SOMOS LO QUE HAY EN NUESTRO CORAZÓN
«Al que es bueno, de la bondad que atesora en su corazón sale el bien, y el que es malo, de la maldad de su corazón nace el mal»
Con estas palabras Jesús de Nazaret nos quiere llevar al centro de la persona humana y a la raíz de nuestro ser que está en el corazón.
Cuando el corazón está sano, la persona construye cosas positivas, tiene pensamientos positivos y dice palabras positivas… y en consecuencia, ayuda, acoge, es generosa… y hace que en su entorno se respire paz y amor.
Pero el que tiene el corazón vacío o lleno de maldades nunca dirá ni hará nada positivo…
«Porque de lo que rebosa el corazón, habla la boca».
En el corazón está pues, la raíz de la bondad y de la verdad y por consiguiente, la raíz de nuestra calidad moral.
Por eso es muy urgente que todos nos comprometamos en la hermosa tarea de formar el corazón de las nuevas generaciones y de reconstruirnos todos, desde dentro, y crecer en principios sanos de respeto y convivencia, en desarrollo interior y en espiritualidad…
Solo por este camino podremos conseguir que no haya tantos ciegos queriendo guiar a otros ciegos y que haya menos vividores y menos granujas jugando con la vida de la gente y el destino de los pueblos…
Y, desde luego, podremos conseguir que haya mucha más alegría en esta aburrida y triste sociedad.
La propuesta del evangelio es muy clara y se puede concretar en estos tres principios:
– Antes de pretender guiar a otros ciegos, llenemos nuestra vida de luz … y evitaremos que tropecemos todos.
– Antes de hacernos maestros de nadie, estemos dispuestos a aprender todo lo que, sin duda, ignoramos.
– Antes de empeñarnos en quitar la mota del ojo ajeno, saquemos la viga del nuestro.