EL VERBO PROSCRITO

         LOS RUIDOS INVOLUNTARIOS

JUAN JOSÉ CUENCA -Escritor-

Dependiendo de dónde y con quién nos encontremos o según lo que estemos haciendo en un momento determinado, el hipo puede resultar muy engorroso y molesto. Aunque en principio no representa nada negativo para nuestra salud, si es persistente se debería acudir inmediatamente al médico. Es sin duda lo más incómodo y difícil de atajar, lo que a menudo nos puede provocar desde dolor hasta vergüenza.

Existen infinidad de trucos caseros para acabar con el hipo en unos segundos, pero para combatirlo primero debemos conocer qué es y qué sensaciones provoca en nuestro organismo. Decir que es un movimiento involuntario espasmódico del diafragma que hace que la epiglotis se cierre. Esta contracción provoca que las cuerdas vocales se cierren también y provoquen ese ruido y esa sensación tan desagradables. Vamos a enumerar ahora los trucos más aconsejables para eliminar el hipo.

– Uno de los remedios más utilizados es tomar azúcar, miel o caramelo y beber un vaso de agua inmediatamente después.

– Hay quién toma un sorbo de vinagre de vino blanco o vino directamente. Cuidado: cabe la posibilidad de aficionarse al caldo más que un cura de pueblo y desterrar el hipo, pero que se te quede la boca como una alpargata.

– Morder una rodaja de limón y sorber el zumo produce una reacción que hace desaparecer el hipo.

– Eructar. Aunque en un principio parezca algo de mala educación, hay quien aconseja tomar algo de aire y eructar para eliminarlo.

– Otro de los remedios caseros que nos podemos encontrar es tomar agua sin tragar y moverla de lado a lado de la boca. Así evitaremos respirar por unos segundos y podremos controlar el hipo.

– A veces viene muy bien aguantar la respiración durante unos segundos. Igual que lo citado anteriormente, pero sin agua.

– Morder algún objeto tales como bolígrafos, lápices o un palillo de dientes hace que el hipo desaparezca como por arte de magia.

– Cuando nos tapamos los oídos, respiramos con una bolsa de papel, nos tumbamos de espaldas o hacemos abdominales, podemos acabar con el hipo de un tajo.

Como les comentaba al comienzo de este artículo, el hipo en sí no es perjudicial para nuestra salud aparte de ser muy molesto. El verdadero problema llega cuando este hipo persiste y nos restringe en la realización de nuestras actividades cotidianas. No cabe duda de que una buena alimentación ayuda a que no aparezca, pero esa es otra cuestión que abordaremos más adelante.

Reseñar que el hipo ha tenido y tendrá siempre un papel relevante en algún momento de nuestras vidas. No hay que tirar un poco de hemeroteca para darnos cuenta de que imperturbablemente ha estado instalado en nuestro entorno más cercano. Como mero apunte informativo decir que el ataque de hipo más duradero de que se tiene constancia se prolongó nada más y nada menos que ¡68 años! De hecho, aunque suele comenzar sin razón o motivo aparente, desaparece generalmente a los pocos minutos. Puede afectar a personas de cualquier edad y hasta los fetos pueden sufrirlo, siendo muy común en los bebés hasta los seis meses. Y aunque suele ser un trastorno pasajero y benigno como decíamos, que apenas dura unos minutos y se resuelve espontáneamente, en casos excepcionales puede durar más tiempo: si se manifiesta hasta 48 horas se considera de tipo recurrente; si dura más de 48 horas pero menos de un mes, es un ataque de hipo persistente. Se diagnostica como refractario o rebelde si dura más de un mes, en cuyo caso deberíamos acudir rápidamente al médico. Este último caso puede ser un síntoma de posibles alteraciones gástricas, metabólicas, neurológicas o torácicas e, incluso, de enfermedades como esofagitis, úlcera de estómago o pancreatitis.

Algunas de las causas que pueden provocar hipo son: comer en exceso o muy rápido; irritación del diafragma; cirugía abdominal; alteraciones del estómago; ingerir bebidas carbonatadas; estados de nerviosismo o alteración; consumir alcohol o tabaco; consumir alimentos picantes o muy condimentados y padecer cualquier enfermedad o trastorno que irrite los nervios que controlan el diafragma.

En el caso de los bebés, los expertos han determinado que no hay remedios para detener el hipo y que hay que esperar pacientemente a que éste pase. De todas formas si dura más de media hora o son muy frecuentes, es conveniente consultar al médico para descartar que se trate de algún problema neurológico o digestivo. Curiosamente en los neonatos podría cumplir una función importante, ya que estudios recientes han revelado que cada vez que el feto tiene hipo desencadena una oleada de señales cerebrales que pueden ayudar a que el bebé aprenda a regular su respiración.

Una última advertencia antes de despedirme: ojo con intentar quitar el hipo con un susto tremendo, sobre todo cuidado con experimentar este método con la abuela, no sea que por curar un mal menor le de un ataque al corazón por el repullo y cueste más el collar que el perro.

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