Domingo, 27 de marzo de 2022
397 AÑOS DE LA CORONACIÓN DE CARLOS I COMO REY DE INGLATERRA, ESCOCIA E IRLANDA. SU VIAJE A ESPAÑA Y LA FICCIÓN CON EL CAPITAN ALATRISTE
Antonio Gómez Romera
Hoy se cumplen 397 años (jueves, 1625), de la coronación de Carlos I, como rey de Inglaterra, Escocia e Irlanda.
Breves notas biográficas
Carlos Estuardo nace en el palacio de Dunfermline (Escocia), el 19 de noviembre de 1600. Es el segundo hijo varón de los 9 vástagos de Jacobo VI de Escocia y I de Inglaterra (1566-1625), y de Ana de Dinamarca (1574-1619) y nieto de la reina de Escocia, María Estuardo (1542-1587). Es un niño poco desarrollado, que a la edad de 3 años todavía no puede caminar, ni hablar. Cuando la reina Isabel I (1533-1603) muere y su padre, Jacobo VI, es proclamado Rey de Inglaterra como Jacobo I, Carlos se queda en Escocia bajo el cuidado de enfermeras y criados, por su frágil salud, y su padre lo nombra duque de Albany. Un año después, viaja a Inglaterra (julio 1604), quedando al cuidado de Lady Carey, que le enseña a caminar y hablar. Carlos no está tan bien visto como su hermano mayor, Enrique Federico, Príncipe de Gales (1594-1612). El propio Carlos adora a su hermano e intenta emularlo. En 1605, y como es entonces acostumbrado en el caso del segundo hijo del soberano inglés, Carlos es nombrado duque de York. Cuando su hermano Enrique Federico muere de tifus en 1612, Carlos se convierte en el heredero del trono y es nombrado duque de Cornualles, pero hasta Noviembre de 1616 no es nombrado príncipe de Gales y conde de Chester, títulos habituales del heredero al trono inglés. Su hermana Isabel (1596-1662), contrae matrimonio en 1613 con Federico V, Conde Elector Palatino, lo que deja a Carlos prácticamente como único hijo. Al llegar a adulto, no mide más que 1 metro y 62 centímetros.
Carlos Estuardo, príncipe de Gales: viaje a España
Carlos se ve notablemente influido por su amigo, el favorito de su padre, George Villiers, I duque de Buckingham (1592-1628), y con él emprende un aventurero viaje de incógnito que le va a llevar a España en marzo de 1623, para buscar una alianza mediante un eventual matrimonio con la hija menor del rey español Felipe III (1578-1621), la infanta María Ana (1606-1646), hermana del rey Felipe IV (1.605 – 1.665). Está algo más de 6 meses en nuestro país y ese viaje ha sido motivo de numerosas novelas y películas. En la madrugada del martes 18 de febrero, salen de “New Hall”, la casa de Buckingham en Essex, disfrazados con barbas postizas y con una identidad falsa (John -Jack- Smith y Thomas-Tom-Smith), acompañados por un caballero que trabaja al servicio de Buckingham, sir Richard Graham (1583-1654). En Dover se les unen sir Endymion Porter, que conoce perfectamente España porque su abuela es española y él ha pasado una parte de su infancia allí, y Sir Francis Cottington, que ha pasado largas temporadas en España y está muy familiarizado con las negociaciones del matrimonio.
El miércoles 19, zarpan de madrugada hacia Francia y llegan al puerto de Boulogne. El viernes 21, llegan a París, donde permanecen hasta el domingo 23 de febrero. Durante este tiempo, son reconocidos varias veces por personas de humilde condición pero aunque el rumor sobre su presencia se extiende con rapidez por París, en la Corte francesa se decide no hacer pública la noticia. Finalmente, el viernes, 7 de marzo, llegan Carlos y Buckingham a Madrid y van directamente a la casa de Bristol, embajador extraordinario inglés. Durante el viaje y a causa de su impaciencia por llegar, Carlos y Buckingham, habían dejado ligeramente atrás a sus acompañantes y estaban solos al llegar a Madrid. En el camino habían podido ver la pobreza del país y lo extraordinariamente difícil e incómodo que resultaba atravesar la España de esa época.
