COMERCIAL MOSABE cumple 30 años como referencia del sector de la ferretería industrial en la Costa de Granada. Dirigida ahora por una segunda generación de mujeres, Loli e Irene Romera han sabido sortear los zarpazos de la crisis manteniendo la plantilla, apostando por primeras marcas y productos nacionales y aplicando la ética que les inoculó Armando Romera Ferres, el padre y fundador del negocio, fallecido hace cuatro años.
La cualificación del personal es el principal valor añadido de la empresa, nos dicen, “esa es nuestra fortaleza”. La misma que día a día les permite mantener y ganar nuevos clientes.
La historia de un entusiasmo
COMERCIAL MOSABE se crea en 1984, en una España democrática casi recién estrenada, llena de expectativas e ilusiones y con el sector de la construcción y la obra pública en pleno desarrollo.
El negocio empezó como una tienda de cuartos de baño y azulejos en la calle Carretas. Poco tiempo después, el carácter emprendedor de Armando Romera le anima a invertir en el sector de la ferretería y adquiere un nuevo local en la calle Ernesto Mira. Allí la empresa se consolida y se hace imprescindible. Y allí continúa. Como el imperturbable botijo del que han bebido y sobre el que han firmado casi todos los fontaneros y albañiles de la ciudad. Todo un símbolo.
En los inicios del milenio se abre finalmente el establecimiento-almacén del polígono El Vadilllo, de mayor capacidad y más centrado en suministros para obra pública. En estos años se han especializado en abastecimiento, saneamiento, PVC, polietileno, cobre y fundición, todo lo necesario en ferretería y fontanería en general, así como sanitarios, grifería y material eléctrico.
“COMERCIAL MOSABE era Armando Romera por su entusiasmo y porque su vida era su trabajo. Nosotras hemos tomado las riendas y vamos aprendiendo día a día”, dice Irene Romera, encargada del departamento financiero. En ese rápido proceso de adaptación, remarca Loli Romera, ha jugado un papel fundamental Dolores Ramos Julián, su madre, trabajadora incansable y alma del negocio familiar desde su creación, que les ha asesorado y alentado permanentemente.
Recetas para sobrevivir a la crisis
Los años de crisis han provocado un descenso de las ventas y la paralización de algunos proyectos, pero advierten que la tendencia parece haber cambiado en 2013. Una dinámica de recuperación del consumo que confían se afiance en el próximo ejercicio y les permita adaptarse un poco más a las nuevas tecnologías y profundizar en la búsqueda de nuevos mercados.
Reducir al mínimo los costes y mantener el personal es una de las arriesgadas apuestas de COMERCIAL MOSABE. Y el presente ha dado la razón a esa filosofía de trabajo que convierte la experiencia en un activo fundamental. “La mayoría de los clientes”, dice Irene Romera, “acuden buscando el asesoramiento de un personal experto. Hemos explicado mucho la manera, incluso en obra pública, de mejorar el rendimiento de una pieza o de cómo manipularla para evitar roturas. Tal como está el mercado, nos han aconsejado reconvertirnos en una tienda de sírvase usted mismo, pero nuestra fortaleza está en el servicio”. “Sobre todo ahora”, rubrica Loli Romera, gerente de COMERCIAL MOSABE, “que la gente en su hogar quiere arreglar los pequeños problemas por su cuenta y viene a consultarte cómo hacerlo. Y ese es un servicio que proporciona un valor añadido”.
La apuesta por el producto nacional y trabajar siempre con primeras marcas muy reconocidas en el sector es otra de las señas de identidad de COMERCIAL MOSABE. La empresa no ha querido entrar en el mercado del producto económico fabricado en China. “ Se ofrece una gama de precios pero siempre apostando por la calidad”, afirman unánimemente las hermanas Romera. “Hay cosas que vamos a mantener porque es la forma de trabajar que nos enseñó nuestro padre: la calidad del producto y el trato respetuoso con el cliente. Evidentemente, hemos incorporado alternativas, adaptándonos al mercado actual”.
Mujer y negocio
Irene y Loli son un ejemplo del éxito de la mujer en el mundo de la empresa, especialmente en un sector “muy masculino”. Recuerdan su preocupación desde muy jóvenes por el futuro del negocio y la confianza que les inculcaron. “En el momento que trabajas y respondes da igual si eres hombre o mujer”, recuerda Irene Romera. “Al principio”, asegura su hermana Loli, “sientes un poco de incertidumbre al estar en un sector en el que la mujer tiene menos presencia, piensas que eso puede ser una barrera,… Pero cuando se coge la dinámica del trabajo diario la inseguridad desaparece”.
Y en ese éxito tienen un papel decisivo los seis empleados de COMERCIAL MOSABE, alguno con toda una vida profesional ligada a la empresa. Las propietarias dicen sentirse “muy orgullosas” porque desde el primer momento han estado “muy involucrados” y son un “apoyo decisivo” para el mantenimiento del negocio. Un negocio que tras algo más de un cuarto siglo está en manos de una segunda generación, joven y sobradamente ilusionada, dispuesta a seguir cumpliendo años.
UNA PLUMA DE TRAZO FINO
Por Irene Romera
Guardado entre mis recuerdos de infancia, tengo uno cotidiano de estar sentada en la mesa del comedor, rodeada de lápices de colores y una libreta en la que dibujaba. En frente, mi padre, con su calculadora y sus eternos listados. Márgenes, comparativas de precios, contabilidad hecha a mano con una pluma de trazo fino. Era una tarde normal de domingo en casa.
Mi padre, Armando Romera, fue un empresario de los pies a la cabeza. Los motivos que lo llevaron a fundar la empresa fueron su inquietud hacia los negocios y el bagaje que tenía en el mundo de la obra pública desde su época como directivo en la empresa Composan, S.A.
Si me planteo el motivo por el que tuvo éxito en su trayectoria empresarial, me viene a la mente una de sus frases “las cosas hay que ir a buscarlas para que pasen, no vienen solas”. Y así era su día a día, trabajando y poniendo a cada paso una pasión propia del que disfruta y aprecia todas las oportunidades que brinda esta vida.
Para mí fue una persona muy especial. Tenía una mirada brillante que contagiaba de entusiasmo a cualquiera. Y por eso supo trasladar, al excelente equipo del que se rodeó, su ilusión y gran dedicación por el trabajo. Le gustaba arriesgar, no solo creía que todo era posible con esfuerzo, sino que casi siempre transformaba sus sueños en algo real. Creía de verdad en las personas y confiaba cien por cien en aquellos a los que quería.
A mí también me contagió. Me enseñó a vivir el trabajo como una ilusión que cada día es diferente, una lucha diaria en la que sortear el camino, adaptándose a los cambios, pero siempre mirando a un horizonte lleno de metas por alcanzar.