la década de 1940. La voz de Isabel se hace conocida y con el tiempo empiezan las primeras presentaciones en pequeños bares de la bohemia mexicana.
En 1942, con 23 años de edad, toma su nombre artístico, “Chavela Vargas”. Va vestida de hombre, con “huipil” y pantalón de indio,“más por comodidad que por provocación” y siempre lleva una pistola en el cinto, bajo su característico “jorongo”, porque según ella «hacía bonito».
Su verdadera leyenda se forja en la barra de las cantinas, como el mítico «Salón Tenampa», sito en Plaza Garibaldi de Ciudad de México, donde comparte innumerables noches y su adicción al tequila con su buen amigo, cantante, compositor y mecenas José Alfredo Jiménez (JoséAlfredo Jiménez Sandoval, 1926-1973), que es quien ve en Chavela la más perfecta voz para sus composiciones de música ranchera forjadas al calor del desengaño y el tequila. Su voz, recia y quebrada, recorre el territorio mexicano y llena los antros de la noche azteca: «El Otro Refugio», «El Teatro Blanquita», «El Patio», «La Taberna de El Greco». Cuando canta Chavela, hace llorar, pero ella no llora, le tiene terror a la cursilería. Ella misma reconoció que «yo me crie con machos mexicanos. Y no me tomaron como princesita». Le teme tanto como al escenario,al que sale “escudada” en su jorongo, prenda de la que llegará a tener una colección de más de 500 y sobre el que reconoce que: “Como una misa, es un sacrificio estar en el escenario. Y siento como una casulla el jorongo, que me cobija contra el miedo escénico”.
Chavela sorprende por su actitud desafiante y su apuesta radical. El conocido escritor mexicano Carlos Monsiváis dice de ella que “No sólo fue la apariencia de Chavela que se saltaba las reglas establecidas, sino que musicalmente prescindió del mariachi, con lo que eliminó de las rancheras su carácter de fiesta y mostró al desnudo su profunda desolación: ha sabido expresar la desolación con la radical desnudez del blues”. Ya consagrada, abre una puerta de la bohemia mexicana: se codea con el compositor Agustín Lara (1897-1970), la escritora y poetisa Pita Amor (1918-2000), el pintor DiegoRivera (1886-1957), el cantantePepe Jara (1928-2005) , y es musa y amiga del escritor Juan Rulfo (1917- 1986). La amistad entre Chavela y Frida Kahlo (1907-1954) comienza cuando ésta acude a una fiesta organizada por Frida en su residencia de Coyoacán, “La Casa Azul”, sita en calle Londres, 247, de Colonia Del Carmen, al Sur de Ciudad de México. Según afirmó, “Llegué una noche a una fiesta en casa de Diego y Frida, y me enamoré de los dos. Me invitaron a quedarme, y me quedé 3 años o 4”.
En los inicios de la década de 1950, trabaja una temporada en el «Champagne Room» del Restaurante «La Perla», en Acapulco, donde acude todo Hollywood. Conoce a Rod Hudson (1925-1985), Grace Kelly (1929-1982), Ava Gardner (1922-1990), Debbie Reynolds (1.932 – 2.016) y su entonces marido, el cantante Eddie Fisher (1928-2010), entre otros muchos artistas de la época. El domingo, 3 de febrero de 1957, canta en la boda de la actriz Elizabeth Taylor (1932-2011) con el productor de cine y teatro Michael Todd (1909-1958). Al día siguiente «todo el mundo amaneció con todo el mundo y yo amanecí con Ava Gardner».
Su éxito con las mujeres va a terminar convirtiéndose en su peor enemigo. Chavela tiene un romance con Arabella Árbenz Villanova (1940-1965) la novia de “El Tigre”,Emilio Azcárraga Mismo (1930-1997), el poderoso fundador de “Televisa”,quien al enterarse, moviliza todos sus recursos para apartar a la cantante de los escenarios, de las discográficas, centros nocturnos, radio y televisión, lo que la sume en la depresión y la bebida, y casi le cuesta el retiro de su carrera musical. En 1972 actúa en el programa de TVE «Estudio Abierto», de José María Íñigo, y canta, dos veces seguidas, «La llorona». De este día dijo que «Estaba completamente borracha. Fue un milagro que no me sacaran a patadas del Estudio».
