CANGREMIA

CANGREMIA

SUSANA GUIJARRO RUBIO -Psicóloga. Máster en Psicología Clínica y de la Salud-

Aquí está de nuevo la niña que juega con las palabras para deleitaros con su particular verborrea. Y diréis ¿de dónde sale eso de cangremia? Pues de la pandemia que nos asola desde hace mucho más tiempo que el bicho aquel del que os hablé la última vez. Dejo aparcado al de la corona para atizarle hoy al cangrejo.

Que mal suena cuando el médico te dice: – Tiene usted cáncer-. ¡Casi me caigo p’atrás del susto! Pero, por suerte, la silla tenía respaldo. Una sensación de vértigo te posee de pronto, pero a pesar del mareo me armé de valor y le pregunté: – ¿y ahora qué? ¿Qué tipo es y en qué estadío está?- Y ahí quien se mareó fue el doctor porque no sabía cómo decirme que no sabían nada. Lo único que quedaba claro era que había que volver a operar. Allá que de pronto llega otro compañero y me empiezan a comentar lo que iba a venir después del diagnóstico. En ese momento no era muy consciente de lo que me estaban contando y era a todo sí buana, pero de pronto me levanté y les dije ¿sabéis una cosa? Y espeté, con una sonrisa:       -¡haced lo que sea necesario pero que sepáis que no me voy a morir porque tengo un niño que criar y además no tengo tiempo! Y así fue como me enfrenté al dichoso cangrejo (que no se enteró de que soy más de langostinos…), cual torero agarrando al toro por los cuernos.

Disfruté un poquito antes de pasar por el taller de reparaciones de unos baños en la playa con mi retoño con la incertidumbre de si escaparía del aprieto tan jodido en que me acababa de poner la vida. Sólo quería que fuera pasando el tiempo y que saliera todo bien. Días de angustia y noches de insomnio me acompañaban las 24 horas del día. Te haces la fuerte para que no hacer sufrir, pero he tenido la suerte de estar muy acompañada en todo momento por familia y amigos que me daban aliento y cariño para no desistir en la lucha. También descubrí el trabajo tan maravilloso que realizan los psicooncólogos. ¡Gracias Lourdes! Has sido, eres y serás un apoyo fundamental para mí. ¡Gracias David! Por estar ahí cuando me rompí y no veía salida. ¡Gracias papá y mamá! Por acompañarme todos los días, pero especialmente a mis sesiones de radioterapia y luego de quimioterapia. Por estar de manera incondicional siempre y quererme como lo hacéis. Y como no a mis hermanas. ¡Os adoro!

Tengo suerte, porque tengo un hijo que me empuja a seguir adelante, por el que siento un amor infinito y que todos los días me da una lección.

Tengo suerte porque he aprendido muchísimas cosas de esta puñetera experiencia. Entre otras que se ha avanzado mucho en la lucha contra el cáncer pero que aún queda demasiado por hacer. Ahí es donde hay que pedirle a nuestros mandatarios que pongan un poquito más de su parte. Un presupuesto decente para investigación, tratamientos y demás, sería un buen comienzo.

Si algo bueno tiene esto es que conoces a mucha gente buena. Ya os hablé de Irene (¡Te quiero!), pero también están Silvia, Pepa y, por desgracia, muchos más.

Tengo suerte con el equipo médico que me trata, gracias a ellos estoy aquí y CURADA. Y eso es lo que quiero para los que se enfrentan a esto, ¡CURACIÓN!

Para vosotros, para todos mis incondicionales y para los que no han podido superarlo os mando todo mi cariño y el deseo de que esta cangremia pueda ser algún día historia…

P.D. Hoy es el cumpleaños de mi hijo y por suerte lo puedo ver. ¡Gracias vida!

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