LA VERDADERA RIQUEZA
La verdadera riqueza no consiste en atesorar dinero ni bienes materiales. Todo lo contrario.
El que acumula riqueza crea pobreza a su alrededor… porque lo que él tiene de más, otro lo tendrá de menos. Por eso, la acumulación de bienes, en primer lugar, es un fraude a los demás.
Pero además es lesivo para nosotros mismos ya que nos corta las alas imposibilitando nuestra capacidad de vuelo y nuestra posibilidad de ser verdaderamente libres…
Porque, el acumular bienes materiales, queriendo paliar nuestra inseguridad, nuestro miedo y nuestra profunda soledad, con frecuencia, nos lleva a la lamentable situación de ser verdaderos esclavos de las cosas ya que aquello que decimos que poseemos, en realidad, «nos posee» a nosotros mismos.
Por eso ya decía Séneca que «una gran fortuna es una gran esclavitud».
Desde esta reflexión, se puede entender perfectamente el texto evangélico de aquel joven que buscando ser feliz acumuló toda clase de bienes: dinero, tierras comodidades… y que cuando creía que lo tenía todo, empezó a sentir un gran vacío interior… sentía que le faltaba algo para alcanzar la plenitud de vida que le llevara a ser feliz de verdad.
Y mientras andaba inquieto y nervioso buscando aquello que le faltaba… se tropezó con el Jesús picapedrero que suele frecuentar nuestros caminos.
Aquel chico se acercó corriendo y le confesó sus inquietudes:
Mira, Jesús, yo he intentado cumplir todo lo que dice la ley desde pequeño… y a pesar de que tengo mucho… y tengo de todo, creo que me falta algo…
¿Qué me falta?
¿Qué tengo que hacer para ser feliz y alcanzar una vida más plena y con más sentido?
Y Jesús, con una mirada cariñosa y limpia invitó a aquel joven rico a dejar de serlo devolviendo lo que había acumulado a aquellos a quienes les pertenecía, es decir, a los pobres.
Jesús le dice:
Está claro que te falta algo… ahora tienes que dejar todo eso que llevas tiempo acumulando… porque has hecho las cosas al revés…
La felicidad que buscas no la vas a encontrar nunca en la acumulación de bienes materiales … la encontrarás en el amor y en la fraternidad.
Aprende a compartir y entonces serás verdaderamente feliz.
Y el muchacho se puso triste porque era muy rico… y su fortuna se había convertido en su gran esclavitud…
Por eso, no fue capaz de liberarse y asumir el proyecto de Jesús.
Jesús fracasó en el intento.
Aquel joven rico se le fue … pero le quedaron otros discípulos que lo dejaron todo para seguirle.
Ojalá nosotros sintiéramos hoy esa misma inquietud de «salir corriendo» desde los caminos trillados de siempre para buscar horizontes nuevos de plenitud de vida.
Y ojalá nos dejáramos mirar por el Jesús de los caminos… con esa inconfundible mirada, tan amable, tan cálida y tan profunda…
El texto evangélico dice que «lo miró con cariño»…
Él siempre nos mira así… como a aquel joven rico, y sin embargo insatisfecho, de esta historia…
Pero lo seguro es, que al ver nuestros sinceros deseos de búsqueda, él nos pueda ayudar a descubrir lo que nos sobra y también lo que nos falta para poder alcanzar la plenitud de la VIDA.