EFEMÉRIDES DE FIN DE SEMANA
Domingo, 19 de diciembre de 2021
Antonio Gómez Romera
NACIMIENTO DEL PINTOR VALENTIN MANUEL BARRECHEGUREN Y SANTALÓ
Tal día como hoy, hace 168 años, (lunes, 1853), nace en Granada el médico y pintor Valentín Manuel Barrecheguren y Santaló, ciudad en la que va a transcurrir su vida y en la que va a desarrollar su actividad profesional. Valentín Manuel será Académico de número de la Real Academia de Bellas Artes de Nuestra Señora de las Angustias y socio de mérito del Liceo Artístico y Literario.
Breves notas biográficas
No he podido encontrar mucha información sobre la infancia y juventud de Valentín, pero sí lo he hecho sobre su fallecimiento y los escritos que sus amigos y conocidos hicieron en su memoria y que fueron publicados en un Boletín Especial del Centro Artístico de Granada del mes de agosto 1893. Valentín es hijo de Domingo Valentín Barrecheguren Abásolo (1.810 – /) y de María Concepción Santaló Manyalich, con orígenes familiares en el País Vasco y Cataluña. Valentín habría sido tío abuelo de Conchita Barrecheguren García (1905-1927), la sierva de Dios que se encuentra en proceso de beatificación y cuyos restos reposan actualmente en el Santuario de Ntra. Sra. del Perpetuo Socorro de Granada. El desaparecido escritor Nicolás María López Fernández (1863-1936) refiere de él en fecha de 31 de agosto de 1895 que “nuestro amigo no es de los que se olvidan pronto. Todavía persiste en mí la evocación de su imagen, tal como lo vi la última vez: pletórico de vida, con aquella risa suya expresiva y franca, y la imponente barba, que le daba un aspecto extranjerizo; el cuerpo voluminoso, de andar acompasado y cierta cadencia personalísima, que tenía algo majestuoso; la descomunal pipa entre sus labios gruesos; el brillo inquieto de sus ojos, de aquella mirada clara y bondadosa, que formaba un contraste especial con la proporción de sus facciones, mirada de niño en cabeza de gigante; y aquel ceceo andaluz de su palabra, que brotaba en tonos desiguales, a veces dulce y suave, y á veces rotunda y enérgica, pero siempre chispeante y oportunísima. (…) Todas las tardes me acuerdo de él cuando veo pasar los trenes descendentes, cruzando este bello paisaje; y pienso que en esos trenes, una de estas tardes calurosísimas en que el ambiente es de fuego, regresaba solo, con delirios de fiebre, para morir á la siguiente noche en su querida Granada, el amigo inolvidable, cuya alma inquieta estaba destinada á hacer tan breve excursión por el mundo”.
Valentín Manuel realiza sus primeros estudios en el colegio de la Purísima y cursa el Bachillerato en el Colegio de los Padres Escolapios. Es, en esos años, cuando se inicia en la pintura, teniendo como maestro a EduardoGarcía Guerra (1827-1893), que lo fue también de Rafael Latorre Viedma (1872-1960),Eugenio Gómez Mir (1877-1938), Francisco Vergara Reyes (hijo) o Enrique Marín Sevilla(1870-1940). Introducido por su maestro en las tertulias granadinas de la época, participa ya de estudiante en “La Cuerda”, tertulia que tenía lugar en el Café Alameda y luego de la mano de su amigo de infancia Matías Méndez en la conocida como “La Pajarera”, del café Pasaje. Posteriormente, con Mariano Fortuny y Marsal (1838-1874) perfecciona la técnica, el colorido y la luminosidad. En 1870 ingresa en la Facultad de Medicina de Granada, licenciándose en 1875 y se doctora en 1878. Durante su estancia en la Facultad de Medicina colabora con el Profesor Hernando, con el que entabla una estrecha amistad, pintando del natural, “a pie de cama” a enfermos de lepra del Hospital de San Lázaro.
En la Exposición de Agricultura, Industria y Bellas Artes, celebrada en 1876, obtiene la Medalla de Plata con la obra titulada “Mientras vos rogáis a Dios”. Finalizados los estudios de Medicina, completa su formación artística en París y Roma, donde conoce a Francisco Pradilla Ortiz (1848-1921) pensionado en la Academia de España y autor de “La rendición de Granada”, lienzo de 3,50 por 5,42 metros que realiza por encargo del Senado. En 1887 contrae matrimonio con Tránsito Cobos Maza, hija del periodista y Director de la Escuela Normal de Granada, Francisco Javier Cobos Rodríguez (1831- 1909), cuñado de Adoración (casada con Modesto Cendoya Busquet, arquitecto municipal y conservador de la Alhambra) y Dolores (casada con Alberto Álvarez de Cienfuegos y Peña, catedrático de alemán y hombre cultísimo, aparte de ser gran conocedor de Sierra Nevada). Su amigo y crítico Francisco de Paula Valladar Serrano (1852-1924) ve en la obra pictórica de Valentín Barrecheguren rasgos impresionistas de un incipiente modernismo que él denomina “pre-modernismo”. Este mismo analista considera como obra más importante entre las de Barrecheguren el boceto trazado para un concurso convocado por el Centro Artístico, que tituló “Pacificación de los moriscos del Albaicín por fray Hernando de Talavera”.
