Las sociedades científicas firmantes de esta declaración engloban desde pediatras, hasta farmacéuticos, pasando por médicos de urgencias, intensivistas, internistas, infectólogos, anestesiólogos, cirujanos o neumólogos. Todos pretenden conseguir la implantación del llamado Código Sepsis, que incluya medidas para diagnosticar, monitorizar y tratar a estos enfermos de manera estructurada para reducir su mortalidad. Afecta alrededor de 1 ó 2 nuevos casos por cada 100.000 habitantes al día, lo que supone en nuestro país más de 140.000 pacientes anuales, de los cuales hasta una tercera o cuarta parte pueden fallecer por este motivo.
La sepsis es una respuesta inflamatoria generalizada ante una infección que puede causar la disfunción de varios órganos o sistemas. Se puede manifestar desde un simple resfriado hasta un fallo de los órganos vitales que desencadena la muerte en los peores casos. «La aproximación a la enfermedad de manera homogénea y multidisciplinaria han hecho posible reducir las estancias hospitalarias, el coste por paciente y la mortalidad», explica el doctor Borges.
A su juicio, «la sepsis grave presenta una incidencia y una mortalidad hospitalaria más altas que otros procesos, como el infarto agudo, la insuficiencia cardiaca, el ictus, la bronquitis crónica, el sida o diferentes tipos de tumores». La mortalidad hospitalaria depende del grado de severidad de la sepsis, de modo que en los pacientes con sepsis grave es de alrededor del 28%, y en el shock séptico llega hasta los 55%, añade. Además, sus estancias y costes hospitalarios son mayores que los de los ingresos a causa de un infarto de miocardio o un ictus. Se calcula que, en España, el coste medio de un episodio de sepsis grave supone para las arcas sanitarias alrededor de 28 mil euros.
Los episodios de infecciones que derivan en una sepsis grave se están incrementando en todo el mundo a causa de una mayor expectativa de vida, los tratamientos médicos y quirúrgicos más agresivos y el aumento del número de pacientes inmunodeprimidos.
En el caso de los neonatos, un estudio español publicado en la revista Enfermedades Infecciosa y Microbiología Clínica demuestra que la generalización de la administración profiláctica de antibióticos en el parto ha reducido la sepsis neonatal de inicio temprano por estreptococo B, la principal bacteria que ocasiona la infección, y que «la mayor parte de los casos de sepsis neonatal de inicio temprano por estreptococo B son debidos a resultados de falsos negativos». Otra investigación publicada este mes en la revista Chinese journal of pediatrics concluyó que «el énfasis en el screening y en el registro de los factores de riesgo perinatales, así como fortalecer la vigilancia de los neonatos en el departamento de obstetricia podría mejorar la precisión del diagnóstico precoz de la sepsis neonatal de inicio temprano».
El pasado viernes tuvo lugar el I Encuentro Multidisciplinar de Sepsis en el Hospital Son Llàtzer, en el que más de 270 especialistas nacionales e internacionales debatieron sobre la incidencia de la septicemia, su impacto sobre la mortalidad, las distintas medidas terapéuticas y las experiencias clínicas sobre su gestión y análisis de sus costes. Este centro dispone desde el año 2006 de un protocolo de gestión integral de la sepsis grave y el choque séptico para pacientes adultos en el que trabajan de manera coordinada médicos intensivistas, de urgencias, internistas, microbiólogos, neumólogos, anestesiólogos, cirujanos y farmacéuticos. Este protocolo ha permitido disminuir la mortalidad hospitalaria por sepsis grave y shock séptico del 29% al 15% en seis años; y, en concreto, el índice de mortalidad de los pacientes ingresados en la UCI sobre la cifra total de defunciones ha pasado del 17,3% al 7,9% entre 2006 y 2011.