- Es el testimonio de una mujer víctima de violencia de género que afirma que ha necesitado mucha terapia psicológica, pero que “gracias a ese tratamiento comienzo a ser yo misma, a poder respirar por mí sola”
“Padecí violencia de género durante 20 años y la sigo padeciendo. Sé lo que es tener miedo y he vivido cada día con pánico.
He sufrido muchos años. Desde el principio había comportamientos que, a día de hoy, y después de muchísimas horas de terapia, ahora puedo ver que no eran normales: atención en exceso, preocupación por mis amistades, mi relación laboral. Lo veía como amor, cuando se trataba de control.
Una vez se afianzó la relación y yo estaba más entregada comenzaron los comportamientos agresivos, aunque se disculpaba después y los achacaba al estrés, de tal forma que yo lo perdonaba por tratarse de una persona de fuerte carácter.
Pero el control pasó a ser total. El dinero, las salidas, el trabajo, los amigos, la familia. E intentaba cambiar mi comportamiento y mi físico a través de ‘recompensas’. Era cariñoso conmigo si seguía un listado que me proporcionaba, en el que me exigía cosas como adelgazar. Si no accedía o no cumplía las premisas, me obviaba.
Era un hombre encantador con su entorno más cercano, pero en mi círculo me ridiculizaba de forma que me fue aislando.
También a temas más mundanos como colocar las cosas de forma distinta, reaccionaba arrojándome objetos, gritando e insultándome. Apelaba a que lo hacía por mi bien, para que los dos fuéramos más felices.
Llegué a mendigarle cariño pues me sentía un despojo.
Llegó un momento en el que la agresividad pasó a ser más fuerte. Tenía miedo de salir a la calle, sufrí numerosos episodios de ansiedad y comencé a pensar que aquellos comportamientos no eran ‘normales’ ni ‘disputas de pareja’, pero no me atrevía a denunciar. En primer lugar, porque estaba anulada y, sobre todo, por vergüenza. Por vergüenza de haber aguantado una vejación similar durante tantísimo tiempo y por miedo a que no me creyeran.
He necesitado muchísima terapia psicológica. Gracias a ese tratamiento pude comprender qué estaba pasando, pues no era consciente, porque justificaba todos los comportamientos de él. Ahora comienzo a ser yo misma, a poder respirar por mí sola. Los psicólogos me han ayudado a reconstruirme por completo.”
Este es el testimonio de una mujer que ha sufrido violencia de genero durante veinte años y que ha querido compartir su dura experiencia para concienciar a otras mujeres de la importancia de denunciar los malos tratos.
Carmela Rull, psicóloga
Al respecto, Carmela Rull, especialista en tratar a mujeres maltratadas, y que es vocal responsable de Igualdad y Género en el Colegio Oficial de Psicología de Andalucía Oriental (Copao), explica que “la mayoría de las mujeres que sufren violencia de género presentan un estado de angustia emocional elevado, trastorno depresivo; se sienten muy mal, agotadas, con una autoestima muy baja e infravaloradas. Además, afirman no saber qué les está pasando, aunque, en realidad, prefieren no saberlo; están agobiadas, se llevan muy mal con la pareja y quieren hacer todo lo posible porque funcione bien la relación, pero eso las agota porque no sienten que mejoría alguna. Por muchas cosas que hagan su marido o pareja siempre las insulta, las humilla, las desprecia… No se sienten queridas, y llegan con mucho miedo. Ese miedo es a lo que les pueda pasar, pero también a quedarse solas, a que nadie las quiera, al rechazo social, a no ser entendidas o que no las crean, que no se crean su versión”.
La vocal del Copao afirma que para tratar estos casos “lo primero que hay que hacer es escuchar, de forma empática y activa. Es importantísimo para que esas mujeres se sientan recogidas y que están en un clima de confianza y de respeto, de ser entendidas. Y, después, lo que se hace es enmarcarlas, es decir, en función de los datos que se recogen a través de la entrevista clínica se tiene un diagnóstico más o menos certero de por dónde va su falta de autoestima, su malestar o su angustia. En ocasiones hay que hacer alguna prueba de trastorno depresivo por estrés postraumático. Una vez encuadrada, hay que decirle lo que le está pasando, porque está viviendo una situación de tensión con la pareja y son síntomas típicos de una situación de estas características. El siguiente paso es que ella tome conciencia y sea conocedora de lo que le está pasando”.
