UN BURÓCRATA ILUSTRADO Y SUS PROYECTOS ECONÓMICOS PARA MOTRIL EN 1804
Desde un punto de vista económico, la Ilustración supuso un intento de eliminar los impedimentos que, heredados de pasado, obstruían el crecimiento económico de nuestro país y que, en esta época se identifica claramente con la búsqueda del desarrollo de la agricultura y de la industria, persiguiendo una nueva articulación de la economía nacional.
En el último tercio del siglo XVIII y principios del XIX, una gran cantidad de informes, memoriales, leyes, proyectos y realizaciones inundaban el país, hasta que la Guerra de la Independencia y el reinado de Fernando VII acaban con todos y cada uno de los intentos de modernización económica, haciendo fracasar la incorporación de España al ciclo de industrialización europeo.
Dentro de este ámbito, un importante sector de la actividad ilustrada estuvo en manos de los poderes locales y de sus funcionarios que contaron con una importante capacidad de acción.
De hecho, las escasas reformas ilustradas realizadas en Motril en los últimos años del siglo XVIII y primeros del XIX, pertenecen a esta procedencia.
La figura del brigadier de los Reales Ejércitos D. Jaime Moreno y la Corte Dávila, gobernador político y militar de Motril entre octubre de 1798 y febrero de 1805, constituye el prototipo de burócrata ilustrado, atento a aplicar, desde su parcela de poder, aquellas reformas que contribuyesen, en la medida de lo posible, al progreso económico de la zona; aunque parece, a la luz de la documentación consultada, que con una visión algo más amplia que lo puramente agrícola o industrial y que aunque las consideraba como básico de la estructura económica motrileña, no se olvidó de tener en cuenta que la mejora del sistema de comunicaciones y la realización de obras de infraestructura eran requisitos imprescindibles para la recuperación de la economía de Motril, que, en esos años citados, presentaba unas características de total degradación que hacía extremadamente dificultoso sacarla del estancamiento en que se encontraba inmersa.
El cultivo tradicional de la caña de azúcar, pasaba por un ciclo de crisis que hacía de la economía cañero-azucarera un sistema arcaico, económicamente retrasado, que estaba provocando desde mediados del siglo XVIII, la desaparición del cultivo cañero y de la industria azucarera, sin que se encontrara por el momento una vía de solución, con lo que la ciudad estaba inmersa en una paralización económica de grandes proporciones.
La Sociedad Económica de Amantes de la Patria de la ciudad, creada en 1786, poco había hecho y la mayor parte de sus propuestas se habían limitado a demandar del Estado la rebaja de impuestos que recaían sobre el azúcar y el aumento de las medidas proteccionistas para impedir a introducción en España del azúcar portugués y de nuestras colonias americanas; además, de intentar sin éxito, que se regulase el cauce del rio Guadalfeo para evitar avenidas e inundaciones que destrozaban grandes extensiones de tierras de cultivo con frecuente periodicidad. Prácticamente a fines del siglo XVIII la Sociedad Económica motrileña había dejado de existir.
Cuando en octubre de 1798 Jaime Moreno llega a Motril, se encuentra con una ciudad casi en ruinas, una población miserable y una economía estancada.
Evidentemente, ante tal estado de cosas, la labor de un burócrata ilustrado, era la de ponerse a trabajar inmediatamente en el estudio de las causas que producían la crisis y buscar los medios necesarios para lograr la recuperación económica, elaborando los informes y proyectos pertinentes y haciéndolos llegar al poder central para que este actuara en consecuencia.
La primera acción de gobierno del nuevo funcionario, fue la de redactar y publicar un bando sobre moral, orden público, salubridad y ornato de la población y a continuación volcarse en resolver en problema de la crisis cañero-azucarera que, según su criterio, debía pasar por la sustitución del caduco cultivo cañero por otro más rentable, que podrá ser perfectamente el algodón. En abril de 1802 el brigadier Moreno presenta su informe al Ayuntamiento demostrando la definitiva importancia económica que tendría para la ciudad la implantación a gran escala del cultivo algodonero y de una industria textil. En septiembre de ese mismo año presenta otro informe, esta vez como director de la Sociedad Económica Motrileña, que se había restablecido a sus instancias en 1801, sobre la situación y perspectivas de futuro de la producción de seda en Motril y las posibilidades de constituir una impórtate industria sedera.
