EFEMÉRIDES DE FIN DE SEMANA

Domingo, 13 de febrero de 2022.

185 ANIVERSARIO DE UN SUICIDIO QUE MARCÓ LA HISTORIA

Antonio Gómez Romera

1837 – El suicidio de M

Luctuoso suceso

“Ese vago clamor que rasga el viento,

es la voz funeral de una campana:

vano remedo del postrer lamento

de un cadáver sombrío y macilento,

que en sucio polvo dormirá mañana.

(…)

Miró en el tiempo el porvenir vacío,

Vacío ya de ensueños y de gloria,

¡Y se entregó a ese sueño sin memoria,

que nos lleva a otro mundo a despertar!”

“A la memoria desgraciada del joven literato…” (1837)

José Zorrilla y Moral (1817-1893).

Pistola pavonada de bolsillo tipo «cachorrillo» – Museo del Romanticismo.

Son las 7:30 de la tarde del 13 de febrero de 1837, es lunes de carnaval y nos encontramos en Madrid, en concreto en la habitación que hace de despacho, en el tercer piso del número 3 de la calle Santa Clara (cerca de la plaza de Oriente, esquina a la calle

de la Amnistía). Nuestro personaje, a quien llamaremos M, tiene 27 años, viste una levita de paño azul con solapas y cuello de terciopelo negro y una camisa de hilo de Filipinas y en su mano derecha tiene una pistola pavonada de bolsillo tipo «cachorrillo». Acaba de despedir a una visita femenina. Se trata de su antigua amante, “la más bella entre las bellas, (…), de negros cabellos, trenzados al desgaire por los dedos del Amor; (…) de piececitos hechiceros, de tímidos andares, de senos alabastrinos, de talle esbelto, balanceándose como la flor sobre el tallo ondulante, de miradas de fuego (…) con todos los encantos de la belleza española; esa belleza morena, imagen y compendio del fuego de su alma”... y la dama ha dado por terminada su relación, le ha pedido sus cartas y le ha anunciado su próximo viaje a Manila (Filipinas) en donde su marido ejerce desde casi dos años antes el cargo de Secretario de Gobierno. M se descerraja un tiro en la sien. Oye la criada un ruido confuso, como la caída de vidrios y que atribuye a haber derribado su amo el velador sobre el juego de café; así se lo manifiesta al criado, añadiéndole: “¡Jesús, qué de mal humor ha dejado al amo esa visita!”. No atreviéndose a entrar sin ser llamados, según sus órdenes, aguardan a que acabe de cenar la niña (Adela), y entra el criado con ella a dar las buenas noches a papá, según costumbre, a quien encuentran ya cadáver tendido en medio de su despacho en un charco de sangre y con un minúsculo orificio en la sien derecha. En su mano aún sostiene la pistola con la que se ha quitado la vida, que hoy en día se encuentra custodiada en el Museo del Romanticismo (calle de San Mateo, 13 de Madrid). El criado asustado y la niña llorando, salen despavoridos y se lo dicen a la criada, avisando en seguida al Ministro de Gracia y Justicia, que vive debajo.

El suicidio de M deja viuda, Josefa Wetoret y Velasco (1809-1894) y 3 hijos pequeños, huérfanos (Luís Mariano, de 6 años; Adela, de 4 y Baldomera, de sólo 1 año de edad). Una estigmatización, de origen religioso, condena al suicida al fuego eterno e incluso le niega el entierro en tierra sagrada. Pero la intervención política del Ministro de Gracia y Justicia, José Landero y Corchado (1784-1848), permite el funeral de M en la Real Iglesia Parroquial de Santiago y San Juan Bautista y su entierro en el Cementerio General del Norte, en Fuencarral, situado detrás de la Glorieta de Quevedo. En Madrid no se habla de otra cosa. Por primera vez se da cristiana sepultura a un suicida con el beneplácito eclesiástico.

