REPÚBLICA 90 AÑOS DESPUÉS

República 90 años después

Agustín Martínez -Periodista-

En plena época de revisionismo histórico, de falsedades extendidas, de criminalización de todo lo que tenga que ver con ella, el próximo miércoles, se cumplirán 90 años de la proclamación de la II República, un régimen que pudo ser y no fue, golpe de estado mediante, la herramienta que hubiera podido transformar a este país y llevarlo a cotas de modernidad, libertad, igualdad y progreso, desconocidas en siglos.

Con sus errores y sus excesos, que los hubo, la II República fue la gran oportunidad frustrada, para que España se hubiera podido incorporar al concierto internacional de los países democráticos, pero no le dieron la oportunidad y desde el mismo momento de su proclamación, las oligarquías económicas, financieras, terratenientes y militares, no cejaron en su empeño de derrocarla, lo que al final consiguieron cinco años y tres meses después, con un levantamiento militar que llevó a este país a una cruenta guerra civil de tres años, y cuarenta de una dictadura brutal, que nos colocó como unos auténticos parias en el concierto internacional, primero como aliados de nazis alemanes y fascistas italianos, luego con una autarquía impuesta por el bloqueo internacional a la dictadura y por último, como lacayos del imperialismo norteamericano en Europa.

Llama poderosamente la atención que, a pesar de su importancia histórica, la República sea una gran desconocida por buena parte de la sociedad española. Durante cuarenta años, la historia la escribieron los vencedores, quienes dibujaron el periodo republicano, como el origen de todos los males patrios. En esas cuatro décadas, solo aquellos que podían acceder a los trabajos de hispanistas, fundamentalmente anglosajones, consiguieron tener un conocimiento medianamente riguroso de aquel periodo capital. Sin embargo los sucesivos planes de estudios, tejieron una maraña de mentiras y oscuridad sobre aquellos cinco años, glorificando a los verdugos y demonizando a las víctimas, que llevaron a que, salvo excepciones, la mayoría de los hombres y mujeres de este país menores de sesenta años, apenas tengan unas ligeras nociones de qué fue, como nació y por qué terminó la II República Española.

Sumen ustedes la brutal polarización que sufre nuestro país y sobre todo la estrategia orquestada desde la peor derecha en décadas, para desprestigiar y borrar la memoria de aquel periodo. Todo vale para ello, desde las más burdas campañas de intoxicación, orquestadas por los revisionismos más groseros, al más puro estilo Banon, hasta la interesada y falsa identificación de república con caos y violencia y monarquía con progreso y estabilidad.

El miércoles que viene se cumplen noventa años de la llegada de aquel momento de esperanza; de aquel tiempo de Lorca, Machado, Miguel Hernández, Alberti, Dalí, Picasso, Falla, Buñuel, Fernando de los Ríos, María Teresa León, María Zambrano, Federica Montseny, Maruja Mallo, Margarita Nelken, Clara Campoamor y Victoria Kent. De la Residencia de Estudiantes, la Barraca y las Misiones Pedagógicas. Del derecho al sufragio femenino, de la reforma agraria. De la contratación de 7000 maestros y construcción, en sus dos primeros años, de 10.000 escuelas, más que en todo el reinado de Alfonso XIII. De la educación laica, mixta y obligatoria. De la aprobación de la ley del divorcio y el matrimonio civil, además de la regularización del aborto, iniciativas que impulsaron a un país desde las sombras de la dictadura de Primo de Rivera, a la vanguardia del mundo contemporáneo. También de la implantación de la sanidad gratuita y universal, muy a pesar del relato de la derecha montaraz, que se afana en atribuírselo a la dictadura franquista. De la creación de autonomías con su propio estatuto, siempre y cuando las provincias limítrofes estuvieran de acuerdo en su constitución y fuera aprobado en referéndum por dos terceras partes del censo electoral.

Aquel 14 de abril de 1931, tras la celebración de las elecciones municipales y la victoria de la candidatura republicana en Granada, se produjo una manifestación espontánea que se dirigió a la plaza del Carmen, donde se encontraba el ayuntamiento. Los manifestantes, a eso de las 16.30, penetraron en el consistorio, dando vivas a la República desde todos los balcones, en uno de los cuales colocaron una bandera roja.

Nacía en la plaza del ayuntamiento la II República. En los siguientes años se convertiría en el espacio político por excelencia de la ciudad. Allí se dirigirían y concentrarían los manifestantes para expresar sus demandas u opiniones políticas. Los granadinos eran conscientes que comenzaban un periodo histórico decisivo. Como afirmaba en un titular el periódico, El Defensor de Granada, del 15 de abril de 1931: «La República es una página en blanco que empezamos a escribir todos los españoles. ¡Vamos a reconstruir la vida de España! ¡Vamos a reconstruir la vida de nuestra ciudad! ¡Adelante todos, con el corazón lleno de optimismo, de entusiasmo y de fe!»

Todo eso y mucho más fue la II República, que acabó ahogada en un baño de sangre y terror primero y de cuarenta años de plomo después. Cuando algunos pretenden que los españoles del siglo XXI la ignoren, cuando no la odien, les debemos a nuestros padres y abuelos, a las miles de víctimas del terror, cuyos restos jalonan nuestras cunetas y barrancos, pero también a nuestros hijos, divulgar y dar a conocer el proyecto colectivo más ilusionante de aquella España

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