Domingo A. López Fernández
Fotos: EL FARO
Durante los días 25, 26 y 27 de marzo, la hermandad del Santísimo Sacramento y cofradía del Santo Sepulcro y Nuestra Señora de los Dolores ha celebrado sus tradicionales cultos cuaresmales en la que es su sede canónica, la iglesia Mayor parroquial. Fiel a la tradición, la que es considerada como corporación oficial de Motril sigue manteniendo ese espíritu austero que deviene de su representación sacra, la de Cristo depositado en la urna sagrada y en presencia de su Madre Dolorosa, aspecto al que se une también el carácter sacramental que desde hace unos años tiene asumido en sus estatutos. Con esta disposición, la corporación señera del viernes santo centra sus actuaciones cuaresmales en un plano doctrinal y dogmático, de forma que celebra un único triduo a sus titulares sin el característico pregón de exaltación que otras hermandades de la ciudad hacen culminar en sus actuaciones. Por lo demás, durante estas fechas, los hermanos de hermandad se encuentran afanados en la preparación de los enseres procesionales que han de engrandecer el cortejo procesional del viernes santo, así como también en el reparto de hábitos penitenciales en la que es su casa hermandad de la calle Comedias. Todo, pues casi ultimado ya para ese día grande y de luto oficial en el que se ha de conmemorar la muerte de Cristo Redentor.
En los días precedentes al triduo, la junta de gobierno de la cofradía había encomendado a su equipo de priostía la erección del tradicional altar de cultos en el que se exponen a veneración sus sagrados titulares. Este año ha traído como novedad la traslación del mismo desde su acostumbrada estancia en el bajo coro hasta la actual capilla del confesionario, lugar que se adecua a una mayor prestancia y veneración de los fieles.
En la tarde del jueves, 24 de marzo, el altar de cultos se encontraba ya totalmente ultimado en su configuración y muy en consonancia con la línea que se viene manteniendo desde años precedentes. Así, en un primer plano y sobre túmulo regio descansa el cuerpo de Cristo muerto y descendido de la cruz mientras su Madre, atribulada en su mirada y apostura, contempla su figura desde un plano superior. La imagen de la Virgen aparece ensalzada bajo dosel en el que se hace destacar el paño de color negro que recubre toda la estancia para significar el sentimiento de luto que aflige a la Madre del Hijo de Dios. Finalmente, orla todo el conjunto una profusa candelería que ilumina la estancia sagrada durante los días del triduo. Hay que hacer destacar que la Virgen estrena para la ocasión una saya que ha sido donada por su vestidor, el hermano cofrade Abraham Ortega, y luce igualmente un broche de plata napolitana que representa la “Encarnación de la Virgen”, pasaje bíblico que identifica a la parroquia. Dicho broche ha sido donado por un hermano y estrenado en el día inicial del triduo, fiesta litúrgica de Nuestra Señora de la Encarnación, figurando prendido en el fajín que caracteriza a la Virgen como hebrea.
El triduo en honor de los titulares daba comienzo el viernes, 25 de marzo, con una solemne eucaristía que presidía el consiliario, D. José Albaladejo. Todos los hermanos de la cofradía ocupaban durante la ceremonia los bancos del ala derecha del crucero, lugar de gran significación y trascendencia, pues en este lugar estuvo ubicada la egregia capilla de Nuestra Señora de los Dolores que fue fundada por el cardenal Belluga. Como ha quedado señalado, en ese día se celebraba la festividad de la Encarnación y por ello el párroco quiso significar durante la homilía que Cristo se encarnará en María para traernos al mundo la salvación y el amor de Dios. Pero como bien significó, para alcanzar esa salvación Jesucristo tuvo que morir en la cruz, un paso necesario para poder llegar a la resurrección.
El sábado 26, a las 20:00 hrs, tuvo lugar el segundo día del triduo, ceremonia que fue coincidente con la función principal de instituto de la cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno y María Santísima de la Esperanza. En el desarrollo de su plática, D. José Albaladejo refirió la parábola del hijo pródigo para incidir en el sentimiento de ese padre que es capaz de perdonar al hijo que regresa al hogar vencido. Asimismo quiso resaltar que a veces, como personas, nos alejamos de Dios con reflexiones que pueden ser entendibles tales como es posible que Dios permita el hambre en la humanidad, pero que hemos de entender que lejos de Dios no somos nada y que si pedimos perdón siempre tenemos la seguridad que nos ha de volver a acoger.
El domingo, 27, se daba por concluido el triduo cuaresmal con una activa participación de los hermanos de la cofradía, que en sus ofrendas verificaron la lectura de Alma de Cristo de San Ignacio de Loyola. Asimismo, el párroco, revestido de ornamento de color rosado, hacía significar el sentido del cuarto domingo de cuaresma, domingo Laetare, para mostrar la alegría por la cercanía de la pascua. Finalizada la santa misa se dio paso al acto protocolario de la bendición de las medallas a los nuevos hermanos de la cofradía, función que estuvo presidida por el consiliario de la hermandad. Concluida la función, hermanos de hermandad y fieles en general asistieron a un breve acto de veneración a los titulares, instante que dio paso al traslado de las imágenes de Cristo Yacente y Nuestra Señora de los Dolores hasta su habitual lugar de culto. Aun así, el actual hermano mayor de la cofradía, David Correa Galeote, quiso dedicar unos minutos a EL FARO, para avanzar que en este año la corporación cumple 75 años desde su reorganización en los años de posguerra y que con tal motivo la junta de gobierno ha señalado unos actos protocolarios que se han de dar a conocer, destacando entre ellos la erección de un altar conmemorativo que posiblemente quede inaugurado en el mes de junio de este año.
Jornada, pues doctrinal y aleccionadora la verificada en este cuarto domingo de cuaresma en la que se han dado por concluidos los actos cuaresmales que durante todo el fin de semana han protagonizado señaladas corporaciones penitenciales de la ciudad.