Ni en la tumba descansan los muertos

La tarde fría y nebulosa del miércoles de ceniza, 15 de febrero de 1837, el cortejo fúnebre, con los restos mortales de M, parte desde la Iglesia de Santiago hacia el Cementerio General del Norte: doce pobres de San Bernardino con hachas encendidas preceden al enlutado coche fúnebre tirado por cuatro caballos. Sobre el féretro, ejemplares de sus artículos y una corona de laurel. Cuatro berlinas y un bombé cierran la comitiva. A su entierro asisten Francisco Martínez de la Rosa, Ramón de Mesonero Romanos, los condes de las Navas, de Torrejón y de la Cortina, sir George Villiers, Antonio García Gutiérrez, Mariano Roca de Togores, los hermanos Madrazo, Juan Eugenio Hartzenbush, Leonardo Alenza Nieto, Antonio Ferrer del Río, Jacinto de Salas y Quiroga, Joaquín María López de Oliver, Manuel Bretón de los Herreros, José Gutiérrez de la Vega, Enrique Gil y Carrasco, Mariano Carnerero, Julián Romea Yanguas, Miguel de la Torre y Pando, Jean–Marie Grimaldi, Manuel Delgado, redactores y directores de todos los periódicos de Madrid y las más importantes personalidades de las Ciencias, las Letras y la Política.

Seis años después, el sábado, 18 de marzo de 1843, tiene lugar el segundo entierro de M. Ante el inminente cierre del Cementerio de Fuencarral, sus restos son trasladados a la Sacramental de San Nicolás de París y Hospital de la Pasión, al Sur de la Puerta de Atocha, hoy ya desaparecida, donde va a reposar junto a su amigo José de Espronceda y otros personajes célebres de la época. Por último, 65 años después de su muerte y 59 de su segundo entierro, el domingo, 25 de mayo de 1902, se produce el traslado definitivo de los restos mortales de M al Panteón de Hombres Ilustres de la Sacramental de San Justo, San Millán y Santa Cruz, en la ribera del río Manzanares.

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“Mariano José de Larra” (1.835), José Gutiérrez de la Vega y Bocanegra, Museo del Romanticismo.

Colofón

Nuestro personaje, M, es el escritor romántico y costumbrista crítico, Mariano José de Larra y Sánchez de Castro (1809-1837) y hoy se cumplen 185 años (1837) de su suicidio. La identificación de la amante del escritor no se produce hasta 82 años después de su trágico final, gracias a la escritora y periodista Carmen de Burgos Seguí (1867- 1932) que firma con el pseudónimo de “Colombine” y que publica en 1919 su historia: «Fígaro» (Revelaciones. «Ella» descubierta, Epistolario inédito). “Ella”es Dolores Armijo Carrero (1811- ), una mujer culta, elegante, poeta, sofisticada y vitalista, esposa de José María Cambronero García (1802-1840), teniente de caballería, que pidió su traslado a Filipinas al conocer las relaciones adúlteras. Dolores se embarca, 2 meses después del suicidio de Larra, en el puerto de Cádiz, el 17 de abril de 1837, en la fragata «Nueva San Fernando», con destino a Manila (Filipinas), donde llega el 24 de Agosto.

Larra, pintado por Federico de Madrazo.

Para concluir solo resta decir que Larra entra en el periodismo para denunciar los vicios de la sociedad, fruto de la corrupción política y del mal gobierno. Y, desde aquí, luchará con su pluma, a favor de la educación, el progreso y la libertad. Durante su corta vida, utilizará para escribir algunos pseudónimos, tales como el Duende Satírico, el Bachiller don Juan Pérez de Munguía, el Pobrecito Hablador, Andrés Niporesas y Fígaro, entre otros. Finalmente, subrayar una cita del escritor Jesús Miranda de Larra y Onís (1942), especialista en el personaje, quien expresa que  «Larra fue un hombre orgulloso, rebelde, enamoradizo, reservado, escéptico y misántropo, que luchó por cambiar su patria y al ver que no podía integrarse en una España sin progreso, se pegó un tiro en la sien, antes de cumplir los 28 años».

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