Cuando el viernes, 23 de noviembre de 1973, fallece su amigo y mecenas, José Alfredo Jiménez, de una cirrosis hepática, Chavela llega después de la medianoche al velatorio en la avenida Félix Cuevas, con una guitarra, pistola al cinto y una botella de tequila, se sienta en el suelo, junto al féretro, y allí se queda toda la noche: cantando, bebiendo caballitos de tequila y llorando cada estrofa. Chavela y Paloma Jiménez, la viuda de José Alfredo, se darán un largo abrazo, sollozando las dos en silencio. Los éxitos pasan, y su voz se va ahogando en litros de tequila hasta que cae en el olvido. Su condición de lesbiana, su comportamiento en el escenario y sus relaciones tormentosas, la llevan a sufrir el rechazo de la sociedad mexicana durante muchos años, etapa que ella compara como una “muerte en vida”. Durante casi 15 años vive en un cuartucho de Aguatepec, a una hora de Ciudad de México, sumida en la más terrible de las miserias, levantándose a medio día y bebiendo tequila hasta que termina la noche. Chavela vuelve a cantar en un café-teatro de moda, «El Hábito», en Coyoacán (1991), y como muy bien dijo, «Salí de los infiernos, pero lo hice cantando (…) Si los milagros existen, éste es uno de ellos. Hay cantantes que se retiran uno o dos años y cuando vuelven ya no pueden hacer nada. Yo me retiré durante más de quince, volví y se me abrieron las puertas. Con 72 años!». Cantando en “El Hábito”, la encuentra el editor español Manuel Arroyo-Stephens (1945-2020), quien consigue rescatar a Chavela del olvido y que viaje a España para actuar en la “Sala Caracol” de Madrid, un garito flamenco muy de moda por entonces. Dos semanas después dará dos conciertos, los días 14 y 15 de mayo de 1993, en el Teatro «Lope de Vega» de Sevilla. En su escenario, Chavela siente que la vida le da «un beso en la frente». «Nos enamoramos. España y yo nos enamoramos. No lo pudimos evitar, fue extraño, como un maridaje. España me dio un público muy especial y generoso y muchos amigos, sobre todo Pedro», Pedro es Pedro Almoldóvar al que conoce en su concierto de la Sala Caracolsin que ella tenga idea de quién era él, «la sola persona» que la sabe amar, “somos como una continuación del otro en pensamiento, en amor a las personas y a las cosas». Pedro Almodóvar no solo va a ayudar a difundir las canciones ya versionadas por Chavelaa través de películas como “Tacones Lejanos” (1991) o “Kika” (1993), sino que va a ser elencargado de presentarla en actuaciones como la del “Teatro Olympia” de París (1994).Era aparente su fragilidad: arrugada, chiquita, delgada, ajetreada, de no más de 53 kilos yen la que dejaron su huella los 40.000 litros de alcohol que, según un cálculo de suhermano, ella bebió a lo largo de 78 años. Sobre ello recordaría que «Un día, estábamos de viaje por Acapulco y a él se le dio por sacar la cuenta de lo que había tomado, por pelos y señales. Y lo cierto es que el número, aunque elevado, no me asustó. Todo tiene un para qué en la vida. Y por algo habrá sido, y yo sé que por algo fue, pero me lo reservo».
