LUTO
España está de luto. Y no es para menos que, después del desastre provocado por la pandemia, se hayan decretado 10 días de luto por todas las víctimas mortales a causa del dichosito covid-19. Se merecen un homenaje y una despedida digna que alivie, aunque sea mínimamente, el dolor y la impotencia que sufren los familiares de las víctimas.
Pensaba escribir sobre otro tema, algo más liviano y divertido, pero no me parecía respetuoso en este contexto. Ha sido una auténtica desgracia todo lo ocurrido, y ojo… que vamos haciendo un poco el borrego en esto de la desescalada. Aunque es cierto que al principio la población respondió bien, y en términos generales hemos dado ejemplo con nuestro comportamiento, todavía parece que hay individuos con aspecto humano que no se han enterado de que la amenaza sigue ahí fuera. A lo mejor es porque con tanta fase nos hemos perdido y ya no sabemos si estamos en un proceso de mitosis, en el Triángulo de las Bermudas o viendo aquella película de los hermanos Marx en el que hablaban de la parte contratante de la primera parte…
Tenemos que estar preparados para cualquier evento caprichoso de nuestra madre naturaleza, porque podrían darse repuntes en cuanto a los casos de afectados o como apuntan algunos “expertos” que el virus vuelva con más fuerza después de la época estival. Pero a mí me preocupan aparte otras cosas… Ya que el coronita (prefiero esa rubia con limón ahora que viene el calor), también podría ser que acabase desapareciendo en poquito tiempo de nuestras vidas. Lo que me apena de verdad es que creo que deberíamos estar de luto por cómo están actuando algunos de nuestros políticos, y ya para qué hablar de los ciudadanos, de a pie, invadidos por una expertología pasmosa. Esos que saben de política, de sanidad, de legislación y que sienten una gran necesidad de actuar como jueces ante el acontecimiento que estamos viviendo y que lo que deberían es de ponerse un puntito en la boca y dejar hacer, para salir airosos de esta.
Es increíble como ha cambiado la historia en tan poco tiempo, de estar aplaudiendo a toda la gente que ha colaborado en sanarnos, a querer cortar cabezas por la mala gestión de esta crisis. Y digo yo… ¿Cuándo nos hemos visto en otra anteriormente? ¿Quién iba a saber la dimensión que realmente iba a tomar la cosa? Tenemos a personas que dan la cara todos los días y en vez de agradecer que se hayan salvado el mayor número de vidas, dentro de lo poco que se sabía de la evolución del antifairy, vamos a querer convertirlo en papilla. Pues señores a mí no me hubiese gustado verme en su pellejo. Probablemente no esté diciendo nada nuevo, pero ando un poquito “encorná” con tanta pelea y tanto debate en los mass media que sigue echando leña al fuego…
¿Y qué saco en conclusión? Pues algo muy triste, el egoísmo sigue imperando como forma de vida. Vale que sea un instinto primario de supervivencia, pero no pasando por encima del resto. Creo que hemos perdido valores esenciales para una convivencia en sociedad sana, y que poco se ha aprendido durante la época de confinamiento. También me reafirmo en que los extremos son malos, sobre todo cuando hablamos de quienes ejercen el poder porque sólo generan odio, además de entorpecer la labor de los que trabajan por nosotros.
Conste que no defiendo a nadie, conste que paso de la mala política, conste que le sigo teniendo respeto al bichosaurus, pero que también conste que quiero mantener la confianza perdida por la mala actuación de algunos cabestros. La esperanza no la pierdo, y ojalá de una vez aprendamos a escuchar sin juzgar, a ser proactivos en vez de quedarnos de brazos cruzados, a valorar la suerte que tenemos y a querernos más en vez de odiarnos, porque si no España seguirá de luto…