Domingo A. López Fernández/EL FARO
Fotos: EL FARO
Miércoles Santo de Vía Crucis solemne para recordar las escenas claves de la pasión y muerte de Cristo
El Miércoles Santo es un día grande para Motril en lo que a procesiones penitenciales se refiere, pues dos corporaciones de la ciudad tienen fijadas sus estaciones de fe en la calle en las primeras horas de la tarde y en la que ya es madrugada del jueves santo. En concreto, la cofradía de Penitencia del Santísimo Cristo de la Salud y Nuestra Señora del Mayor Consuelo, que efectúa su salida desde la iglesia de la Victoria, y la fervorosa Hermandad de Penitencia de Nuestro Padre Jesús del Gran Poder y María Santísima del Mayor Dolor, que lo hace desde su casa hermandad, sita en la popular calle de las Monjas. Desde el punto de vista litúrgico, el miércoles santo tiene también su trascendencia, ya que fija el final de cuaresma, los cuarenta días que pasó el pueblo de Israel en el desierto junto a Moisés, y los mismos que pasó igualmente Jesús en el desierto antes de iniciar su vida de predicación. Por tanto, una jornada trascendente que nos recuerda el inicio de la Pascua, en la que iconográficamente se plasma la sentencia de Cristo a morir en la cruz.
Con puntualidad espartana, las puertas de la iglesia de la Victoria quedaban abiertas de par en par a las 20:00 hrs de la tarde, para dejar salir al cortejo sacro del Santísimo Cristo de la Salud que, en escasos minutos, quedaba desplegado a lo largo del paseo de San Agustín. De seguida aparecía bajo el pórtico del templo agustino la imagen del sagrado crucificado que es llevado brazo en alto por su cuadrilla de hermanos portadores. Y, al momento, desde las ventanas del coro, se efectuaba el ya tradicional rociado de pétalos de flor que saluda la presencia de Cristo en las calles de Motril. Fiel a la tradición, allí se encuentra el hoy renovado coro rociero que dirige Carlos Martínez para cantarle al titular el himno “Cristo de la Salud”, cuya letra fue compuesta y adaptada por el mismo en año de 1993. Asimismo, la saeta “Al Cristo”, por la cantaora Mari Ángeles Sáez Fernández. Esta joven componente del grupo lleva en sus genes el alma de su madre, Angelitas Fernández, saetera de pro, que es quien le ha enseñado el particular sentimiento y tono rasgado que este singular cántico andaluz lanza a los cuatro vientos para expresar sentimiento y, sobretodo, lamento y angustia por la muerte de Cristo en la cruz.
Con la imagen del crucificado junto al pórtico, se ha dejado ver en su interior la tenue luz de la candelería del paso de Nuestra Señora del Mayor Consuelo, que portado por su propio cuerpo de costaleras ha iniciado sus movimientos para cuadrarse y efectuar su salida por el siempre ajustado compás de la puerta del templo. En el mismo momento en el que su frontal se ha mostrado en la calle, la Virgen ha sido recibida a los sones de la “Marcha Real”, a la vez que un nuevo rociado de pétalos de flor ha caído sobre la titular mariana. Y, frente a ella, la imagen del Santísimo Cristo de la Salud puesta en pie por su cuerpo de hermanos portadores, para abrazar a su Madre Dolorosa. Con ambos pasos ya en la calle, se ha iniciado la marcha del cortejo, al mismo tiempo que una inmensidad de fieles se ha ubicado en las filas para cumplir sus mandas con velas en sus manos. Como se sabe, esta es la única procesión de fe en la semana santa motrileña que verifica su estación de penitencia en forma de Santo Vía Crucis por las calles de la ciudad. A ciencia cierta, la devoción cristífera y mariana que despiertan estas dos imágenes agustinas toman cuerpo ejemplarizante para mostrar a toda la ciudad que la fe vive en el pueblo y acompaña en su dolor a Jesús en su cruz y su pasión. Se hace preciso mencionar que iniciada la procesión han comenzado a caer tenues gotas de lluvia que han suscitado el temor de una posible suspensión del cortejo procesional. Es más, hasta ese mismo lugar se ha desplazado un representante de la Agrupación de Hermandades y Cofradías de la ciudad para calibrar la decisión de su junta de gobierno, cuya respuesta ha sido clara, la de continuar su marcha en previsión de que se trataba de una nube pasajera, tal y como así ha sido.
La procesión del Santísimo Cristo de la Salud quedaba abierta en su cabeza con tres timbales que marcan el paso de los penitentes con el cadencioso y ronco sonido que despliegan las mazas sobre la membrana del tambor. Siguen a ellos la cruz guía que muestra en su cruceta el símbolo pasionista de la corona de espinas y el corazón agustino que identifica la orden matriz. Marcha flanqueado por dos faroles de frente de procesión, para dar paso a dos largas filas de hermanos que portan, a semejanza de Jesús, pequeñas cruces de madera sobre sus hombros. En su centro, el espíritu de mortificación toma cuerpo con un hermano portador de una gran cruz de madera que sigue las enseñanzas de San Mateo cuando refiere en su evangelio que “si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame”. Tras él, el libro de reglas corporativo asistido por dos varas y la presidencia oficial de la procesión, que en esta ocasión ostenta la directora gerente del Hospital de Santa Ana y dos representantes de la Cruz Roja de Motril. Marcha a continuación el joven cuerpo de incensarios que da paso a la imagen del Santísimo Cristo de la Salud escoltada por cuatro faroles y portada brazo en alto por sus hermanos. El sentido paso motrileño va flanqueado por una guardia de honor que despliega su propio cuerpo de hermanos portadores, que lucen en la solapa de sus trajes el típico clavel rojo característico de esta señera imagen de pasión. Tras el venerado crucificado, la representación de la orden agustina, que ostenta el padre Jesús Ángel Saiz Verano, consiliario de la corporación, que es quien dirige cada rezo del Santo Vía Crucis en la calle.
