EL CULTO EN MOTRIL A LOS DOS SAN ANTONIO
El culto a los santos se caracteriza por su inmediatez, al ser seres semidivinos accesibles a los hombres, y el acto de culto se convierte en una relación dialéctica en la que existe un intercambio de favores entre los hombres y el Más Allá. El santo es considerado formalmente por los devotos como un intermediario entre los hombres y el Ser Supremo, pero a la vez como el único interlocutor valido entre el hombre y lo divino. A los santos se acuden para pedirle una cosa específica, habiéndoseles atribuido especialidades concretas: curación de enfermedades, protectores de un determinado mal, protectores contra las catástrofes naturales, etc.
En Motril, entre otros santos, tuvimos las devociones populares a San Antonio Abad o San Antón, culto hoy desaparecido, y a San Antonio de Padua que aun actualmente conserva su fiesta y su ermita.
A San Antón, cuya fiesta en se celebra el 17 de enero, se le representa iconográficamente como un viejo ermitaño, con barba y habito de monje, libro y báculo en las manos y un cerdo a sus pies. Se le consideró patrono y protector contra los incendios y de los animales domésticos y especialmente como abogado contra el “fuego ardiente” o “fuego de San Antón”, una antigua afección por la que un gran número de enfermos vieron su cuerpo consumido por ese fuego invisible, que les producía intensos dolores, alucinaciones auditivas y visuales por las se creían presos de seres diabólicos y monstruosos y la consumición con un desecamiento de las extremidades, como una gangrena seca, que obligaba a la amputación.
Esta enfermedad fue asimilada mucho después al consumo por las clases más menesterosas, de pan de centeno contaminado, en los años mas lluviosos, por un hongo parasito llamado cornezuelo, que era el que producía la dolencia, hoy llamada ergotismo.
Desconocemos el inicio de la devoción motrileña a este santo, pero su ermita estaba construida en los años finales del siglo XVI o primeros del XVII en el ejido junto a la camino de la Nacla, en el solar que hoy ocuparía aproximadamente la antigua comisaría de policía en el barrio de Capuchinos. A mediados del siglo XVII, en 1641, los frailes capuchinos establecieron la fundación de su convento en esta ermita, aunque posteriormente la abandonarían para construir su nuevo convento en las cercanías. El edificio de esta ermita dedicada a san Antón se conservaba en ruinas en la primera mitad del siglo XIX, debiendo ser derribada definitivamente poco después.
El otro San Antonio, el de Padua, de origen portugués pero que adquirió el apellido de la ciudad italiana donde murió. Su fiesta se celebra el 13 de junio y se le considera patrón de mujeres estériles, pobres, viajeros, albañiles, panaderos y papeleros. Se le invoca por los objetos y causas perdidas y para pedir un buen esposo/a. Por regla general, a partir del siglo XVII, se ha representado a San Antonio con el Niño Jesús en los brazos; ello se debe a un suceso que tuvo mucha difusión y que ocurrió cuando el santo estaba de visita en la casa de un amigo. En un momento dado, éste se asomó por la ventana y vio a Antonio que contemplaba, arrobado, a un niño hermosísimo y resplandeciente que sostenía en sus brazos. En las representaciones anteriores al siglo XVII aparece San Antonio sin otro distintivo que un libro, símbolo de su sabiduría respecto a las Sagradas Escrituras. En ocasiones se le representó con un lirio en las manos y también junto a una mula que, según la leyenda, se arrodilló ante el Santísimo Sacramento que mostraba el santo; la actitud de la mula fue el motivo para que su dueño, un campesino escéptico, creyese en la presencia real.
Su culto en Motril parece que empieza en la primera mitad del siglo XVII y en 1652 nueve vecinos de ascendencia portuguesa, devotos del Santo, pidieron licencia al Ayuntamiento para construirle una ermita en un lugar cercano a la Nacla, templo que debió estar terminado poco tiempo después. En 1679 una terrible epidemia de peste asolaba Motril y no dejaba de producir una gran mortalidad a pesar de las misas y procesiones que se habían hecho a los tradicionales santos patrones motrileños, abogados contra este mal. Pero en la madrugada del día 13 de junio unas extrañas luces en el cielo, hicieron pensar a los afligidos motrileños que podían ser un milagro de San Antonio y al que, al día siguiente, hicieron procesión y nombraron patrono protector de la ciudad, disminuyendo la intensidad del contagio. Desde entonces la devoción y culto de este santo permanece en la religiosidad popular motrileña hasta nuestros días.
Dos ejemplo más de las devociones populares en Motril en la tradición religiosa de España y que se reflejaron, en estos siglos de la Edad Moderna motrileña, con una gran piedad y fuerza emocional, sencilla, más o menos interior pero siempre exterior y fuertemente social.