El miércoles, 15 de noviembre de 2000, el presidente del Gobierno Español José María Aznar, le impone a Chavela, la Gran Cruz de la Orden de Isabel la Católica, en reconocimiento a su trayectoria artística y por ser tan querida en España como en el resto del mundo. Al acto, celebrado en el Palacio de La Moncloa, asisten Pedro Almodóvar, Soledad Becerril, Elena Benarroch, José María Cano, Bibiana Fernández y Asdrúbal, Rosario Flores, Simoneta Gómez-Acebo y su marido, José Miguel Fernández Sastrón, Martirio, Lina Morgan, Marisa Paredes, Isabel Preysler y el embajador de México, Juan José Bremer de Martino. Chavela, con 81 años y vestida con un traje de chaqueta negro y una bufanda blanca dio las “Gracias profundas a esta España que ha sido la madre que nunca tuve y que se juntó con el padre, que es México. Ojalá que no me muera nunca para poder estar en España”.
En Las Vegas (Nevada, EE.UU.), un miércoles, 7 de noviembre de 2007, Chavela es distinguida, junto a Alberto Cortez y Lucho Gatica, “pilares fundamentales de la música popular» con el Premio a la Excelencia Musical de la Academia Latina de las Ciencias y Artes de la Grabación, porque «se han convertido en leyendas vivas de la música latina» y «a través de su inspiradora pasión, su habilidad y su visión, han realizado aportes y logrado avances importantes para el beneficio general de la cultura latina». Chavela Vargas vive sus últimos años en Tepoztlán (Morelos), a las faldas del cerro del Tepozteco, con quien ella dice hablar y conversar cada mañana. En varias entrevistas, Chavela confiesa que le gustaría morir un domingo y que su funeral fuera un lunes o un martes «para no echarle a perder el fin de semana a nadie».
Colofón
Chavela es hospitalizada por problemas crónicos de corazón, pulmones y riñones, en el hospital “Inovamed” de Cuernavaca (Morelos) el domingo 29 de julio de 2012, tras su arribo a México tres días antes procedente de España, donde ha realizado una gira de un mes para promocionar su disco “Luna Grande. Homenaje a Federico García Lorca” (2012), dedicado a su poeta y eterno confesor y, además, presentar sus memorias “Dos vidas necesito. Las verdades de Chavela”. “Le dije adiós a Federico, les dije adiós a mis amigos y le dije adiós a España. Y ahora vengo a morir a mi país” (…) «Me voy. Les dejo de herencia mi libertad, que es lo más preciado del ser humano». Días antes de su muerte, ella pide que le traigan “su collar y el poncho rojo” porque esa es la ropa que quiere llevar en su muerte y lanza una advertencia: «Me llamo Chavela Vargas, ¡Que no se les olvide!». No permite que la entuben ni le practiquen ningún procedimiento invasivo, por ir en contra de sus creencias chamánicas. Sus últimas palabras fueron: “Me voy con México en el corazón”. Fallece a la 1 de la tarde, el domingo 5 de agosto de 2012, como consecuencia de un paro respiratorio, a la edad de 93 años. Se da a conocer su fallecimiento a través de su Twitter Oficial: “Silencio, silencio: las amarguras volverán a ser amargas… se ha ido la gran dama Chavela Vargas”.
En la lluviosa tarde del lunes, cientos de personas se dan cita en la céntrica Plaza Garibaldi de la capital mexicana, para rendir un homenaje póstumo, de cuerpo presente, a Chavela, como ella habría deseado, entre festejos, tequila y su música, interpretada por Lila Dows, Eugenía León y Tania Libertad, acompañada por las guitarras de “Los Macorinos”, además de la presencia del Mariachi del DF y Gama Mil. En el “Museo del Tequila y El Mezcal” (MUTEM, Plaza Garibaldi, Ciudad de México) se cuelgan varias pancartas, y en una de ellas se lee, “Adiós a la dama del Tequila, Chavela Vargas”. El martes 7 de agosto se le rinde un homenaje, de cuerpo presente, a Chavela en el Palacio de Bellas Artes. Sus cenizas son esparcidas frente a su casa de Tepoztlán, al pie del cerro del Chalchi, en el centro ceremonial de los huicholes en el municipio de Real de Catorce (San Luis Potosí), en el mar de Veracruz y en el de Guanacaste.