TRES TESOROS OCULTOS EN LA HISTORIA DE MOTRIL
Escribir de tesoros ocultos en época de crisis económica podría interpretarse como un contrasentido, una broma o tal vez una razón para soñar con riquezas. Pero la verdad es que siempre nos preguntamos ¿si alguna vez se han encontrado algunos tesoros guardados por nuestros antepasados en sitios escondidos?
La realidad nos dice que sí, que en algunas ocasiones se encuentran tesoros cuando menos se espera ocultos en algún agujero, tras una pared o en algún subterráneo. Generalmente son monedas de oro y plata de otras épocas, joyas antiguas e, incluso, manuscritos de siglos pasados.
Ocultar las fortunas conseguidas parece que era una cosa muy normal en momentos de inseguridad, de guerras, de revoluciones o de dificultades; cuando el desorden, el saqueo, el bandidaje y los asaltos imperaban. Por el contrario, siempre ha habido gente que ha intentado buscar y a veces conseguido encontrar esos tesoros con el fin de enriquecerse de una manera rápida y sin esfuerzo y otros muchos que los han buscado sin éxito durante años.
La búsqueda de tesoros ocultos, todavía está presente en nuestros días y ha formado parte de las leyendas antiguas de todos nuestros pueblos y ciudades y su difusión es prácticamente universal. Incluso han existido y existen libros de tesoros, como los librillos o “gacetas” impresas y manuscritas que durante siglos han guiado los pasos de innumerables buscadores de tesoros, el Libro de San Cipriano o “ciprianillos” (libros de magia muy difundidos porque incluían listas de tesoros) y los “grimorios” cultos (impresos que contienen disparatados conjuros, fórmulas mágicas y exorcismos para encontrar tesoros ocultos), que también han sido considerados libros del demonio. Un sinfín de informaciones que se mezclan y se entrecruzan, asimismo, con la tradición oral viva.
En el imaginario en relación con los tesoros escondidos siempre se ha hablado de los “moros” y judíos, que escondieron sus riquezas en la época de su expulsión de España, de los subterráneos de las casas de los ricos, de túneles secretos, de las tumbas de los cementerios, de las criptas de las iglesias y de cuevas y cavernas recónditas.
Motril también tuvo sus leyendas relacionadas con tesoros ocultos trasmitidas por la tradición oral y que prácticamente hoy se han perdido, relacionadas generalmente con los tesoros de los “moros” derrotados por los cristianos y obligados a huir precipitadamente hacia tierras lejanas, y no pudiendo acarrear sus tesoros, los guardaron en lugares secretos con la idea de regresar algún día a por ellos y, en algunas ocasiones, se habló de un cierto plano que marcaba esos lugares y permitía encontrar las escondidas fortunas de los motrileños musulmanes.
Hasta aquí la leyenda de esos tesoros imaginarios de Motril, pero sí que es verdad que tenemos noticias de que, al menos, se han encontrado en nuestra ciudad tres tesoros ocultos aparecidos inesperadamente en distintos lugares cuando se realizaban obras.
El primero se encontró en 1914 en un túnel situado en la falda del Cerro de la Virgen de la Cabeza, cuando unos trabajadores de la Hidroeléctrica Motrileña hacían una excavación para colocar un poste para el cableado. El terreno se hundió y apareció un pequeño subterráneo abovedado de ladrillo de no muy larga extensión que se había hundido al final, entre la tierra apareció una jarra llena de monedas de oro que en aquella época se dijeron que eran “moras”. Desconocemos que pasó con ese tesorillo, el periódico local “El Motrileño”, donde aparece la noticia no recoge más datos. Lo curioso es que en 1982 apareció por Motril un buscador de tesoros y consiguió permiso para hacer una excavación en el mismo lugar y efectivamente encontró el túnel y la jarra pero vacía, yo fui testigo de eso. Llegó casi 70 años tarde, el tesoro ya no existía.
El segundo tesoro fue hallado en la Iglesia Mayor de la Encarnación en un foso de unos cinco metros de profundidad en la nave de crucero por los obreros que reconstruían la iglesia en los años 40 del pasado siglo, tras la explosión del polvorín que la destruyó en 1938. Junto al foso se encontró una habitación subterránea con varios objetos de culto, que bien podría ser una cripta de enterramiento. El tesoro estaba guardado en un cofre de plomo cerrado con llave y consistía en varias monedas de plata muy bien conservadas de la época de Felipe II y Felipe III. Fue depositado en el Ayuntamiento a disposición del párroco y seguramente enviado después a la Curia granadina. Podría tratarse del cofre que, por costumbre, se colocaba al hacer los cimientos de un edificio y en el que se guardaban algunos documentos y monedas de la época. Las monedas encontradas coincidían con la fecha aproximada de la construcción del crucero de la iglesia. La noticia del descubrimiento fue recogida por el periódico Ideal.
Apareció el último tesoro en 1967 en la casa número 46 de la Calle Nueva, cuando su propietario hacia obras de reforma en la planta baja del edificio y al tirar una pared se encontró una pequeña hornacina que contenía una vasija de barro con 147 monedas de oro extraordinariamente conservadas y comprendidas entre el reinado de Carlos III y el de Isabel II, estando la moneda más antigua fechada en 1770 y la más moderna en 1668, año en el que se produjo en España la revolución llamada “La Gloriosa”, momento probable en la que enterraría el tesoro ya que se produjeron en toda España y en Motril disturbios, saqueos e incendios. En principio, el tesoro, fue depositado en el Ayuntamiento y después trasladado a las dependencias del Museo Arqueológico Provincial. En 1969 el Estado compró 72 monedas con el objeto de ser expuestas en el citado museo y el resto se devolvió a sus propietarios.
En los últimos estoy muy interesado por recopilar un variado número de temas que tienen gran parte de su base en leyendas o tradiciones transmitidas sencillamente de forma oral, es decir, sin fundamento documental y en materia de leyendas y otras narraciones más o menos fabulosas, uno de los temas que se hacen más repetitivos es el que trata de los tesoros ocultos de Motril. Pero lo que en un principio lo que parece que tiene una base solo de quimera, de fábula o de patraña, a veces se hace realidad.