Estas propuestas agrarias e industriales para la mejora de la economía motrileña, tendrían que pasar inevitablemente, como lo afirmaba Jaime Moreno en repetidas ocasiones, por la realización de toda una serie de obras de infraestructura que permitiesen dar salida adecuada a las nuevas producciones motrileñas y así lo plantearía al Consejo de Estado en 1804.
Para él era imprescindible la construcción de un buen camino de ruedas hasta Granada, la construcción de un puente sobre el rio Guadalfeo, regular definitivamente el cauce del rio Guadalfeo, prologar la acequia de regadíos hasta el puerto de Calahonda que tendría que mejorarse con nuevos muelles, ensanchando su cauce y haciéndola navegable con lo cual se conseguía el doble objetivo de poner el cultivo los Llanos de Carchuna que era un erial y facilitar el transporte de mercancías y trabajadores entre el citado puerto y la ciudad. Otro de sus proyectos, consistía en traer hasta Motril las aguas de la Fuente del Muerto situada en las proximidades del Tajo de los Vados y sacando de ella una acequia poner en regadío los secanos del norte de la ciudad prácticamente incultos y proveer a los habitantes de Motril de aguas limpias y potables
El último de sus proyectos y, seguramente, el más importante y al que más tiempo dedicó, consistió en planear el establecimiento en Motril de fábricas de tejidos e hilados de algodón.
En la vega motrileña se cultivaban en 1803 aproximadamente 10.500 marjales de algodón y estaban en funcionamiento unos 1.000 tornos de despepitado, 12 de hilado y 40 telares, que ocupaban a un considerable números de trabajadores. Jaime Moreno aseguraba que si con esta cantidad de marjales puestos en cultivo algodonero se producían estas riquezas, mucho más se conseguiría si se llegaban a los 50.000 marjales en producción que él tenía previsto. Además, se evitaría, con la construcción de estas fábricas textiles en Motril, la exportación de algodón a Cataluña y bajaría el precio de la ropa, con lo que al final se beneficiarían todos los andaluces.
Como los cosecheros motrileños de algodón estaban sometidos a los precios ínfimos que por arroba pagaban los comisionados que había en Motril de los fabricantes catalanes, el brigadier planeaba remediarlo con la creación de un Montepío de Labradores Motrileños de Algodón, cuyo informe y estatutos había remitido a Miguel Cayetano Soler, secretario de la Real Hacienda y esperaba una pronta aprobación. Mientras tanto, aconsejaba a los cosecheros que formase asociaciones, libres de las trabas y prejudiciales estatutos por los que se gobernaban los antiguos gremios, con los cual se podría hacer frente común contra los precios ofrecidos por los catalanes.
Pero en definitiva, la mayor parte de estos proyectos ideados por Jaime Moreno, tan necesarios para el desarrollo económico de Motril, nunca llegaron a llevarse a la práctica. Las vicisitudes históricas posteriores del país lo impidieron, a pesar de que algunos de ellos, como es el caso de las fábricas textiles, estuvieron a punto de iniciarse. La carretera de Granada hubo de esperar casi un siglo, la puesta en regadío de los Llanos de Carchuna a mediados del siglo XX, el puerto de Calahonda nunca se llegó a concluir. El encauzamiento del rio también a mediados de la pasada centuria. El canal de aguas potables no se municipalizó hasta 1927, En cuanto al cultivo del algodón y la idea de la industrialización de Motril, convirtiéndolo en el primer foco textil andaluz, fracasó y los catalanes se hicieron dueños de la economía de la ciudad y pronto de su gestión política.
Sí que consiguió construir un camino carretero entre Motril y Calahonda, logró la introducción del cultivo del algodón, estableció mil tornos de despepitado, construyó un paseo denominado la Glorieta en el Borde de la Acequia y otro en Calahonda y obtuvo que, durante 15 años, no se cobrasen por parte de la Corona impuestos a Motril sobre el azúcar, el algodón y el vino.
