¡DARWIN, TE NECESITO!
S.O.S. ¿Alguien sabe qué está ocurriendo con la humanidad? Po me lo explique, por favor. ¿Cómo puede ser que amanezca uno con la noticia de que al tío con el flequillo más feo del mundo lo propongan para recibir el Premio Nobel de la Paz? Me parece que se caen los tornillos de algunos a la velocidad de la luz. No me he molestado ni en saber el motivo, porque no espero nada bueno de un pedorro racista, homófobo, retrógrado y egoísta entre otras “cualidades” (nótese la ironía). Un tiíllo que quería cerrar fronteras con los pobres… ¡Venga ya! Tira al psiquiatra que lo que tienes es grave… Hablo del que lo propone, pero ya que lo recoja y vayan juntos de la mano. ¡Hola, buenos días! Somos el bombilla y el flequillero, venimos a ingresarnos porque el mundo no nos quiere…
Que faltica haría que vinieses del más p’allá Sir Darwin… No sé cómo el ser humano es capaz de inventar cosas maravillosas, aparatos de cualquier clase con funciones múltiples, de no sé cuantísimas generaciones y luego ser tan gilipollas de votar a descerebrados para que nos manejen a su antojo…
Yo no soy nadie para proponer nada, pero como eso parece que da igual pues también lo voy a hacer, y como voy por libre pos me invento los premios, y categorías que me den la gana. Si esto de verdad pudiese llevarlo a cabo empezaría a castigar más bien, jajaja, ¡me salió la vena diabla! Y a Darwin me parece que el primero por no dejar la selección hecha… pero bueno, cosas de la vida. El segundo castigo a todos los cebollas que siguen sin creer que existe una pandemia y que han creado ese movimiento llamado negacionistas ¿de verdad sois tan estúpidos? Pues nada a las UCIS de cabeza o a limpiar… A los entes que siguen haciendo un uso incorrecto de la mascarilla… ¡Que pueden ser más carillas las consecuencias! ¡Joder…! (Ya me estoy encendiendo…). Otro castigo a todos los hijos de Satán que han tratado a nuestros mayores con vejaciones y barbaridades en algunas residencias… Y, bueno, es que hay tanto hijo de mala madre suelto que me faltarían castigos.
Por supuesto que la clase política no se libra… Me estremece la sola idea de pensar en que han tenido vacaciones… Y se han ido tan panchos sabiendo la que se avecinaba con el comienzo del curso escolar. ¡Pos al lío que pa eso os pagamos! Como me sigo encendiendo y me ha dicho el médico que mejor no me estrese mejor me voy a centrar ya en las cosas buenas.
Son muchos los reconocimientos y premios que deberíamos dar, y más en un día como hoy cuando nuestros hijos vuelven a su cole en esta nueva normalidad que poco tiene de normal, pero… ¡Es lo que hay!
A todas las grandes personas que trabajan en limpieza, (sin vosotros nos habríamos dado cabezazos), a toda la gente que trabaja en el sector de alimentación, (vaya confinamiento más malo), a los transportistas que procuraban abastecer a los comercios para que pudiéramos llenar la tripa y mantener la higiene, a los médicos por cuidar de nosotros, a los enfermeros, técnicos, auxiliares, cocineros, basureros y si se me escapa alguien que me perdone. A los conductores de transportes públicos, a los que velan por nuestra seguridad… A todos los que adoptan las medidas recomendadas por los que saben… En general a la medicina, a la ciencia y a todos los que hacen posible que cada día avancemos un poquito en ese campo. Pero hoy por ser un día especial me gustaría dedicarle estas letrillas a la comunidad educativa, en general, por el esfuerzo tan grande que han realizado para poder comenzar un nuevo curso escolar del que sólo sabemos cómo empieza pero no tenemos ni idea de cómo se desarrollará.
Ha sido difícil el tomar la decisión de si llevar a mi hijo al colegio o no, de hecho por no encenderme hasta el punto de arder por combustión espontánea no me había querido decantar por ninguna opción hasta ayer mismo. ¿Y qué ha hecho que la balanza se decante por el lado correcto? Pues muy fácil. Aunque esos que cobran y se las dan de que miran por nuestros niños y su educación llenándose la boca de que han preparado no sé que cantidad de euros, euros, dubidú (si no los ganas allá tú), hayan hecho caso omiso a las peticiones de los centros educativos, tan sencillas como contratación de más personal docente y bajada de ratio (ya que presumíamos de pasta invertida… serán macarrones del revés), yo confío plenamente en el personal del colegio donde mi hijo recibe su enseñanza. Sé a ciencia cierta que se han dejado la piel, las neuronas, horas de su propio descanso y algún dinerico en paracetamol para los dolores de cabeza, para que nuestros niños estén donde tienen que estar, de la forma más segura posible. En sus colegios, aprendiendo, socializando, creciendo… Y estoy segura de que lo van a conseguir. Conste como ya sabéis que soy persona de riesgo, pero ¿acaso algunos de nuestros hijos no? ¿Y el profesorado? Pues eso…
Os digo una cosa, creo que los que merecen ese Premio Nobel de la Paz son nuestros peques porque son los que van a ser capaces de demostrar que al final son los más disciplinados y los que mejor se adaptan a las circunstancias, por adversas que puedan llegar a ser. Tengo el ejemplo en mi casa y estoy superorgullosa de él y de sus MAESTROS, por dicha razón la balanza se decantó por el SÍ, y mi Premio Nobel de la Educación va por todos aquellos que sí AMAN A NUESTROS HIJOS.
Darwin, visto que andas un poco sordo, ya no me hace falta que vengas. Me sigo apañando por el momento… (pero si te llevas a Tram-posos mejor).
¡COMENZAMOS CON ILUSIÓN, SEÑORES!