La salida de la crisis no es inmediata. Crítica a la politica económica

 
 

JULIO RODRÍGUEZ LÓPEZ

La prolongada debilidad de la economía española y de la de los países periféricos de la Eurozona podría provocar que dichas economías pasaran, desde la actual «gran recesión», a una autentica depresión. El impacto negativo sobre la actividad productiva y sobre el empleo de la crisis explica buena parte de las abundantes tensiones sociales que aparecen cada día. En 2013, camino del sexto año de crisis, resulta más que evidente que hay que exigir más contenido y ambición a la política económica.

En el primer trimestre de 2013 el PIB de la economía española, tras cinco años de crisis, se situó en un nivel inferior en un 7% al correspondiente al mismo periodo de 2008. El citado nivel del PIB de 2013 resulta inferior en un 20% al que se habría alcanzado de haber persistido la tendencia de crecimiento de la economía entre 1990 y 2012.
El descenso citado de la actividad desde el primer trimestre de 2008 ha estado acompañado de un retroceso relativo mayor del empleo, el 18,5%, correspondiente a una pérdida de casi 3,8 millones de puestos de trabajo.
El 43% de la caída total del empleo en España ha correspondido al sector de la construcción. Sumando a dicho descenso directo el de las industrias productoras de materiales de construcción resulta que el impacto del sector citado sobre la disminución total del empleo se aproxima al 50%. Los ocupados en la construcción no llegan al 40% del nivel de hace cinco años. El aumento del desempleo, que ha crecido en más de cuatro millones en los cinco años citados, se debe en su mayor parte a la caída del empleo y, en una proporción muy inferior, al aumento de la población activa.

El persistente y elevado desempleo reduce el PIB potencial de la economía y la participación de la población en el mercado de trabajo. Además, el retroceso del empleo se extiende a las afiliaciones a la seguridad social, lo que origina una complicación adicional. Las pensiones se financian en España básicamente a partir de las cotizaciones de los afiliados. Un retroceso continuado del total de afiliaciones pondría en peligro, pues, el mantenimiento del actual sistema de pensiones.

Resulta, pues, evidente el alcance del problema que está generando la persistente caída del empleo y de la actividad en el conjunto de la economía española. Frente a dicha situación, la política económica actual parece limitarse a un amplio conjunto de recortes del gasto público (prestaciones sociales e inversión pública) acompañados de las denominadas «reformas estructurales». Estas últimas aparecen en bastantes ocasiones como destinadas a deshacer o minimizar derechos sociales logrados en mucho tiempo.

El afán privatizador de la gestión de los servicios públicos de algunos gobiernos autonómicos añade una complicación más a la reducción de los flujos de prestaciones sociales que provoca la menor recaudación fiscal asociada con la caída de la actividad y el empleo. No es de recibo privatizar un hospital y que al poco tiempo el político privatizador ocupe un puesto relevante en la empresa que ha pasado a prestar el servicio público privatizado en la gestión.

La política económica debe de aspirar ahora, sobre todo, a recuperar el crecimiento y el nivel de empleo, sin agravar más las desigualdades.

Reestructurar la economía no es desregular.

La política económica actual se presenta como algo inevitable, pero la austeridad no conduce a la recuperación del crecimiento. Dicha política vuelve a insistir en las viejas recetas que han conducido a la penosa situación económica actual de España, como lo revela el contenido pro-ladrillo que conlleva la nueva Ley de Costas y las ventajas de todo tipo que se están preparando para dar paso al modelo de Las Vegas en la periferia de Madrid (Eurovegas). .

Insistir ante el continuo descenso del empleo que el remedio consiste en flexibilizar mas el mercado de trabajo no puede ser el resultado de un análisis económico riguroso, sino que responde a una ideología interesada.

Si desde el Eurogrupo y la Comisión de la UE se insiste en dicha línea de política económica es porque el gobierno presenta en Europa dicha opción como la mejor alternativa.

Un problema adicional de la presente situación es el de la dificultad de conseguir financiación crediticia. Por un lado, el mercado de vivienda se encuentra limitado en su evolución por el hecho de que los bancos en la práctica solo prestan para la compra de vivienda si se adquiere una propiedad que tienen en su poder. Por otra parte, las empresas, sobre todo las pequeñas y medianas, encuentran serias dificultades para la financiación normal del circulante y para la realización de inversiones imprescindibles para el desarrollo del negocio.

El sistema financiero ha sufrido en poco tiempo un sustancial proceso de concentración en España. De unos 50 grupos bancarios existentes en 2007, se ha pasado a poco más de 10 en 2013. Las cajas de ahorros han desaparecido en la práctica como tales entidades de crédito. En la mayoría de los casos, las cajas de ahorros son ahora entidades con una participación, minoritaria, por lo general, en un banco de nueva creación (ejemplo: la Caja de Granada debe de tener una participación de no más del 5% en el capital de BMN, banco con sede en Madrid). Sería deseable con dicha concentración en un número reducido de bancos no retornase la exclusión bancaria que en su tiempo justificó la creación de las cajas de ahorros.

La unión bancaria dista de ser una realidad en la Eurozona. No habrá recuperación si no retorna un nivel más normal de crédito bancario.

Las encuestas de crédito a Pymes del Banco Central Europeo revelan que las empresas españolas sufren un endurecimiento crediticio superior al del resto de dicha área económica, situación que debe de paliarse o superarse en 2013.

 
 
 

 

JULIO RODRÍGUEZ LÓPEZ

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