Impulsor y miembro fundador del Centro Artístico, sociedad creada a comienzos de 1885 para el estudio y fomento de las Bellas Artes, pertenecerá a su Junta directiva hasta el momento de su muerte, ocupando los puestos de vicepresidente, secretario y director de la sala de Exposiciones. A su cargo corrió la decoración del salón de su sede con frescos de estilo pompeyano, homenaje a la antigüedad clásica y a destacadas figuras de la historia cultural granadina. Destacó asimismo por su labor y entrega como médico durante la epidemia de cólera que hubo en Granada en el verano de 1885, lo que le valió la concesión de la Cruz de Beneficencia. Como médico ejerció en Granada y su provincia. Su nombre aparece vinculado igualmente a la puesta en marcha del cultivo e industrialización de la remolacha azucarera como administrador de la fábrica de Santa Juliana, instalada en Armilla y una de las primeras que funcionaron en la región. Miembro de la Sociedad Económica de Amigos del País, dirigió su sección de Bellas Artes. En 1886, el Gobernador Civil de Granada le encarga la secretaría de la sociedad creada para poner en marcha la Cámara de Comercio e Industria, institución de cuya primera junta directiva fue elegido secretario. Fue, además, miembro de la Junta consultiva del Círculo de la Unión Mercantil y fundador, junto con Pablo Díaz Jiménez -futuro marqués de Dílar-, de la Cámara de Comercio, Industria y Navegación, en cuyas primeras juntas directivas ocupará el cargo de secretario. En el seno de esta institución puso en marcha el taller de modelo y dirigió las clases de acuarela, en las que aplicó métodos innovadores. Igualmente y desde el mismo Centro Artístico, impulsó el excursionismo montañero a Sierra Nevada con la expedición organizada en el verano de 1891. Durante estas excursiones, que serían el germen para la creación de la sociedad “Diez Amigos Limited”, que tanto influiría a principios de siglo XX en el conocimiento y la difusión de Sierra Nevada, Valentín practica otra de sus aficiones por una técnica recién nacida: la fotografía.
El final
Tras un viaje de negocios por Jaén, Valencia, Lérida, Madrid y Córdoba, durante el cual ya se sintió enfermo, fallece en Granada en la madrugada del 17 de Agosto de 1.893 a consecuencia de una neumonía que truncó prematuramente su vida. Sus restos fueron inhumados junto a los de sus padres en una bóveda del patio tercero del Cementerio de San José de Granada. El historiador Fernando Segundo Brieva y Salvatierra, (1845-1906), recordaba entonces su figura aludiendo a las sentidas palabras que Valentín dedicó al otrora reconocido pintor granadino Eduardo García Guerra en su entierro y que serán plasmadas en el Boletín del Centro Artístico de Granada correspondiente a Agosto 1.893. Refiere el escritor Brieva como “una fría noche de este Febrero pasado, unos cuantos amigos subíamos la cuesta del Camino nuevo del Cementerio. Delante cuatro hombres llevaban un pobre ataúd de pino pintado. Allá en el fondo la ciudad con sus mil luces; negro y silencioso el camino de corte dantesco; las hachas de los acompañantes hacían más visibles las sombras. Sollozos lastimeros oímos a nuestras espaldas. Era Valentín que venía a nosotros llorando desconsoladamente. Temía llegar tarde a despedirse de su maestro el desgraciado y desconocido Eduardo García Guerra. «A él debo cuanto sé», nos decía con lágrimas, «no le olvidaré jamás». El verdadero amor no se para en palabras: la caridad va siempre a la obra. Gracias a Valentín, a los pocos días los restos del olvidado Guerra eran guardados en decoroso monumento; y el estudio del pintor, única menguada fortuna de sus pobres hijos desvalidos, no era despojo de logreros sórdidos y despiadados, sino pan, abrigo y consuelo”.
El reputado periodista Matías Méndez Bellido, en sus “Notas biográficas” refiere sobre nuestro personaje que “Valentín no era político, ni acaudalado, ni hombre visible por ninguna de las ventajas que dan el nacimiento y la fortuna: era simplemente un hombre de bien. (…) Un espíritu genial, expansivo, y una gracia inagotable y ática, hacían de Valentín el hombre más codiciado de sus amigos, por su trato jovial y chispeante. Aquella rubicundez sana y festiva respiraba alegría y juventud, y, por sugestión inexplicable, contagiaba de saludable regocijo todos los que frecuentábamos su trato. Los chistes de buena ley eran en sus labios como estado natural de aquella naturaleza viril, equilibrada y alegre; nacían de su conversación sin esfuerzo alguno, originales, intencionados y de excepcional enseñanza (…). Y, finalmente, el historiador del arte Manuel Gómez Moreno, granadino como él, refiere que Valentín Manuel “cursaba los estudios de segunda enseñanza en el colegio de Padres Escolapios, cuando recibió las primeras lecciones de dibujo del modestísimo y laborioso pintor D. Eduardo García Guerra, profesor de aquel establecimiento, quien pronto conoció las disposiciones que para el arte descubría el joven alumno; y desde entonces maestro y discípulo permanecieron unidos, estrechando tales relaciones en adelante los lazos de la amistad. (…) Verificóse por entonces un acontecimiento que contribuyó a dar nuevo rumbo al arte en nuestro país: la venida de Fortuny á Granada, que produjo una verdadera revolución en la localidad; varios jóvenes entusiastas, siguiendo las indicaciones del artista, crearon una clase nocturna de acuarela, de ese maravilloso procedimiento totalmente nuevo en el modo como hoy se usa. El mismo Fortuny les facilitó aparatos de luz que él había ideado, trajes y armas, dando ánimos y consejos a los concurrentes, y haciéndose ya entrever una nueva faz artística. (…) Barrecheguren fue uno de los más activos y entusiastas fundadores y asistentes de esta Academia”.