La sección de Nuestra Señora del Mayor Consuelo aparece encabezada por el estandarte mariano flanqueado por dos faroles que dan paso a las filas de hermanos de luz. Le sigue el corporativo, la popular “bacalá”, que constituye un auténtico estreno de este año y que ha sido confeccionada en el taller de bordado de la cofradía de “La Borriquita”. Marcha asistida por dos varas, antecediendo a la “pavera” de jóvenes hermanos de hermandad que están abocados a dar un nuevo impulso generacional a esta señera corporación del miércoles santo. El cuerpo de camareras de la Virgen del Mayor Dolor se dispone a continuación, junto al grupo de acólitos que portan los incensarios. Finalmente, el paso de la titular mariana, que marcha portada por su propio cuerpo de hermanas costaleras a trabajadera granadina. Sobre la canastilla, la imagen de María Santísima del Mayor Dolor, obra del escultor Mariano Roldán, y que es copia de la talla originaria que cedía la orden agustina radicada en la iglesia de los Hospitalicos de Granada. El paso mariano va comandado en labores de dirección por su capataza, Yolanda Rodríguez, asistida por las contraguías Mari Carmen Marcos e Isabel Morales. Cierra la marcha la Banda Municipal de Loja que dirige el maestro Miguel Ángel Nieves Pérez, y que en este día componen cuarenta y un músicos que han podido dar buena cuenta de su profesionalidad y buen hacer en la interpretación musical. Concretamente, han hecho su salida desde el pórtico de la iglesia de la Victoria a los sones de “Caridad del Guadalquivir”, para continuar con “Soledad Franciscana” y “Tu Dulce Mirada”. Otras sentidas marchas que se han podido escuchar han sido “La Madrugá” o “Mater Mea”, aunque por encima de todas hay que resaltar la propia de la titular mariana “Nuestra Señora del Mayor Consuelo”, que fue compuesta por quien fuera director de la Banda de Música de Motril, Antonio Romera. En total han podido interpretar dieciocho composiciones de corte serio y no alegre, en consonancia con lo que le ha solicitado la junta de gobierno de la cofradía. Calidad contrastada, pues la de esta joven banda que cuenta con una amplia agenda para esta semana santa, pues el jueves en la tarde se desplazan a Lucena, para continuar la madrugada del viernes santo en Jaén acompañando “El Abuelo”, y la tarde en Benamargosa (Málaga), para concluir finalmente en Alcalá de Henares el domingo de resurrección.
El itinerario dispuesto por la junta de gobierno de la cofradía para su salida procesional ha partido desde el pórtico de la iglesia de la Victoria, para continuar por Plaza de San Agustín, Zapateros, Jardinillos, Carrera, Tecla, Plaza Cruz Verde, Gaspar Esteva, Emilio More, Díaz Moreu, Romero Civantos, Plaza España, Puerta Granada, Rambla del Manjón, Cañas, Rambla del Carmen, Buenos Aires, Monjas, Cañas, Rambla del Manjón, Señor de Junes, Ruiz, Avenida San Agustín y desde aquí proceder a su encierro en la iglesia. En total, casi cinco horas de ejercicio penitencial en la calle, que se ha visto arropado en todo su recorrido por un público devoto que ansiaba ver al venerado Cristo de la Salud y su Madre del Mayor Dolor, tras dos años de suspensión obligada por causa de la pandemia del Covid-19.
Para finalizar solo resta decir que el Santo Vía Crucis del Santísimo Cristo de la Salud mantiene esa peculiar esencia que se le confieren en sus inicios y, por tanto, no da pie a un llamativo lucimiento del cortejo. Aun así, hay que hacer notar momentos muy significativos en su discurrir por las calles, como han podido ser las ofrendas de flores que le han realizado las cofradías del Huerto, el Nazareno y el Gran Poder, y la propia de hermanamiento que ha realizado la cofradía de la Buena Muerte a las puertas de su casa hermandad. Y ello, sin mencionar las de familias enteras que en un número superior a la treintena han hecho subir sus ramos al paso de la titular mariana. Igualmente, el canto de saetas que se han podido oír en calle Carrera, o la que le ha ofrecido el cantaor Francisco Heredia al Cristo de la Salud en la calle Rambla del Carmen. Francisco Heredia es nieto del también cantaor Paco “El Indio”, persona de la que ha heredado el sentir espiritual que despliega el canto hondo y desgarrado de la saeta al paso de una imagen de pasión. Finalmente, señalar la impresionante marea humana que se ha desplegado en la avenida de San Agustín para contemplar la salida de los pasos, escena que se ha vuelto a repetir a su regreso a la iglesia.
Fiel a la tradición, los devotos del Cristo de la Salud también tienen la oportunidad de ver salir la imagen a la calle en la tarde del viernes santo a la conclusión de los oficios, para reiterar un nuevo santo Vía Crucis, manifestación de fe en la que toda persona que quiera portar la imagen sobre sus hombros pueda hacerlo sin ningún tipo de impedimento.