El «SILENCIO» acalla el sonido del timbal en la madrugada del Viernes Santo

DOMINGO LOPEZ FERNANDEZ

      La noche del jueves santo invitaba a salir a la calle para contemplar los pasos procesionales pues tres cortejos penitenciales tenían prevista su salida en Motril. Durante todo el día habían existido pronósticos desfavorables que anunciaban precipitaciones moderadas en la comarca de la costa, pero la realidad es que la jornada había transcurrido con total normalidad. Más cierto es que a medida que avanzaba la noche las nubes se hicieron más persistentes e iniciada la madrugada del viernes comenzaron a caer las primeras gotas de lluvia. A esa hora se encontraba ya en la calle el cortejo penitencial de la Cofradía del Santísimo Cristo de la Buena Muerte y ante el cariz que estaba tomando la noche su junta de gobierno optó por regresar al templo y dar por finalizada su estación de penitencia. La madrugada del viernes santo, pues, acalló el sonido del timbal a causa de los imponderables del mal tiempo en la que ha sido la única suspensión de esta cofradía en toda su trayectoria procesional.

            El cortejo del Cristo de la Buena Muerte iniciaba su organización a las 0:00 hrs del viernes santo por la puerta norte de la iglesia Mayor. Como es tradicional, el paso porta la imagen del Crucificado abatida y a toque de trompeta es erguida mientras se entona el “Silencio”, marcha revestida de enorme significación y claro sentimiento. Dispuestos los hermanos con su soga de esparto atada al cíngulo comenzó su marcha, aunque el cortejo solo pudo desfilar escasamente media hora. Hasta ese momento la lluvia estuvo ausente, pero se hizo más presente que nunca y obligó a la junta de gobierno a decidir su regreso. Así pues y a toque de tambor acelerado los costaleros mudaron su sentido de la marcha, a la par que el público apostado en las aceras daba un viva al Cristo de la Buena Muerte. Consternación, sin duda, entre los hermanos cofrades y también, como no, en el pueblo de Motril, que se quedó privado de contemplar un solemne cortejo en el que prima la austeridad, el sentido penitencial y la carga de silencio emocional que da el paso del Cristo de la Buena Muerte en su discurrir por las calles.

            Introducida la imagen en la iglesia, el conciliarlo de la cofradía, D. Daniel García Miranda, significó los momentos vividos por Jesús en sus últimas horas y entonó un padre nuestro que fue secundado por todos los presentes. A continuación y manteniendo ese mismo silencio que caracteriza al cortejo penitencial, la imagen fue portada sobre el hombro por su cuerpo de costaleros y llevada hasta el altar, donde fue mostrada a los feligreses. Momentos después el Cristo de la Buena Muerte era trasladado hasta la capilla de la Virgen Milagrosa, donde quedó finalmente expuesta. Triste jornada, pues, la de éste ya viernes santo, que ha visto la suspensión de una de las procesiones más emotivas que tiene la semana santa motrileña.

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