Una vez conocido el diagnóstico por parte de la psicóloga empieza un trabajo de “mejorar su autoestima y confianza en ella misma, para que vaya tomando medidas, que se conciencien del problema que tienen. No todas las mujeres están preparadas para una separación o para formular una denuncia. Los profesionales hemos de ir acompañándolas en el proceso de recuperación y darles el tiempo que ellas necesiten para formular una denuncia o hacer una separación, para ir distanciándose del maltratador y afrontar todas las dificultades que conlleva hacer una separación de estas características, que siempre están llenas de obstáculos, incomprensión y es un camino largo y tedioso a nivel judicial. Y si hay hijos menores por medio, aún más”.
Relata Carmela Rull que otro de los grandes problemas que tienen que afrontar las mujeres víctimas de violencia de género “es la soledad. Al vivir en un sistema patriarcal, en el que muchas formas de violencia sutiles están socialmente permitidas, y como se enmarcan todavía dentro de la vida íntima de la pareja, la sociedad no tiene conciencia de la gravedad de esos hechos. Por eso suelen dar consejos las amigas, la propia familia… Consejos cariñosos, que no son para atacarla a ella, pero que vienen a decir ‘aguanta un poquito’, ‘mira a ver si puede cambiar’… Entonces se sienten incomprendidas y en una soledad que se preguntan que dónde recurren porque nadie les va a creer”.
Uno de los defectos que denuncia Carmela Rull es “la falta de coordinación entre las administraciones públicas. Es deficiente. Por ejemplo, no hay un psicólogo que acompañe a las mujeres durante todo el proceso como sí hay un policía adscrito al que puede llamar cuando existe una orden de alejamiento. Si no hay una orden estas mujeres no tienen a nadie y, generalmente, la familia les da miedo también. Se sienten solas desde la incomprensión y tienen mucho miedo porque el maltratador se ha encargado de anularlas y de decirles que nadie las va a creer. Ellas se convencen de que lo que les está pasando no lo pueden contar porque nadie las va a creer».
De estas situaciones se sale, pero se tarda mucho tiempo en recuperar una vida normal: “El proceso es muy largo en el tiempo y más si hay hijos. Salir de ahí depende del tipo de maltrato y también de cómo continúe el proceso judicial. Hay que tener en cuenta que el maltrato se produce por una situación de dependencia y de sumisión, de posesión por parte del maltratador, que no elimina esa idea, no la destierra. La mantiene durante mucho tiempo generando un maltrato indirecto a través de los hijos o presionando a través de las amistades. Con el paso de los años las mujeres se recuperan, se fortalecen y son capaces de rehacer su vida, encuentran pareja, pueden tener más hijos si así lo desean… pero mientras esté el maltratador vinculadas a ellas, sobre todo, a través de los hijos, es complicado».
Por último, la psicóloga recomienda a «a todas estas mujeres que están en la sombra y no se atreven a hablar, que lo cuenten porque aquello que se invisibiliza parece que no existe. Como mujeres tenemos que empoderarnos y manifestar esas relaciones de desigualdad y esas relaciones de maltrato en las cuales muchas mujeres todavía están inmersas por una sociedad en la que algunos hombres -no todos- tienen miedo a perder su rol machista, su rol de ‘hombre’ y necesitan someter y humillar a la mujer por su propia condición de género. Porque el maltrato no se da en una discusión que pueda plantearse entre dos personas en condiciones iguales, sino que va con sumisión e infravaloración de la mujer por su condición de mujer. Animo a esas mujeres a que hablen y que, aun siendo un camino difícil en muchos casos, se sale. Los profesionales de la psicología estamos preparados para ayudarles, estamos especializados, bien en el ámbito privado o bien en el público. Que sepan que tienen a su alcance muchos mecanismos a los que pueden recurrir y que cada día tienen más derecho a ser escuchadas».
Mariano Vera, decano del Copao
El decano del Colegio Oficial de Psicología de Andalucía Oriental, Manuel Mariano Vera, manifiesta con motivo del Día Internacional contra la Violencia de Género que «se cumplen 15 años de la Ley de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género y tenemos que tener la perspectiva de que son pocos los años que llevamos con ella. Y con el goteo constante de mujeres asesinadas nos da la sensación de que no se está consiguiendo nada. Por eso es necesario seguir alertando y concienciando, sobre todo a los jóvenes, del error que esta sociedad está cometiendo contra la mujer. Es necesario seguir avanzando. Como profesionales de la psicología tenemos que seguir trabajando en la prevención y en la concienciación de la sociedad de que las desigualdades tienen que desaparecer y, por supuesto, es inadmisible la violencia que se ejerce desde el ámbito masculino hacia la mujer. Esperemos que en los años venideros empecemos a ver los frutos en la lucha contra esta lacra y disminuyan el número de víctimas de violencia de género. Elevo mi total repulsa hacia cualquier acto de violencia en cualquier sentido, pero hoy más que nunca, hacia los actos de violencia del hombre contra la mujer».