RELATOS DE LA HISTORIA DE MOTRIL

RICOS Y PODEROSOS. LAS PROPIEDADES DE LA NOBLEZA EN MOTRIL A MEDIADOS DEL SIGLO XVIII

MANOLO DOMÍNGUEZ -Historiador y Cronista Oficial de la Ciudad de Motril-

Conocemos la distribución de la riqueza en el Motril del siglo XVIII gracias al Catastro del Marqués de la Ensenada que fue el intento de conocer de forma sistemática la riqueza existente en las Castillas para establecer una fiscalidad más simple, equitativa y eficiente. El proyecto resultó baldío ya que los dos grandes perjudicados de haberse llevado a cabo, el clero y la nobleza, se opusieron tajantemente a este experimento ilustrado de conseguir una Hacienda Pública controlada realmente por la Corona. Nunca llegó a entrar en vigor debido, entre otras circunstancias, a la destitución de Ensenada en 1754. Carlos III y su ministro Esquilache, sólo se limitaron a su revisión y actualización, siendo el proyecto definitivamente abandonado en 1776; pero aunque no se puso en práctica, el volumen de información que nos suministra el Catastro es muy ingente, permitiéndonos conocer bien muy diversos aspectos de las poblaciones españolas de mediados del siglo XVIII.

En Motril obedeciendo las órdenes del Intendente de la provincia de Granada, marqués de Campoverde, el 28 de abril de 1752 el gobernador político y militar, Carlos MacCarthy, abrió el proceso de recogida de datos, reuniendo en primer lugar a los peritos encargados de dar las adecuadas y mejores respuestas al Interrogatorio General: Joseph Luminati, Antonio del Campo, Joseph Trabuco, Joseph Terrón, Joseph Buente, Melchor López y Joseph Jiménez.

En la pregunta 22 del Interrogatorio General del Catastro, se responde por los declarantes que Motril tenía 1.600 casas, 60 arruinadas y hechas solares, 12 inhabitables y 19 casas de campo. En cambio en las respuestas particulares se recogen un total de 1.882 casas, ya que aquí si se reúnen con un sentido fiscal todos aquellos edificios que podían dar alguna renta; es posible por lo tanto, estudiando pormenorizadamente las respuestas particulares de los vecinos, que podamos afirmar que la ciudad en 1752 tenía 1.699 edificios de viviendas particulares, aunque algunos de ellos fuesen cocheras, ruinas, solares o sitios inhabitables y, además, otros 92 edificios considerados en el Catastro como industriales

Según los datos obtenidos del Catastro las tierras de cultivo del término de Motril estaban divididas en 82 pagos de regadío y 23 pagos de secano con una extensión total 7.583 hectáreas, de las cuales 1.444 correspondían a tierras de la vega de regadío y 6.139 a secano. En marjales y fanegas tenemos respectivamente: 27.394,25 marjales de riego en la vega, entre los que se incluyen 2.588 marjales “incultos por naturaleza”, por ser terrenos pantanosos y 20.619,21 fanegas y obradas de secano.

Ocho familias nobiliarias tenían propiedades en este Motril de mediados del siglo XVIII:

  • Condado de Bornos
  • Marquesado de Algarinejo
  • Marquesado de Valera
  • Condado de Cifuentes
  • Marquesado de Castro Serna
  • Condado de Donadío
  • Marquesado de Valdeolmos
  • Marquesado de Vega Florida

Todos ellos eran absentistas, es decir no vivían en la ciudad, y no eran vecinos si exceptuamos al marqués de Vega Florida, Francisco Patricio del Campo y Figueroa, que sí aparece en el Catastro como vecino de Motril, aunque realmente vivía prácticamente durante todo el año en Granada.

Entre todos ellos reunían la propiedad de 6.281 marjales en la vega, usualmente el 23% de la extensión cultivable de la vega, 1.223 fanegas de secano y 65 casas.

