EL MUNDO
El mundo despertó
y no había nadie en sus calles.
Atrapados en casa,
la gente se paró a escuchar.
Habíamos olvidado que
el cosmos también habla.
Muchos ni siquiera
lo habían oído jamás.
Montes, ríos y valles.
Viento, lluvia, pájaros…
Mares, océanos y árboles.
Transmitiendo en vano mensajes,
desde tiempo inmemorial.
¨Aquí estoy para alegraros, lo imploro, quererme¨.
¨Aquí estoy para acogeros, os suplico, respetarme¨.
¨Aquí estoy para sanaros, por favor, curarme¨.
Muchos captaron el mensaje,
pero muy pocos se acordaron,
al echar de nuevo a andar.
Los que sí,
lo hicieron diciendo:
¨Yo te quiero mundo y te voy a cuidar¨.