El mito de Narciso y Eco
El mito de Narciso y Eco nos enseña que la fijación obsesiva de alguien por sí mismo y sus necesidades le incapacita para ver, escuchar y reaccionar a las necesidades de los demás.
La leyenda cuenta que Eco fue privada de poder pronunciar sus propias palabras y condenada a repetir continuamente las últimas palabras que escuchara de los demás. El día que encontró a Narciso embelesado observando su propia imagen reflejada en el agua, inmediatamente se enamoró de él. Eco esperó paciente con la esperanza de que pronunciase palabras de amor que ella pudiera entonces repetirle. Cuando Narciso se dijo a sí mismo “te amo”, ella por fin pudo decírselo también, pero Narciso estaba tan obsesionado con él mismo que nunca pudo oírla.
El desenlace fue terrible. Ambos murieron, Narciso ahogado tras el reflejo de su imagen y Eco desesperada y deprimida, incapaz de poder captar el amor y la atención de él.
Sistemas familiares Narcisistas
En una familia saludable los padres asumen la responsabilidad de cubrir las necesidades de sus hijos, incluidas las necesidades emocionales, y sus propias carencias las cubren por su cuenta, con la ayuda de la pareja y/o con otros adultos. Es decir, los hijos no son responsables de satisfacer las necesidades de sus padres, al contrario, los niños tienen que aprender, con la ayuda de ellos, a satisfacer poco a poco las suyas propias para convertirse en adultos independientes y felices.
En una familia narcisista, esta responsabilidad se tergiversa. El niño (Eco) se convierte de una manera inapropiada en encargado de satisfacer las necesidades de sus padres (Narciso). Esto puede ocurrir porque los padres estén sumidos en problemas emocionales, se vean afectados por adicciones como el abuso de sustancias o más sutilmente cuando son adultos codependientes, es decir, no saben donde terminan ellos y empieza la otra persona, y tienen conductas controladoras, manipuladoras, narcisistas y/o hiperproteccionistas.
En muchos casos, este cambio de papeles no se da mientras los hijos son todavía pequeños y fáciles de controlar. Sus necesidades todavía son simples, los padres quieren satisfacerlas y son capaces de ello. El problema surge cuando el niño comienza a crecer y a buscar diferenciarse, y sus necesidades emocionales comienzan a ser más complejas. Es entonces cuando el sistema parental puede ser francamente incapaz de ocuparse de ellas, o incluso verse amenazado por éstas e intentar controlarlas a toda costa.
En este camino, muchas veces, los hijos se van desconectando de sus propios sentimientos y comienzan a percibirlos como una fuente de incomodidad y problemas. Es mejor no tener sentimientos que tenerlos y no poder expresarlos o no poder validarlos con alguien que los acepte.
En lugar de aprender a actuar según sus propios valores y de una manera proactiva, el hijo aprende a actuar de acuerdo con lo que otros esperan o necesitan de él, es decir, aprende a ser reactivo en vez de proactivo. Se vuelve una persona codependiente con sentimientos de culpabilidad, baja autoestima e inseguridad y desconfianza hacia los demás, con miedo de ser dañado en sus relaciones con los otros, y con gran susceptibilidad de caer en futuras relaciones de pareja con otros narcisistas.
La liberación
Todos los psicólogos hemos tenido casos de clientes pertenecientes a familias notoriamente disfuncionales, familias en las que se han vivido traumas manifiestos y maltrato, sin embargo, existe una gran cantidad de casos de familias narcisistas encubiertas, en las cuales las disfunciones son muy sutiles. Los hijos de estas familias fueron bien alimentados y cuidados, aparentemente no les faltó de nada, a veces incluso habían tenido muchas cosas materiales, nadie consumía alcohol u otras drogas y parecían familias normales. Aparentemente tuvieron una infancia normal, correcta, y sin embargo acuden a consulta sin entender dónde está la raíz de su baja autoestima, de sus sentimientos de rabia, ansiedad, depresión o de ser indignos de ser amados, convencidos de que tiene que haber alguna falla en su propia personalidad.
En el transcurso de la terapia descubren que el problema fue que tuvieron que aprender a satisfacer continuamente las necesidades de sus padres en detrimento de las suyas propias. Era muy sutil y parecía inofensivo, pero no era en absoluto saludable emocionalmente para ellos. Nunca se les escuchó, ni se tuvieron en cuenta sus sentimientos u opiniones, no se aceptó como eran, sino que se les moldeó para comportarse siempre acorde a las expectativas, independientemente de cómo les hiciera sentir aquello, tuvieron padres excesivamente dependientes y controladores. Crecieron sintiéndose defectuosos, equivocados o dignos de ser culpados.
Evidentemente, en la mayoría de los casos, sus padres no hicieron conscientemente esto, sólo lo hicieron lo mejor que pudieron con las herramientas que tenían en ese momento
Afortunadamente, esto se puede superar. La solución pasa por darse cuenta de que se ha estado focalizando la atención hacia los demás en detrimento de uno mismo, volver a conectarse progresivamente con los propios sentimientos y necesidades, restaurando el apego, y de esta manera aprender a establecer relaciones más sanas con uno mismo y con los otros.