El Patrimonio y el Paisaje Urbano

GASPAR ESTEVA RODRÍGUEZ

El Patrimonio de una Ciudad està formado por un conjunto de bienes materiales e inmateriales que como consecuencia del tiempo y un determinado espacio, han hecho que el consciente – y el subconsciente- colectivo los asuma como propios, símbolos identificativos de su pasado, de su personalidad, con independencia del valor económico o arquitectónico. Aunque, a veces, ademàs por éstas últimas circunstancias.

En nuestra Ciudad a nadie resulta necesario convencer para que admita que la Iglesia Mayor de «La Encarnación» y la «Plaza de España», con su entorno inmediato de los que forman parte el «Edificio del Ayuntamiento» y el «Teatro Calderón de la Barca», son los bienes patrimoniales e identitarios de Motril de mayor valor histórico de cuantos existen en la actualidad.

Junto a la arquitectura que representan el edificio religioso, la adosada Torre de la Vela, el edificio municipal y el teatro, se unen la historia de un pueblo cuyas voces resuenan en las paredes de sus edificios. Y como corolario el monumento a un Ilustre motrileño -casi Papa, casi Rey…- el Cardenal Belluga.

Cuando muchos motrileños enseñamos a familiares lejanos o a amigos de otras latitudes nuestra Ciudad, aparte de la vega y las playas, incursionamos a tales acompañantes por las zonas antiguas o casco histórico, para que observen las huellas del pasado sobre el asfalto reciente. En los últimos años se ha avanzado considerablemente en la incorporación y rehabilitación de edificios emblemàticos, dàndoles incluso usos alterrnativos, culturales o de ocio, lo que engrandece y facilita las excursiones urbanas referidas. El peso y el paso de la historia local se mezclan entre paredes de piedra y barro, rincones, callejuelas, encalados, pasadizos, cuestas, puertas y afluyen a la Plaza «mayor», desde donde vuelven a desparramarse hacia las antiguas muralla y acequia.

¿Pero que se encuentran los avezados transeuntes con cierta estupefacción? Un recinto plagado de vehículos de cuatro y dos ruedas, en su mayor parte de la Policia local, que desde las 9 de la mañana hasta las 10 de la noche se adueñan de forma desconsidera, inapropiada y absurda, de un espacio único y singular de nuestra Ciudad. Es difícil encontrar en la geografía de nuestro Estado o del resto de Europa, una intromisión tan grosera con vehículos -al supuesto servicio de los ciudadanos- en mitad de un escenario que representa lo más valioso de un patrimonio local.

La vagancia de nuestros servidores públicos y la indolencia de las autoridades que les mandan -en contradicción con los manifiestos y proclamas a favor del patrimonio, que en honor a la verdad son abundantes y ejemplares, tanto en la teoría como en la práctica-, permite que los conductores de tales vehículos coloquen a éstos a pocos metros de sus oficinas incluso invadiendo la propia calzada de la plaza, infringiendo las ordenanzas, que por lo visto son de aplicación para todos los motrileños excepto para ellos. Pero, además, la zona al Sur de la Iglesia Mayor, está reservada y ocupada para y por los vehículos de nuestros Concejales.

Unos y otros disponen de los medios e instrumentos apropiados para reservar espacios -incluidos los subterraneos públicos- donde colocar sus santos y exentos vehículos, sin necesidad de enturbiar, entorpecer, desmecer, el paisaje urbano inmediato a nuestro patrimonio histórico.

Con esta medida, además, se les facilitía una actividad deportiva sana, que a unos los dotaría de mayor agilidad para el ejercicio de sus funciones coactivas y a los otros un considerable buen estado físico que hasta les procuraría una mentalidad saludable para el ejercicio de su misión de servicio eficaz al colectivo…

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