“LA MÁSCARA”

LA MÁSCARA”

SUSANA GUIJARRO -Psicóloga. Máster en Psicología Clínica y de la Salud-

Andaba yo pensando el tema sobre el que escribir hoy cuando de pronto me viene a la cabeza aquel mítico programa concurso al que muchos espectadores estábamos enganchados: “el 1,2,3…”. Qué tiempos aquellos en los que disfrutábamos en familia de las ocurrencias de Chicho Ibáñez Serrador, ¡Y sin encerrarnos por causa de fuerza mayor! Cuando yo empecé a seguirlo quien presentaba el programa era Mayra Gómez Kemp. Me encantaban los viernes porque, aparte de que ya no había colegio hasta el lunes, ese día podíamos quedarnos despiertas hasta tarde mi hermana Cristina y yo con nuestros padres viendo el concurso. Todos comentábamos preguntas, elegíamos nuestras opciones a la hora de ir descartando los objetos que llegaban a la mesa de los concursantes y reíamos y nos picábamos. ¡Ah, también queríamos el apartamento en la manga del Mar Menor! Pero nunca escribimos…

Haciendo un poquito de memoria recuerdo que mi madre nos regaló algún juego del chollo y del antichollo (para seguir fantaseando y desarrollar nuestras capacidades), también nos compró la Boti Bota (¡Esa fue la caña para cogerle el tranquillo!). Allí anduvimos dando saltos y vueltas con el artilugio hasta que llegamos incluso a intentar echar carreras mientras íbamos dándole vueltas al cacharro con los tobillos (no nos estampamos en más de una ocasión de milagro). También estaba la calabaza Ruperta, esa era la más veterana, si no recuerdo mal. De todo esto se puede decir que cosechamos grandes éxitos… (intuya el lector aquí la ironía), mi hermana se convirtió en la niña de los chollos cada vez que iba de compras, yo de los antichollos en otros terrenos que no vienen al caso, tuvimos una racha que continúa hasta el día de hoy de tener botas y más botas en el fondo de armario, y con respecto a las calabazas… Tenían de todos los nombres menos Ruperta… Las mías eran: matemáticas, física, ciencias sociales… Y a nivel de carrera, ¡aún sueño a veces que me quedan asignaturas pendientes! ¡Que contenta está mi madre! Ya ha pedido cita para salud mental…

No recuerdo otro boom como ese hasta que llegó El precio justo, que consiguió casi lo mismo o incluso más. Con esa sintonía tan pegadiza cada vez que Joaquín Prat llamaba a un concursante acompañando con el grito de guerra: ¡a jugar! La de veces que acertábamos… ¡Ay, señor! Podíamos habernos llevado algún escaparate y todo, pero bueno, también dio la cosa sus frutos y mi hermana tiene el suyo propio, jajaja.

Y diréis ¿qué tiene que ver tó este rollo con el título? Pues a ver… Por un gallifante, ¿qué tienen en común Cher, Antonio Banderas, los carnavales de Venecia, la película de Tom Cruise titulada Eyes Wide Shut, el rímel y lo que nos echamos después del champú? ¡Ah, se me olvidaba! También esas cosas que llevan siglas que si FFP2, FFP3, (que parece que han estudiado módulos formativos de grado superior y todo…), otras que son azules por un lado y con una zona metálica… (que algunos entes se ponen cual férula para la barbilla). Pues a ver, el título, porque Cher (aparte de por las operaciones de cirugía estética que le han dejado la cara estática hasta el punto de parecer una máscara) protagonizó una película con ese nombre. Antonio Banderas era el prota en La máscara del zorro, ¡como estaba el zorro…! ¡Pa pelearse contra su espada! (Mami no te asustes). Eyes Wide Shut era un thriller erótico-festivo en el que los participantes en una “fiesta amorosa” usaban eso (no me refiero a la profilaxis esa que se pondría el Banderas en la espada…). El rímel y lo que usamos después del champú también son eso: ¡MÁSCARAS! (Me estaba imaginando que eran respuestas del 1,2,3, jaja, con musiquilla y todo y la bocina de las Tacañonas… ¡Y la Bombi! ¡No ha llovio ná!

Seguro que hay una parte de la población, la mayoría, que hace un uso adecuado de ella, con esto de la pandemia del pronión (que me gusta una palabra rara…), pero es que hay gente… que había que meterla en una UCI para concienciarla de lo que puede ocurrir si no nos protegemos y protegemos al resto. Esta tarde una señora mayor se planta con to sus narices al descubierto (lo que viene siendo sin mascarilla) en un supermercado, le dicen que no puede pasar y se va ofendida… Antes de eso me he encontrado a más de uno con la barbilla lesionada (parece que lo usen por dislocación barbillar o porque tengan pérdidas salivares. Si los pudiese estudiar Paulov sería fascinante…) y ya, una vez dentro del recinto por uno de los pasillos viene otra que se ve que tenía que oler los productos pa comprarlos, con to la napia descubierta en plan pecho lobo (he tirao por otro pasillo por no decirle ¡quita biiicho!). Me recuerdan al meme ese que anda por redes en el que aparece el dibujo de un macho alfa con el mango colgante por fuera de los calzoncillos… ¡Qué pena de tontos! (Bozales ponía yo si me dejaran…).

En fin, ¡que sus pongáis la mascarilla, leches! Que luego nos quejamos del Gobierno, de los rebrotes, de que no me la pongo porque sudo (y los profesionales que van vestidos de astronautas ¿no sudan? ¡Anda la hostia Patxi!), etc. O contribuimos todos o me veo de nuevo encerrá rescatando todas las temporadas del 1,2,3… cantando en el balcón: ¡1,2,3,1,2,3, por gilipollas confinados otra vez!

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