Adiós a las vegas litorales mediterráneas. Un urbanismo para unos pocos

Adiós a las vegas litorales mediterráneas. Un urbanismo para unos pocos

JULIO RODRÍGUEZ, Vocal del Consejo Superior de Estadística. Fue presidente de Banco Hipotecario de España y de Caja Granada…

Tras casi 20 años de desaparición del cultivo de la caña de azúcar en la costa de Granada, los terrenos antes destinados a la producción de caña han sido escasamente cultivados, a pesar de disponerse de agua abundante para el regadío y de disfrutarse de una climatología privilegiada. En las vegas litorales de Almuñécar y de Salobreña, antes dedicadas al cultivo de la caña, la construcción masiva de bloques de viviendas destinadas a residencias de temporada ha ido ocupando el suelo de dichas vegas litorales, en especial en la primera de las dos ciudades citadas.

En el caso de Motril los propietarios de las antiguas fincas destinadas a la caña apenas las han cultivado, a la espera de una recalificación del terreno a urbanizable residencial. No ha ayudado a desarrollar un cultivo más intenso y alternativo de dichas tierras la escasez de mano de obra agrícola, a pesar de los más de 4.000 perceptores del subsidio agrario afiliados en Motril. Por otra parte, los últimos gobiernos locales de Motril han indicado por activa y por pasiva que el desarrollo económico de la ciudad pasaba por la construcción de viviendas de temporada. Este mensaje lo entendieron bien los propietarios de las antiguas fincas de caña. Y ahora parece que   la cosa ahora va en serio y que la protección de la vega vieja es cosa del pasado.

El objetivo básico en la construcción de una ciudad debe de ser la defensa de los intereses de los ciudadanos. Antes de conceder licencias de obras, se debe de clarificar que es lo que se pretende con las actuaciones urbanísticas que se van a desarrollar.  El desarrollo de una ciudad no puede ser la suma de las perspectivas de negocio de empresas o de individuos concretos.

En Motril se están planteando importantes iniciativas urbanísticas, como la de un puerto deportivo en Playa Granada y la construcción de   640 viviendas al sur de la circunvalación, que era la línea prevista hasta donde iba a llegar la construcción de viviendas sobre suelo hasta ahora destinado a la agricultura.  Aquí se trata de propuestas emanadas de promotores concretos propietarios de los suelos. Los promotores ocuparán la vega de Motril negociando con el ayuntamiento para que este eleve a norma lo que tales agentes económicos prevén va a ser un buen negocio, más bien un buen pelotazo urbanístico.

Las primeras corporaciones democráticas anteriores a la actual coalición de gobierno (PP más otros partidos locales) quisieron frenar el crecimiento de la ciudad residencial hacia la vega y expropiaron las tierras hacia el sur para convertirlas en un freno a dicho crecimiento (un tanto lejos queda la ilusión de aquellos primeros años de democracia). Aquellas corporaciones sabían que solo en el suelo público se podría hacer lo que las administraciones públicas aspiraban a conseguir. Ese suelo expropiado se ha empleado para instalar equipamientos importantes en la ciudad (, Seguridad Social, Policía, Hacienda, dependencias municipales…Polideportivo) y una circunvalación por el sur.

 La actual coalición de gobierno local pretende poner en marcha un urbanismo agresivo que considera a la ciudad como una oportunidad de negocio. El ayuntamiento no tiene en cuenta para nada las necesidades de vivienda de los hogares jóvenes, cuyos ingresos difícilmente pueden atender a alquileres superiores a los 500 euros mensuales. Apenas si se han construido viviendas protegidas por estas latitudes y entre los objetivos del actual gobierno local no aparece la creación de un parque local de viviendas sociales de alquiler Tampoco aspira dicho gobierno a promover el uso del suelo para actividades económicas cualificadas que generen empleos estables. Se alude con frecuencia por estas latitudes a la escasez de suministro energético para justificar el que varias empresas importantes se hayan instalado en otras ciudades. Dicha   incapacidad energética para instalar en Motril empresas, de ser real, es una circunstancia que deberían tratar de superar las autoridades locales y provinciales.

El actual gobierno local de Motril considera que llenar la vega vieja de Motril de edificaciones destinadas en gran parte a viviendas secundarias es un motor de desarrollo económico. La actual alcaldesa ha indicado que estos desarrollos inmobiliarios beneficiarían no solo a Motril, sino a todo el conjunto de la provincia de Granada, lo que resulta a todas luces excesivo. No se sabe muy bien el tipo de desarrollo económico que generaría llenar la vega vieja de edificaciones en altura. ¿Qué empleos estables producirían unos bloques de viviendas ocupados como mucho un par de meses al año?

