Porque no somos perfectos, porque traicionamos, matamos , robamos , engañamos, ultrajamos, deseamos lo propio y lo ajeno. Porque somos egoístas, miserables y mezquinos.
Por eso a veces lloramos en un rincón por la traición que cometimos o por la que nos inflingieron. Siempre que exista en nosotros eso que llamamos conciencia, si no seguiremos comiendo bebiendo y durmiendo como si nada hubiera pasado.
Porque a veces ni la conciencia nos socorre. Po eso hay quien se ha dado prisa en confundir sentimientos (que son la expresión de algo tan humano como la emoción) con sentimentalismo (su primo ilegítimo) y así de paso desmontamos el todo descalificando una parte, adulterándola, embotándola, prostituyéndola.
Por eso no somos ni seremos sanos, enfermamos de demencia en todo su amplio abanico. Por eso nos duele la madre, la nuestra, como los hijos, los nuestros. Sin llegar a comprender nunca que todos son hijos y madres (o padres) en algún momento eso y todo lo demás es lo que nos hace iguales en la alegría y en la tristeza. Podemos poner pretextos preventivos, colonizadores, explotadores interesados, podemos engañar y engañarnos para al fin no comprender nunca que somos iguales en el dolor y en la alegría. Porque lloramos sí, de rabia o de impotencia.
Cuando ya no hay reglas, ni siquiera las morales para socorrernos. Cuando la enajenación se apodera de nosotros y somos entonces maltratador o violador o asesino o ladrón.
De este examen salimos ampliamente suspensos: humanos suspensos en humanidad.
Es como decir perro suspenso en perrería. Algo mal estamos haciendo y lo peor es el contagio. Yo agredo, tú agredes y ya nos animamos y hacemos la conjugación completa. (Nosotros…. vosotros y ellos)
Porque también amamos (a veces) y somos desinteresados y altruistas y generosos. Porque la esperanza es un bonito don que nos pierde si la perdemos.
¿Tendremos tiempo de recuperarnos?
Ella piensa: quisiera parir un mundo nuevo y sí cada nuevo nacimiento es un potencial cambio un deseo por cumplir, una promesa de superarnos. Todos los días nace y muere la esperanza. Por eso no somos lo que lloran los que nos quisieron cuando nos hemos marchado, no somos nada salvo la construcción que queramos elegir. Y polvo de estrellas.
Nunca existió la igualdad y no existirá nunca porque nos aferramos a las diferencias y a los pequeños y grandes privilegios. De vez en cuando puede ser rentable repartir migajas de bienestar social que hay que recoger rápidamente si peligra el estatus. La humanidad a examen cuando llegados al siglo XXI hemos construido un mundo lleno de mentiras «oficiales».
Y llueve fuera dinero que no tiene valor porque se lo tragó la usura. La humanidad llena de grandes cumbres promesas, declaraciones de derechos y etc… que se tornan papel mojado cuando el monstruo llama a nuestra puerta.