Prácticamente el 43% de las propiedades de la nobleza correspondía al conde de Bornos. Su patrimonio en Motril también arranca a raíz de la conquista, expulsión de los judíos, moriscos, mercedes reales, compras e incluso usurpaciones. Tres documentos, además del Catastro, son las fuentes más precisas para conocer la evolución de los 4.500 marjales que en el siglo XVI constituían el patrimonio agrario motrileño de esta familia, por un lado disponemos del inventario de 1580, otro un nuevo realizado en 1606 y otro de 1777. El patrimonio del condado experimentó una sustancial disminución de orden de casi 2.000 marjales, fundamentalmente debido a las ventas de tierras efectuadas por los condes en el pago del Deire mediante censos enfitéuticos a partir del primer tercio del siglo XVIII. A pesar de ello, el condado de Bornos fue el mayor propietario de Motril hasta fines del siglo XIX. Conservaba en 1752 casas en la calle Zapateros, plaza de España donde estaba  su casa principal en estado ruinoso; la casa del Baño musulmán en la plaza de la Tenería y otra casa en la calle san Francisco que había sido un antiguo ingenio de azúcar. En propiedad de tierra tenía 2.644 marjales de riego en la vega y 32 fanegas de secano en el Deire, Yeseras y rambla del Puntalón. De su propiedad eran, también, una almadraba de fabricar tejas y ladrillos en el camino del Mar, un molino harinero en el pago de las Viñas, un cortijo en el pago de la Zapatera y las salinas de Trafalcasis en Torrenueva.

El marqués de la Ensenada. Impulsor del Catastro que lleva su nombre (EL FARO)

El marquesado de Valera ocupa el segundo lugar en la lista de los mayores propietarios nobles, con casi el 28% delas propiedades pertenecientes a este estamento. El desarrollo de este patrimonio lo tenemos peor documentado que el anterior; sabemos que existe ya en siglo XVI propio de la familia Castillo y Guzmán. Un inventario de 1589 les da un patrimonio de 3.398 marjales y su origen debió ser parecido a los bienes del condado de Bornos. También para las fechas del Catastro sufrió una importante merma. Desconocemos las causas, aunque suponemos que igualmente se debió a sucesivas ventas a lo largo de la Edad Moderna. Para 1752 poseía 9 casas en Motril, la mayoría en la Plaza Mayor, aunque su casa principal la tenía en el camino de las Cañas. Tenía, además, 1.913 marjales de regadío en la vega, 6 fanegas de secano junto al convento de Capuchinos y 1.150 fanegas en el cortijo de Calonca que era de su propiedad

El tercer gran propietario, el marquesado de Algarinejo, tiene el origen de sus bienes en Motril en el mayorazgo fundado en 1623 por Alonso de Contreras, cuya nieta Mariana Lisón y Contreras sería la madre Luís Fernández de Córdoba y Lisón y Contreras, primer marqués de Algarinejo. En la fecha del Catastro de Ensenada, los Algarinejo tenían 14 casas en la ciudad, la más importante la que había construido Alonso del Conteras en el siglo XVII en la rambla del Manjón. Un mesón en la calle Puerta de Granada, tres casas de campo en el Colmenar, Aguas del Hospital y Balate del Palo y en la vega tenía 903 marjales de regadío.

El marques de Vega Florida poseía 20 casas en la ciudad y el horno de la Virgen en lo que hoy es el Paseo de las Explanadas, estando su casa principal en la antigua calle Pocotrigo, junto a la calle Virgen del Valle. En la vega tenía 303 marjales de regadío.

Once casas, la principal también en el Camino de las Cañas, 122 marjales de riego en la vega y 4 fanegas de secano en Carchuna es lo que poseía que marqués de Castro Serna en nuestra ciudad. El conde de Cifuentes, Juan de Silva Meneses y Pacheco, era propietario de 184 marjales de riego y 20 fanegas de secano en Carchuna. La marquesa de Donadío, vecina de Jaén, tenía 4 casas, estando la principal en la plaza del Correo Viejo, y 99 marjales de regadío. Por último, el marqués de Valdeolmo, vecino de Madrid, únicamente tenía una casa en la calle Puerta de Granada.

La mayor parte del patrimonio de la nobleza aparece arrendado. Un total de casi 5.000 marjales, el 80% de las tierras nobiliarias, están dadas a renta con lo que el cultivo indirecto es el preponderante en el patrimonio rural motrileño de estos nobles. Las casas en su totalidad estaban, también, arrendadas. Apenas visitaban sus propiedades de Motril, donde tenían unos competentes administradores encargados de controlar su hacienda en la ciudad y responsables cultivar directamente las tierras de mayor calidad de las familias nobiliarias que gestionaban. Los beneficios obtenidos por tan inmensas propiedades apenas si dejaron rendimientos en la ciudad, pero sí que permitieron el ascenso social de los administradores que, con el paso de tiempo, se convirtieron en los personajes más influyentes de la estructura social, política y económica motrileña. Pero esa ya es otra historia.

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