 Hay una opinión extendida en Motril según la cual las vecinas ciudades de Salobreña y Almuñécar tienen un mayor grado de desarrollo, por haber invadido sus vegas litorales de construcciones masivas de viviendas, gran parte de ellas secundarias. La vega vieja de Motril no sirve solo para construir bloques de viviendas en la misma, pues en ella se pueden impulsar, entre otros muchos cultivos, explotaciones intensivas de frutales subtropicales, caso del mango y del aguacate, que tanto se han extendido en la vecina provincia de Málaga por la comarca de la Axarquía.

 El nivel de empleo en las ciudades costeras se puede aproximar a partir de los datos de afiliaciones a la Seguridad Social, disponibles con frecuencia mensual en la web del Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones. Los últimos datos disponibles desagregados por ciudades de más de 40.000 habitantes son las correspondientes a 31 de octubre de 2020. En dicha fecha Motril tenía 19.018 afiliados, frente a los 6.622 de Almuñécar y los 2.906 de Salobreña. El cociente entre los afiliados y la población de dichos municipios permite obtener una tasa de empleo, que aproxima   el grado de desarrollo de las ciudades consideradas.  Motril tenía en la fecha antes citada 32,8 afiliados por cada cien habitantes. Esta proporción superaba ampliamente la de Almuñécar (25,0) y la de Salobreña (23,5) (Ver gráfico). Motril tiene, pues, un grado de desarrollo superior al de las ciudades citadas, a pesar de no haber llenado hasta ahora la vega vieja de bloques de viviendas y a pesar del insatisfactorio aprovechamiento de las ventajas de disponer de un puerto de dimensión considerable.

La tasa de empleo de Motril es inferior a la de la media de la provincia de Granada (35,9 afiliados por cada cien habitantes), y queda lejana de la media nacional de España (40,4). Los datos disponibles revelan que Motril lleva unos cuatro años con una cifra de afiliados situada en el entorno de los 19.500. Esta evolución indica un cierto estancamiento económico en esta ciudad, situación a superar impulsando la instalación de empresas, pero no a base de construcciones de viviendas de temporada.

La necesidad de diversificar más el modelo productivo español, añadiendo para ello otras actividades al turismo y a la construcción residencial, es una cuestión pendiente   ahora en toda España. Los excesos generados en materia de construcción residencial fueron la causa de la crisis registrada por la economía española hace unos diez años. Sin haberse superado los efectos de la crisis citada, los confinamientos provocados por la pandemia del Covid 19 han originado   una nueva recesión en la economía en 2020, cuyos efectos negativos no se superarán del todo hasta 2022. En esta línea, ¿porque el Ayuntamiento de Motril no impulsa el parque empresarial previsto hace muchos años en las proximidades del puerto, en el que podrían instalarse empresas generadoras de empleos?

Pasando de lo económico a lo ecológico, desde siempre los motrileños han considerado a la vieja vega como un parque natural y a los humedales de la Charca de Suarez como un espacio protegido, un patrimonio de todos. La vega vieja, que tantas hambres quitó en el pasado, es patrimonio común de todos los motrileños y no debe de servir solo como solar para viviendas de temporada. La anunciada “marina seca” por los promotores de la capital de la provincia supondrá un atentado ecológico irremediable para la vega y todos los motrileños. El sueño de una vega vieja a utilizar como parque natural o para la producción de los frutales antes citados ya ha durado demasiado tiempo, es todo un espejismo que va a eliminarse en breve.

Cuando se habla de fomentar una mayor industrialización de España y, en general, de diversificar el modelo de desarrollo actual de España, concentrado en exceso en el turismo y en la construcción residencial, no se tiene en cuenta la actitud hostil de numerosos gobiernos locales. Estos últimos parecen aspirar básicamente a colmatar el suelo municipal de bloques de viviendas, en este caso de temporada, renunciado a su empleo como terrenos útiles para el desarrollo de otras actividades productivas, incluidas actividades agrícolas y un turismo bien entendido.

Desgraciadamente, todo parece indicar que la vega vieja de Motril, un caso más entre tantos posiblemente sea la última vega litoral de esta parte del Mediterráneo en desaparecer, y lo hará como sus predecesoras, enterrada en un mar de ladrillos.

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