Como gesto de alegría por la visita, las cárceles se abrieron para innumerables presos y muchos súbditos de Jacobo, la mayoría acusados de piratería, pudieron escapar de las prisiones y galeras españolas. Carlos Estuardo, príncipe de Gales, aparece como protagonista en la novela de Arturo y Carlota Pérez Reverte, “El capitán Alatriste” (1996), en la película “Alatriste” (2006) y también en la serie de televisión “Las aventuras del capitán Alatriste” (2015): “No era el hombre más honesto ni el más piadoso, pero era un hombre valiente. Se llamaba Diego Alatriste y Tenorio, y había luchado como soldado de los tercios viejos en las guerras de Flandes. Cuando lo conocí malvivía en Madrid, alquilándose por cuatro maravedíes en trabajos de poco lustre, a menudo en calidad de espadachín por cuenta de otros que no tenían la destreza o los arrestos para solventar sus propias querellas”. El capitán Alatriste es contratado para un trabajo donde se necesitan sus servicios como espadachín a sueldo. Es citado en una extraña casa abandonada y entrevistado por dos sujetos enmascarados Luis de Alquézar y el Conde-Duque de Olivares, quienes le señalan que existen dos viajeros ingleses, cuyo nombre no interesa, que merecen recibir un escarmiento antes de que lleguen a la embajada inglesa, que es su destino final. Las instrucciones son hacer que parezca un robo pero, bajo ningún concepto, matarlos. Al retirarse el enmascarado principal (Olivares) aparece fray Emilio Bocanegra, presidente del Santo Tribunal de la Inquisición, quien cambia las órdenes y señala que se debe eliminar a los ingleses por ser herejes. Alatriste no recibe de buen ánimo las nuevas instrucciones y se mantiene receloso, a diferencia del segundo espadachín contratado (Gualterio Malatesta), quien manifiesta estar de acuerdo en matar a los ingleses. El día de la llegada de los ingleses, Alatriste y Malatesta los esperan en una calle de Madrid, y al atacarlos oponen resistencia. Cae uno herido, lo que causa que el otro inglés arriesgue su vida y lo proteja desesperadamente pidiendo cuartel. Este hecho hace saltar las reservas de Alatriste, quien se enfrenta a Malatesta para evitar que éste mate a los ingleses. Ahuyentado Malatesta, que dejó claro que se volverían a encontrar, Alatriste lleva a los ingleses a la casa del conde de Guadalmedina para que le ayude. Allí se entera que el inglés herido es el príncipe Carlos de Gales, futuro rey Carlos I de Inglaterra, y el otro caballero es George Villiers, duque de Buckingham, quienes vienen a España para solicitar al rey la mano de la infanta María de Austria, hermana de Felipe IV. Se decide dejar oculto el incidente y la visita de Estado del príncipe de Gales, quien agradece a Alatriste su ayuda y le ofrece su apoyo. También hablan Arturo y Carlota en su novela, de la casa de las Siete Chimeneas (plaza del Rey), un edificio al más puro estilo del Madrid moderno en el que fue recibido el príncipe de Gales Carlos Estuardo por el embajador inglés. Sin embargo, el rey Felipe IV no tiene ningún interés en concertar el matrimonio de su hermana, por lo que se dedica a darle largas hasta que el inglés se cansa de la situación y regresa a su país. Así pues, el enlace nunca pudo celebrarse debido a que la corona española exigió la conversión del príncipe de Gales al catolicismo. Hay que hacer notar que a su paso por París conocerá a la princesa Enriqueta María de Francia (1609-1669), hermana del rey Luis XIII (1601-1643), que será con la que contraiga matrimonio cuando ya sea coronado rey de Inglaterra, Escocia e Irlanda.
Mientras Carlos Estuardo está en la capital de España, se ven allí algunos de los espectáculos públicos más interesantes de los que se harían durante todo el reinado de Felipe IV, bailes, representaciones de teatro, mascaradas (o máscaras), procesión del “Corpus”, cacerías, corridas de toros, juegos de cañas…etc. Es más, el primer drama conocido de Calderón de la Barca, “Amor, honor y poder”, fue compuesto para ser representado ante el príncipe de Gales. El viaje de Carlos a Madrid es considerado por los historiadores como determinante en su posterior interés por el arte, afición a la que destinó cuantiosas sumas y que en parte le acarreó su creciente impopularidad.
“Carlos I en tres posiciones”, de van Dyck, 1635-1636
El Triple retrato de Carlos I, obra del pintor Antón van Dyck (1599-1641), protegido de sir Endymion Porter, es pintado al óleo sobre lienzo con unas dimensiones de 84,5 x 99,7 cm. Está datado en 1635 y pertenece a la Colección Real británica, conservándose en la actualidad en el castillo de Windsor en Windsor (Berkshire).
No es este el retrato habitual que se hace de un monarca. Normalmente, las imágenes regias, lo muestran armado o a caballo y en posición de poder. El rey Carlos I de Inglaterra manda a Van Dick ejecutar esta «curiosa» pintura para enviársela a Italia al escultor Gian Lorenzo Bernini, (1598-1680), y que éste realizara “Nuestro retrato en mármol, a partir de un cuadro que Os mandaremos inmediatamente”, en palabras del rey.
Antón pinta al rey en tres posturas diferentes, de frente, de perfil derecho y tres cuartas partes del izquierdo. La vestimenta es diferente en cada efigie, en rojo, negro y lila, cambiando también las texturas y los brocados del cuello. Lo único que mantiene en las tres efigies es el lazo azul de la Orden de la Jarretera, una de las órdenes de caballería más antigua del Reino Unido. El pintor consigue de esta forma que una imagen con un propósito meramente utilitario se convierta en uno de sus retratos más conocidos. Antón se basa en un precedente, la obra “Retrato triple de un orfebre” (1530), del pintor veneciano Lorenzo Lotto (1480-1556), óleo sobre lienzo de 52 x 79 cm, que se encuentra en el “Kunsthistorisches Museum” de Viena. La obra de Antón va a influenciar, años más tarde, al pintor francés Philippe de Champaigne (1602-1674), en un retrato similar del cardenal Richelieu (1642, óleo sobre tela de 58´7 x 72´8 cm), que se encuentra en la “National Gallery” de Londres, bajo el título de “Triple Portrait of Cardinal de Richelieu”. Hay que hacer notar que el papa Urbano VIII (1568-1644), se encarga de enviar la escultura terminada a la reina, Enriqueta María, con la esperanza de suavizar las relaciones entre la Iglesia católica y la Iglesia de Inglaterra. La obra gustará mucho en la corte inglesa, no solo por la exquisita ejecución del trabajo, sino también por el gran parecido que guarda con el Rey. El monarca, muy satisfecho, recompensará a Bernini con un valioso anillo de diamantes. Aunque se conserva alguna copia, el busto original se perdió el día 4 de enero de 1698 en el célebre incendio del Palacio de Whitehall, residencia de los reyes de Inglaterra desde 1530. El cuadro estuvo en manos de los descendientes de Bernini hasta 1802, fecha en que fue vendido a un marchante británico, aunque la obra volverá a Inglaterra y será exhibida en la “British Institution”. Finalmente, en 1822 es adquirida para formar parte de la “Colección Real”.