Hubo un tiempo en que Motril intentó decidir por ser una ciudad de turismo o de industria, siempre dentro de sus posibilidades, quedándose finalmente como ciudad básicamente agrícola y de servicios. Allá por los años sesenta el entonces alcalde D. Juan A. Escribano Castilla visualizó más el camino de la industria que el del turismo, e imagino que sus razones tendría, pues aún bajo el paraguas deleznable del franquismo, su mandato estuvo lleno de obras beneficiosas para aquel pueblo del sur que quería desarrollarse. Lo cierto y verdad es que su decisión tomó practicidad con la puesta en marcha de la emblemática fábrica de “La Celulosa” en 1963, hoy día llamada Torraspapel, englobada en el Grupo Lecta, para aprovechar el bagazo de la caña de azúcar. Sin embargo, y en lo referente a esta factoría, las noticias de los últimos tiempos siempre vienen envueltas en “papel” de polémica: hace un año con el despido de un trabajador por enfermedad, hecho que denunció el sindicato SIMPA, mientras que se han ido alternando periódicamente las huelgas reivindicativas por parte de los casi 400 trabajadores que vienen observando un progresivo a la par que alarmante deterioro de las condiciones laborales, sociales y salariales, no sólo en Motril, si no en las otras seis factorías que Torraspapel tiene distribuida por la geografía española, todas en la zona norte y noreste del país. Tal es la dificultad de entendimiento con la dirección de la fábrica en la lucha por sus derechos en el trabajo y por los posibles despidos que se puedan producir, que todo el tejido laboral se han visto obligado a programar huelga durante las jornadas del 15, 17 y 21 de este mes de junio, aunque no descartan otras iniciativas de mayor calado.
Según se desprende de algunas manifestaciones, la dirección aduce haber entrado en una situación de pérdidas, cuando cabe recordar que Torraspapel – Lecta posee, además de España, factorías en Francia (Condad) e Italia (Garda) y es un clarísimo referente en el sector del papel tanto a nivel nacional como internacional, por lo que se entiende como inexplicable lo de las pérdidas, otra cosa es que las ganancias finales sean distintas a las deseadas por el empresario; lo que está manifiestamente claro es que el “pato” lo vuelve a pagar el más débil, hoy día el más desprotegido, el mismo que se curra ocho horas de turno de mañana o de noche haciendo papel a destajo. Es curioso, pero otro de los motivos que explicitan algunos afectados es que la actual situación se viene produciendo por un paulatino trasvase patrimonial y no por la propia explotación del negocio. Ojo al “palabro”, trasvase patrimonial, algo que se está poniendo de moda o en práctica por parte de algunas empresas: me lo llevo de aquí, que estos están en crisis y además me han subido los impuestos, y me lo llevo allí, cuando en verdad lo conseguido hasta ahora lo obtuve aquí.
En cuanto a las reivindicaciones en sí, queda más que demostrado que todo el tejido laboral de la fábrica ha dicho aquello de “todos a una…” dado que las primeras huelgas han sido secundadas al cien por cien por toda la plantilla, y eso se llama tener conciencia social y laboral para todos y contando con todos, ejercicio que a veces no se ha practicado con la suficiente vehemencia y por tanto el “poder” se ha llevado el gato al agua ejecutando sus perniciosas decisiones. Pero en esta “lucha” laboral falta un buen bastón de apoyo: la institución municipal. Se hecha muy en falta una voz alta y clara del gobierno local de Motril y el resto de grupos de la oposición para interesarse por estas casi cuatrocientas familias que temen por su futuro. Hay que ir a verlos, preguntarles, apoyarles, asesorarles, darles respaldo, mediar… para buscar soluciones antes de que su apreciado lema: “el papel de tus sueños” se convierta en “el papel que te quita el sueño” o directamente en “el papel de tu despido”. En resumen, hace falta implicación institucional para evitar que la empresa empobrezca las condiciones laborales de los trabajadores y se pueda consensuar un camino para el dialogo, de lo contrario, nuestros políticos habrán vuelto a fracasar en su labor de defensa de los intereses de sus conciudadanos. Miren ustedes, como se suele decir: por preguntar no pasa nada. Vayan y pregunten.
Con todo, es bueno descubrir algunas cifras que maneja el propio Grupo Lecta, dedicado a la fabricación y distribución de papel estucado y no estucado, pasta química y de papeles especiales tales como metalizado, autocopiativo, térmico y alto brillo, además de la mayor gama de papeles y films autoadhesivos. Miren: el Grupo Lecta, al que pertenece Torras, tiene un registro de 1´7 millones de toneladas de papel; mantiene 9 fábricas en Europa; 5 distribuidoras propias en Francia, España, Portugal, Italia y Argentina; una red de distribución que abarca más de 100 países y la nada desdeñable cifra de 1.624 millones de euros en facturación. Por cierto, que dentro su política de empresa, van a comunicar a sus clientes que incrementarán el precio del papel estucado – pasta química en su gama de estucados una cara y dos caras. La subida, que harán efectiva a principios de julio, la justifican por los niveles de coste en materias primas y transporte. Es la ecuación perfecta: soy líder del sector, puedo permitirme el lujo de subir el precio de mi producto pues me lo van a comprar igual, además, rebajo condiciones laborales o practico despidos, por lo que mi cuenta de resultados a final de año tiene que ser un “papelón”, por sus dimensiones, y no precisamente de churros o de pescaíto… de euros.
Desde Zaragoza todo mi apoyo a los trabajadores de Motril y de todas las fabricas afectadas. Espero que por el bien de nuestras familias todos luchen a una.