El 30% del fracaso escolar está relacionado con alteraciones de la visión no diagnosticadas según el CGCOO

R.E.F.

Hoy se celebra el Día Internacional de la Educación, al que se une el Consejo General de Colegios de Ópticos-Optometristas (CGCOO) recordando que una buena visión es fundamental en el aprendizaje de los niños y niñas

En España se calcula que el 30% de los casos de fracaso escolar está relacionado con alteraciones de la visión no diagnosticadas. Hoy se celebra el Día Internacional de la Educación, al que se ha querido unir el Consejo General de Colegios Ópticos-Optometristas (CGCOO) recordando que una buena visión es fundamental en el aprendizaje de los niños y niñas. Según sus datos, durante los primeros 12 años de vida, cerca del 80% del desarrollo socio-educativo tiene lugar a través de los ojos.

Aproximadamente entre el 5 y 10% de los preescolares y el 25% de los escolares tiene problemas visuales y utiliza gafas o lentes de contacto para corregir sus problemas de visión, pero otros muchos no son conscientes de que necesitan un elemento compensador para una óptima asimilación de los conocimientos que se aprenden en la escuela.

Según el CGCOO, la miopía es el defecto refractivo más habitual entre los estudiantes. Su prevalencia en la población escolar es muy variable en función de la zona geográfica que se estudie, de la raza e incluso de los factores socioeconómicos pero tiende a incrementarse con la edad. Así, se estima que un 20% de los niños entre 5 y 7 años son miopes, un dato que se dispara a más del 50% cuando se refiere a universitarios.

La hipermetropía es otro de los defectos de la visión más habituales y que obliga a los ojos a hacer un esfuerzo extra para mantener la visión. Una situación que puede provocar bajo rendimiento lector y falta de concentración. Además, en grado suficiente es también el factor más importante que puede desencadenar una ambliopía (ojo vago).

El astigmatismo también puede ser el origen de un mal rendimiento en la lectura, ya que genera una imagen distorsionada que el sistema visual intenta compensar con esfuerzo y que termina por ocasionar cefaleas, falta de concentración y visión borrosa.

Una mala visión que es consecuencia de una graduación no corregida, puede suponer un gran obstáculo para un correcto rendimiento escolar, ya que estas situaciones impiden la visión nítida y estable y obligan a los ojos a realizar un esfuerzo excesivo que genera cansancio.

Normalmente los niños muy pequeños no reconocen si su visión es correcta o no ya que no tienen referencias propias de lo que supone una buena visión. Por este motivo, se debe atentos a múltiples comportamientos que puedan ser consecuencia de un problema visual no tratado, entre ellos:

  • Acercarse mucho al papel
  • Torcer la cabeza cuando lee o escribe
  • Confundir letras y palabras con frecuencia
  • Problemas para copiar de la pizarra
  • Cansancio y falta de concentración
  • Tropezarse con frecuencia
  • Frotarse los ojos.

Existen otros signos más evidentes como entrecerrar los ojos al fijar algún objeto, torcer o desviar un ojo, guiñarlo con frecuencia o quejarse de dolor de cabeza cuando lee o estudia.

Debido al continuo crecimiento de los niños y adolescentes durante su etapa escolar, se hace necesario realizar revisiones optométricas de un modo más habitual. Además, de someter al niño a un examen visual completo antes de los cuatro años. Algo en lo que los padres españoles parecen estar concienciados, ya que el 97% de los niños revisa su visión periódicamente una vez al año o cada seis meses.

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