Realmente Jaime Moreno, el burócrata ilustrado, fue un adelantado a su tiempo. Su empeño por sacar a Motril de la crisis económica, hubiese dado sus frutos si la coyuntura política y económica del país lo hubiese permitido. Nunca se consideró más que un funcionario cuyo deber era proporcionar la “regeneración y la felicidad” de sus gobernados como servicio al rey y a la Patria.
Los motrileños supieron apreciar los esfuerzos del militar ilustrado y en 1804 el Ayuntamiento solicitó a la Corona la revocación de su nombramiento como gobernador de Málaga y que permaneciese en esta ciudad.
Aún en 1813, cuando en la ciudad se vivía una ruina completa tras la ocupación francesa, el Ayuntamiento motrileño suplicó a la Regencia del Reino que, con respecto a los proyectos que había realizado Jaime Moreno cuando fue gobernador de Motril, relativos a obras públicas, agricultura e industria y ya que el brigadier estaba en Granada, se le nombrase comisionado para llevarlos definitivamente a cabo.
En teoría el Jaime Moreno jamás volvió a Motril según las fuentes oficiales, pero sí que el Cronista Oficial de Motril de 1980,el recordado D. Francisco Pérez García, me mostró, junto al documento de la “Colección de Proyectos que hizo Jaime Moreno para Motril en 1804” de donde obtengo todos los datos anteriormente citados, unas cartas de 1814 y que no tengo en mi poder pero que sí anoté; en las que se refería que el brigadier había venido a Motril interesado por el tema del encauzamiento de rio Guadalfeo pero que no lo había podido visitar porque estaba enfermo, muy obeso y no podía subir a caballo. El mismo Cronista citaba en un artículo, del periódico “El Faro” en un número extraordinario de 1956, que “La muerte, copio textualmente, de Moreno provocó en Motril una general condolencia. Porque Moreno saneó la hacienda, limpió las calles, trabajó por la cultura, defendió la vega, dio una tónica paternal y cristiana a su política. Moreno está sepultado en la iglesia del Carmen. Este templo modesto pero lleno de evocación popular, que se esconde en un rincón de timidez arquitectónica, desgraciado en la actualidad, en una de las calles, por entonces más importantes de Motril. La calle de las Cañas”.
Yo mismo acompañe a mencionado Cronista a la ermita del Carmen en 1981, donde me indicó exactamente donde estuvo la tumba de D. Jaime Moreno y la Corte Dávila y como él había sido testigo de haberla visto intacta y después destruida tras el saqueo ocurrido en la Guerra Civil de la citada ermita, que había sido sede de un sindicato de silleros. Pretendía, el Cronista, escribir un artículo sobre este personaje, al igual que ya lo había hecho anteriormente con otro protagonista relevante en la historia motrileña “El Padre Aguayo”.
A veces la historia oral aporta datos que no recogen los documentos oficiales como todos los historiadores sabemos y no es que nos confundamos con las fuentes que utilizamos.
Vuelvo a reiterar que le debemos a D. Jaime Moreno, más de 200 años después, como ciudad, un reconocimiento a su labor y algún homenaje que recuerde a los motrileños actuales y a la generaciones venideras como hubo hombres que sin ningún interés político o económico batallaron por la felicidad y el bienestar de nuestra ciudad y sus habitantes y a los que no le hemos puesto, ni siquiera, un nombre en las calles ni les hemos erigido monumentos, mereciéndoselos, con toda seguridad, mucho más que algunos a los que sí hemos dedicado nuestra memoria colectiva.
Este autor y hoy Cronista Oficial de Motril, solicitaba al Pleno del Ayuntamiento de la ciudad en 2013 y para su reconocimiento:
1º. Que se le dedique una de las calles de Motril como puede ser “Borde de la Acequia”, ya que ella, Moreno, construyó el primer paseo público que tuvo la ciudad para disfrute de los motrileños
2º. Que se coloque una placa en la fachada de la ermita del Carmen, recordando el lugar de su entierro.
3º. Que se conceda por esta Corporación el nombramiento de “Hijo Adoptivo de Motril” a título póstumo.
4º. Que se realicen unas jornadas históricas dedicadas a su figura y al Motril de su época, con motivo del centenario de su muerte el próximo año.
No tuve suerte.