EL VERBO PROSCRITO

      ORO EN LOS DESECHOS

JUAN JOSÉ CUENCA -Escritor-

La orinoterapia (o uroterapia o terapia de auto-orina) es una pseudo ciencia que se engloba en las llamadas medicinas alternativas y que consiste en la aplicación de la orina humana (¡ojo a esto!) para fines cosméticos o medicinales, incluyendo su bebida e ingestión y el masajeado en piel o encías. Aunque no hay evidencias científicas que apoyen esta práctica como uso terapéutico, la verdad es que cada día tiene más adeptos. En varios sistemas tradicionales y a lo largo de los siglos, la orina se ha utilizado para con diferentes fines: en la antigua Roma, por ejemplo, se usaba para blanquear los dientes; en la cultura del Islam se permitía el uso de orina de camello para ungüentos medicinales y también ha sido utilizada en México y Nigeria.

Pero fue el naturópata británico John W. Armstrong quien popularizó esta terapia alternativa a principios del siglo XX. Armstrong se inspiró en la práctica de su propia familia de usar la orina para curar pequeñas picaduras de insecto y dolores de muelas. Debido a su mala salud personal concibió un ayuno de 45 días bebiendo sólo su orina y agua del grifo, en una lectura metafórica de un Proverbio Bíblico (5:15) que dice “bebe el agua de tu propio pozo, el agua que fluye de tu propio manantial”. Todas sus experiencias fueron publicadas en un libro que tuvo gran repercusión y que se convirtió en un documento esencial de la disciplina.

¿Pero qué es la orina? Según la sabia Wikipedia “la orina (del latín urina) es un líquido acuoso transparente y amarillento, de olor característico, secretado por los riñones y enviada al exterior por el aparato urinario. Puede servir para determinar la presencia de algunas enfermedades”. Así, en diferentes países se está adoptando el uso de la orina con fines tan diversos como en agricultura, cosmética o tecnología.

En Estados Unidos, en la localidad de Brattleboro (Vermont), se recolecta el preciado líquido de más de 100 voluntarios con el que se cultivan zanahorias, lechugas o se mantiene con un verde luminoso el césped. Esta práctica ya ha sido adoptada en Asia. Además de gastarse menos agua, nuestro residuo es un potente fertilizante lleno de nitrógeno y fósforo. Este uso debe ser comedido, almacenando la orina un tiempo antes de utilizarla para eliminar reminiscencias tóxicas.

Otro uso que están realizando los chinos con esta sustancia es fabricar dientes a partir de células madre  encontradas en ella. El diente en sí (aunque no es tan duro como el natural) posee estructuras parecidas a uno verdadero, con pulpa, dentina y esmalte.

Ahora bien, pásmense con la siguiente utilidad de la orina: el doctor Ioanis Ieropoulos, del Laboratorio de Robótica de la Universidad de Bristol (Reino Unido) ha volcado sus investigaciones en desarrollar una forma de cargar los teléfonos móviles con esta sustancia. Y recientemente investigadores de la Universidad de Bath, también en Inglaterra, han desarrollado una célula de combustible en miniatura que puede generar electricidad a partir de la orina. Con ello tratan de obtener una solución para ofrecer energía renovable y asequible. En la Universidad de Ohio (EEUU), por otra parte, se han especializado en convertir la orina en combustible de hidrógeno a partir de la composición de ésta (urea y amoniaco).

La NASA no se ha quedado al margen de la utilización de la orina con fines distintos a los que suponíamos hasta ahora. Los astronautas toman su propia orina para hidratarse en la Estación Espacial Internacional. La suya y la de sus compañeros. Según el astronauta canadiense Chris Hadfield, el 93% del agua que se utiliza en el Espacio se reutiliza de nuevo, incluyendo el sudor y la orina. Aunque sepa como cuentan a agua embotellada, estos hombres y mujeres seguro que tendrán que superar, además, un trauma al pensar que están ingiriendo sus propios residuos corporales.

Por último, indicar que antiguamente los fabricantes de pólvora lo hacían a través de la orina. Al contener amoniaco, su reacción combinada con estiércol, cenizas y hojas produce un explosivo de nitrato de potasio.

Ya ven todo lo que puede salir de nuestra, en principio, insignificante orina. Para que luego la vayamos desperdiciando por ahí sin ton ni son, abriéndonos las braguetas indiscriminadamente en los lugares más insospechados. Tampoco se vayan a venir muy arriba y se pongan a experimentar en casa para fabricar una bomba mientras se graban en vídeo para hacer una gracia, no sea que se queden sin más de cuatro paredes en las que colgar un mísero cuadro. Además, ¿para qué van a beberse su orina mientras salga agua del grifo? Más vale una diarrea cansina y recurrente a una intoxicación por amoniaco… o algo peor.

Bastante hay con lo que tenemos encima.

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