DOMINGO LÓPEZ FERNÁNDEZ
Durante estos días es habitual encontrar en determinadas calles y plazas de Motril los tradicionales puestos de zambombas navideñas. Se montan en los días previos a la Navidad y se mantienen durante algo más de una semana, tiempo en el que este peculiar artículo sufre un espectacular tirón en sus ventas. Es la zambomba un instrumento musical de arraigada tradición popular que se arma sobre una vasija que tiene cubierta su parte superior con piel. En su centro una cánula permite insertar una caña que produce un sonido peculiar al deslizar la mano húmeda sobre ella. En Motril la zambomba tiene una gran tradición, aunque ésta se ha ido atenuando con el paso del tiempo. La verdad es que todavía queda en el recuerdo la rondalla de gentes del pueblo que recorrían las calles con este instrumento, con panderetas y carracas para cantar a su son villancicos en Nochebuena y el día de Navidad.
Puestos callejeros de zambombas hay muchos en Motril, pero quizás uno de los más antiguos es el que regenta Francisco Cabrera Martín, más conocido como Paco el Zambombero. Este sobrenombre le viene a Paco por tradición familiar, pues su padre, conocido popularmente como Pepe “El Zambombero”, se dedicaba a la fabricación artesanal de zambombas navideñas. Paco ha seguido su senda y todos los años monta su puesto en Motril. Tiene amor y cariño a la zambomba, un artículo musical que mima con extraordinario celo. Según informaba a EL FARO, su labor es bastante entretenida pues prácticamente le ocupa todo el año. En enero recoge carrizos y comienza la compra de pieles que curte para que cubran el diámetro de la maceta. Luego, en verano, llega la época de corta de la caña que ya está curada y que tiene una especial dureza. Además Paco ha estudiado el sonido y la vibración de la zambomba y ha llegado a la conclusión de que necesita una vasija especial. La suya es única, pues ha marchado hasta Bailén (Jaén) para hacerse con ella. Se han hecho diversas pruebas y se ha decidido por la que actualmente tiene expuesta a la venta, que según él ha ganado en sonido. Paco vive estos días con especial dedicación; el día de Nochebuena cuando todos los comercios estaban cerrados el permanecía con su puesto abierto en la calle Nueva. Durante los minutos que permanecimos junto a él hubo numerosas ventas a familias que adquirían zambombas de pequeñas dimensiones, las más baratas. Aún así, mantiene un buen surtido de zambombas de variados tamaños y decoración, además de panderetas y otros artículos para niños. Para su mujer, que le acompaña en la venta callejera, la zambomba ha perdido algo de tradición en los últimos años, pero todavía se mantiene y son numerosas las personas que adquieren uno de sus modelos en esta época del año.
El toque de una zambomba en Navidad es peculiar y bastante habitual en las reuniones familiares. Hay quien dice que el zambombero es un oficio a extinguir y que de seguir así terminará desapareciendo. Si se cumplen tales predicciones la Navidad perdería algo de esencia, desde luego; nada sería igual y en nuestro recuerdo quedarían aquellas noches de ensueño en las que nuestros padres y abuelos daban sus pequeños conciertos de zambombas junto a una chimenea. Por eso, cuando la noche cae, cuando el frío arrecia, cuando la humedad del invierno hace mella en nuestras calles, el puesto del zambombero nos hace mirar atrás y recordar los buenos momentos vividos en aquellas lejanas Navidades que para siempre permanecerán ya en nuestra mente.